Cuando Mauricio Macri y su comitiva aterricen en Europa esta semana, deberán saber que lo hace en zona de guerra.

Todos los cañones de la Unión Europea apuntan contra un enemigo común: el plástico.

Los europeos generan 25 millones de toneladas anuales de residuos plásticos de las cuales se reciclan menos del 30%. El resto termina en las océanos y en basurales colapsados.

De seguir a este ritmo, para 2050 habrá más plástico que peces en el mar, según un estudio presentado en la edición pasada del Foro Económico Mundial, en Davos.

Ya no son pocas las voces que comparan la crisis del plástico con el cambio climático por su irreversibilidad e impacto global en el ecosistema.

Es imposible vivir sin plásticos en los días que corren, de acuerdo. Pero no menos cierto, advierten los especialistas, es el hecho de que puede matarnos si no se genera un cambio radical en su consumo.

A diferencia de lo que pasa por estas latitudes, la cruzada contra los residuos plásticos en el viejo continente lleva décadas. Intermitente y con resultados dispares, se recalentó en los últimos días.

Por eso todos los focos apuntan a Davos, la idílica localidad suiza donde se concentra la elite política global esta semana.

Indignados, los cada vez más conscientes consumidores, vienen escrachando en las redes sociales a supermercados por empaquetar con film, telgopor y plástico una simple banana.

En tanto, una investigación del diario The Guardian hechó más luz sobre el asunto: publicó que las principales cadenas de supermercados británicas generan 800.000 toneladas de plástico por año, suficientes para cubrir la superficie de Londres y sus suburbios con una capa de 2,5 cm de basura.

Ante el aluvión de críticas, la conservadora Theresa May presentó un plan verde que, entre otras medidas, busca prohibir las bolsas no reciclables y fomentar las góndolas «libres de plástico» en los supermercados.

En declaraciones a la prensa europea, el socialista holandés Frans Timmermans, uno de los popes de la UE, sostuvo que la prioridad del organismo es terminar con «los productos plásticos que toman solo cinco segundos en fabricarse, los usás por cinco minutos y después tardan 500 años en descomponerse».

«Cada segundo, 700 kilos de plástico se vierten en nuestros océanos. Hoy todos bebemos y respiramos microplásticos y los encontramos en todas las criaturas vivas», insistió respecto a las partículas de plástico de menos de cinco milímetros que acaban en el agua, y llegan hasta nuestros alimentos, con consecuencias para la salud que todavía se desconocen.

En la mira

Ante semejante escenario, el parlamento comunitario acaba de presentar la primera estrategia conjunta e Europa para lidiar con los plásticos. ¿El objetivo? Garantizar que en 2030 todos los envases de plástico en la UE sean reciclables o reutilizables.

Los expertos apuntan que la decisión de China de prohibir las importaciones de plásticos para reciclar puso a Europa sobre las cuerdas. Es que la mayoría de los países europeos subcontratan el tratamiento de los residuos en Asia.

Más audaces, algunos diputados incluso proponen utilizar los impuestos como arma de persuasión para que los ciudadanos opten por el reciclaje.

En Argentina, mientras tanto, se tiran 12 millones de botellas de plástico por día a la basura

En Argentina, mientras tanto, se tiran 12 millones de botellas de plástico por día a la basura, según un reciente estudio de la Universidad de Palermo. Y para colmo, los menguantes precios del petróleo redujeron a la mitad el negocio del reciclado en los últimos tres años.

En su primera visita como presidente al Foro Económico Mundial en Davos en 2016, Macri tomó nota de las advertencias sobre el cambio climático. En esta oportunidad, se encontrará con una nueva amenaza que tiene en vilo a Europa: el plástico.