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La hora del océano: por qué sin azul no hay verde

Un tercio de la población mundial vive a cuenta del mar. Sin embargo, apenas el 3,5% de los océanos están protegidos de la contaminación y el vaciamiento. Pero esto podría empezar a cambiar en la Argentina.

25 de octubre de 17 . 16:40hs
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Cecilia Alfano

Los océanos ocupan tres cuartos del planeta y albergan al 80% de la vida en esta esfera gigante que llamamos Tierra, pero que bien podría llamarse Agua.

De acuerdo a datos de las Naciones Unidas, un tercio de la población mundial vive a cuenta de los océanos y su biodiversidad como principal fuente de proteína.

Sin embargo, mientras el 15% de la superficie terrestre está protegida internacionalmente, solo el 3,5% de los océanos goza de esa misma condición.

El Mar Argentino no es la excepción. Aunque representa un tercio del territorio nacional –lo que lo transforma en la ecoregión más grande del país– apenas un 3% de su superficie está protegida.

El Mar Argentino es uno de los mayores y más ricos bancos de pesca del planeta.

Pero un reciente anuncio ha sembrado la esperanza para revertir esta situación: en septiembre pasado el gobierno nacional anunció que enviará al Congreso un proyecto de ley para la creación de dos nuevos Parques Nacionales Marinos.

Se trata de las áreas Yaganes, en el cabo de Hornos, y Banco Burdwood 2, a 200 km de las Islas Malvinas, que juntos suman 100.000 km2 en la Patagonia austral.

Apenas un 3% del territorio marino de Argentina está protegido

La iniciativa es una respuesta a las investigaciones científicas que advierten sobre la necesidad impostergable de conservar nuestro mar y también a las metas internacionales asumidas por la Argentina.

Aunque también mucho tuvo que ver la demanda de la ciudadanía, evidenciada en 20.000 firmas a través del trabajo de diversas ONGs.

El reclamo popular comenzó a hacerse oír a partir 8 de junio, coincidiendo con el Día internacional de los Océanos –fecha establecida por las ONU para generar conciencia sobre la importancia del ecosistema marino– cuando once asociaciones se reunieron bajo el lema “Sin azul no hay verde”.

¿Su objetivo? Promover la creación de cinco nuevos Parques Nacionales Marinos, que aumentarían las aéreas marinas protegidas de un 3% a un 10%.

De esa forma, buscan influir en el cumplimiento del Convenio de Diversidad Biológica y de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas de las que Argentina es signataria y que establecen la necesidad de extender la protección marina para el año 2020.

Semanas atrás, líderes mundiales, organizaciones internacionales, empresarios y referentes de la comunidad científica fueron convocados por las Naciones Unidas en Nueva York a la Conferencia Mundial sobre los Océanos, donde varios representantes del gobierno nacional analizaron la mejor forma de aumentar la protección marina.

Como resultado, el presidente Mauricio Macri firmó el decreto que nombra a la Administración de Parques Nacionales (APN) como autoridad de aplicación de los futuros Parques Nacionales Marinos.

De esta forma la Argentina se sumará a la lista de países que cuentan con áreas protegidas en sus mares. 


Mar celeste y blanco

En línea con la tendencia global, nuestro mar también se encuentra amenazado. Alrededor de 63 especies del mar argentino se consideran en peligro de extinción, siendo las más amenazadas los tiburones, las aves y las tortugas marinas.

Claudio Campagna, investigador de CONICET, sitúa como punto de partida la sobreexplotación pesquera en nuestro país a la década del noventa.

“Solo entre 1990 y 1995 la actividad pesquera argentina se incrementó en un 108% como resultado de un aumento en la flota industrial, particularmente a la incorporación de buques con mayor capacidad de pesca”, explica en diálogo con ACONCAGUA.

Para el experto, desde entonces, “la expansión de la pesca comercial en este país no tuvo una política gubernamental que tuviese en cuenta la sustentabilidad de los recursos”.

Más de 60 especies del mar argentino están en peligro de extinción

De esta forma, la maximización de beneficios de un puñado de empresas aumentó exageradamente la presión sobre el ecosistema.

Y las consecuencias no se hicieron esperar.

La merluza Hubbsi es nuestro principal recurso pesquero y, a su vez, el ejemplo más paradigmático de las consecuencias de la sobrepesca.

“En la actualidad, aunque la biomasa de merluza Hubbsi sigue sosteniendo grandes volúmenes de captura, la disminución en la abundancia de individuos adultos en la población es una seria advertencia sobre el riesgo de colapso que se cierne sobre la especie”, advierte Campagna.

Según un estudio realizado por “Global Fishing Watch”, una plataforma creada por Google, Oceana, Skytruth y la Fundación Leonardo Di Caprio, la frontera de la zona económica exclusiva argentina es uno de los tres mayores puntos calientes de pesca ilegal en el mundo, es decir, no declarada ni reglamentada.

¿Cuáles son los servicios que proveen las áreas marinas protegidas? El objetivo a largo plazo de este tipo de reservas es permitir que el ambiente marino se recupere y vuelva a estar saludable, con todos sus elementos naturales funcionando a pleno.

“Los peces y los mariscos se reproducen y van repoblando las zonas de pesca desde las áreas marinas protegidas. Así se logra el círculo virtuoso: se conserva el mar y la pesca se vuelve sostenible. Un ambiente marino íntegro también tiene mayor capacidad de adaptarse a cambios ambientales que uno degradado”, expresa Lucila Masera, ingeniera del Medio Natural e integrante del movimiento Sin Azul no hay verde. Y agrega: “De la misma forma, aseguran puntos de interés turístico que se pueden avistar en las costas, como pingüinos, delfines, orcas, ballenas, lobos y elefantes marinos.”

La decisión, además, se engloba dentro de una tendencia mundial de protección de los mares. En palabras de Mario Quintana, vice jefe de gabinete: “Con la creación de estas dos nuevas áreas protegidas estamos pasando a formar parte de una gran red planetaria de más de 20.000 parques y reservas marinas”.

La Argentina se suma a la selecta lista de países que cuentan con Parques Nacionales Marinos

El Parque Nacional Marino Banco Burdwood 2 tendrá una superficie casi del mismo tamaño que la provincia de Misiones. Es una meseta sumergida de menor profundidad que las áreas que lo rodean, lo que provoca el ascenso de nutrientes de las profundidades que son esenciales para mantener una alta productividad biológica.

Por otra parte, el parque Yaganes cubrirá una extensión similar a la provincia de Formosa. Su relieve de fondo es escarpado, ideal para albergar diferentes tipos de hábitats.

“Probablemente tengan alta diversidad de especies, incluso nuevas por descubrir”, se entusiasma Masera.


Un mundo sin peces

Un estudio de la Universidad de Dalhousie publicado en la revista Science resumió el grave escenario en que se encuentran nuestros océanos en unas pocas palabras: de seguir con la tendencia actual, no habrá más peces para 2048.

Para lograr entender este proceso de vaciamiento fatal y progresivo es necesario visualizar lo que se entiende por pesca industrial: gigantes flotas que utilizan radares, aviones y plataformas de satélite para localizar los bancos de peces, sobre los que se lanzan con redes de kilómetros de longitud, y que están condicionadas para también congelar y embalar los pescados.

Semejante capacidad extractiva rompe el balance natural marino, imposibilitando la regeneración de las poblaciones de peces, coinciden los especialistas consultados.

Pero además, la industria pesquera genera toneladas de lo que se conoce como “pesca incidental”, es decir, animales que quedan atrapados en las kilométricas redes de pesca pero que no son las especies codiciadas.

Por cada kilo de pesca se descartan otros cinco kilos de pesca incidental

El Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) estima que por cada kilo de pesca se descartan otros cinco kilos de pesca incidental. La triste lista incluye desde delfines hasta tortugas marinas y tiburones.

Según un informe de la ONU, este tipo de explotación pesquera recibe $16.000 millones de dólares anuales en subsidios, que contribuyen en gran medida a promover este tipo de actividad por sobre la pesca artesanal, la más sostenible y necesaria para las poblaciones más vulnerables.

Pero la sobrepesca es tan solo una de las problemáticas que enfrentan nuestros océanos.

Desde la Revolución Industrial, según las estimaciones de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de EEUU (NOAA), nuestros océanos se han vuelto un 30% más ácidos por el efecto de la absorción de hasta un tercio del dióxido de carbono que hay en la atmósfera.

Al igual que los árboles, los océanos absorben carbono. Y si bien este fenómeno contribuye a disminuir los gases de efecto invernadero que provocan el calentamiento de la tierra, la acidificación de los océanos es un grave proceso que modifica el PH del agua.

Esto viene provocando la muerte de buena parte de los arrecifes de coral –que desde 1950 han desaparecido en un 50%– generando un desequilibrio que lógicamente repercute en toda la cadena alimenticia.

La artista Mandy Barker genera obras de arte con los residuos plásticos que encuentra en los océanos del todo mundo.

La tercera de las grandes amenazas es la contaminación. Plaguicidas, herbicidas, fertilizantes químicos, detergentes, hidrocarburos, aguas residuales y residuos industriales, son algunas de las sustancias que acaban en estos vertederos no regulados que son los océanos.

Pero quizás el más representativo sea el plástico: de acuerdo a las estimaciones del Programa de las Naciones Unidas para el Medio, para 2050 podría haber más plástico que peces en el océano y el 99% de las aves marinas lo habrán ingerido en sus sistemas digestivos.

De cualquier forma, el plástico no solo afecta especies marinas, sino a nosotros mismos a través del consumo de pescado.

Los residuos de plástico se descomponen lentamente a través a acción del sol, las olas y la sal marina en pequeños pedazos tóxicos conocidos como microplásticos, fácilmente digeridos por seres vivos en todos los niveles de la cadena alimentaria, hasta llegar al ser humano, que acaba por ingerir eso mismo que ha desechado.

Por último, y quizás menos reconocida, está la amenaza de la contaminación acústica.

“Pensemos por un momento en 60 mil buques de gran tamaño, ciudades flotantes con sus motores y sus hélices generando ruido comparable como el que podemos sufrir nosotros en una esquina de Buenos Aires atestada de tránsito, reparación de las calles con taladros, sirenas de ambulancias, gritos; en fin, algo insoportable. Esto causa enfermedades e incluso la muerte en las grandes ballenas migrantes”, expresa el biólogo marino Luis Cappozzo.

Y sentencia que todas estas amenazas “nos ubican en la antesala de la sexta extinción masiva planetaria».

La majestuosa ballena franca austral también está amenazada.


Restablecer el equilibrio

“Sin océanos saludables, no hay vida en la tierra” asevera Masera. Y si bien cree que la creación de dos nuevos parques marinos no es suficiente, lo reconoce como un gran primer paso.

“Nuestros océanos necesitan ser cuidados para poder reestablecer el equilibrio en nuestro planeta”, expresa Agustín Matteri, abogado ambientalista de la ONU que participó en la campaña a favor de los parques nacionales marinos.

Y concluye: “Lo importante es que el Estado ahora es consciente de que hay una sociedad que se está organizando y se está poniendo de acuerdo en la necesidad de proteger nuestros océanos. Estamos en el momento justo, todas las condiciones están dadas para dar el paso definitivo y conservar nuestros mares para siempre”. ^^^

Domingo

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