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“La legalización del cannabis no promueve el consumo”

El pleno funcionamiento del experimento de marihuana legal en Uruguay está en jaque, advierte Mercedes Ponce de León, unas de las activistas más reconocidas del otro lado del Río de la Plata.

5 de octubre de 17 . 18:33hs
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Franco Spinetta

El pleno funcionamiento de la legalización del cannabis con fines recreativos en Uruguay está en jaque.

No es la policía, ni los institutos de salud y adicciones, ni los movimientos sociales conservadores los que intentar hacer caer una normativa de avanzada; son los bancos privados de origen norteamericano, que empezaron a cerrar las cuentas de las farmacias que venden marihuana de manera legal.

Así de increíble como suena: de película.

Sin embargo, Mercedes Ponce de León, una de las activistas que se puso al frente de la ley de la que habla todo el mundo –y que tuvo al presidente José “Pepe” Mujica como uno de sus impulsores- es optimista. “Vamos a encontrar la manera de resolverlo”, le dijo a la Revista Almagro, sin bajarle el tono a un problema que, sabe, será uno de los ejes del encuentro que organiza desde 2014, Expocannabis Uruguay, y que este año se realizará el 8, 9 y 10 de diciembre con el apoyo del Estado uruguayo.

Con las marcas clásicas de la onomatopeya charrúa (un “tá” como cierre que completa sus oraciones), Mercedes desarticula con tranquilidad el sentido común que se mantiene como una capa geológica del pensamiento en ciertos sectores. Habla del cannabis no sólo vinculado al uso recreativo, sino que pretende ampliar la discusión hacia el ámbito medicinal e industrial. Y advierte que hay “intereses bloqueando el desarrollo de la planta” por su “potencial para solucionar muchísimos aspectos de la vida”, lo que hace que “muchas industrias no estén dispuestas aún a aceptar o invertir porque perderían un montón de dinero”.

Las farmacias estaban sumándose. Se empezó con 16 comercios y la perspectiva era de crecimiento. Pero luego entramos en una meseta, básicamente por la situación que surgió con los bancos.

-¿Cuál es la situación hoy en Uruguay, luego de que se empezara a vender cannabis por primera vez en las farmacias?
-La situación está cambiando intensamente, en el minuto a minuto. La venta en farmacia de marihuana completó la aplicación de la ley, que habilita el acceso al cannabis recreativo mediante tres formas. . Hay 73 clubes de membresía que tienen entre 15 y 45 socios, también están los autocultivadores de los que hay registrados más de 7 mil y adquirientes para la farmacia hay 13.053 anotados. Es un montón, la verdad. Para que tengan una idea de cómo se ha desarrollado la implementación: empezó el 19 de julio con 5 mil inscriptos, y una semana posterior el número subió a 8 mil. Había colas en las farmacias, pero la venta se llevó a cabo con total normalidad. Las farmacias estaban contentas con el flujo de gente y también con el sistema, que no tuvo muchas demoras. Hubo una aceptación de parte del público y el registro era de 500 personas por día, impresionante. Las farmacias estaban sumándose. Se empezó con 16 comercios y la perspectiva era de crecimiento. Pero luego entramos en una meseta, básicamente por la situación que surgió con los bancos.

-¿Qué sucedió?
-Bancos privados que operan con franquicias de Estados Unidos, especialmente Bank Of America, informaron a los dueños de las farmacias que les iba a cerrar las cuentas por tener acceso a dinero proveniente del mercado de marihuana y que, por más que sea legal en Uruguay, es ilegal en Estados Unidos.

-¿No es una violación a la soberanía?
-Claro, pero los bancos pueden hacer lo que quieren y pueden decidir con quién trabajar y con quién no. Ellos dicen que pierden legitimidad ante clientes importantes, que no aceptan esto.

-Suena a una extorsión.
-Estamos totalmente de acuerdo. Esto es algo que movilizó mucho, desde el presidente para abajo. Es un tema muy grave, sobre todo porque en Estados Unidos hay 29 Estados con cannabis legal, y esta industria ha encontrado la manera de operar a través de más de 250 bancos pequeños, independientes, y han logrado hacerlo sin problemas. En el 2014, durante el gobierno de Obama, el Departamento de Tesorería elevó un comunicado a las instituciones bancarias diciéndoles que no se les iba a generar ningún obstáculo si trabajaban con la industria del cannabis. Se les hizo llegar un documento también para asegurarse y tener cierto control sobre las empresas para que no haya plata del lavado de dinero o narcotráfico. Es bastante engorroso y complicado, por eso los bancos principales decidieron directamente no trabajar con esas empresas. Entonces el negocio recayó en los bancos pequeños, tanto en Estados Unidos como Canadá, y la verdad se están llevando millones de dólares porque allá la industria mueve muchísimo dinero. Igualmente, es bastante hipócrita porque en los Estados como Colorado, donde se manejaban con cash hasta que pudieron empezar a trabajar con los bancos, la administración recolectaba 20 millones de dólares mensuales, sólo de taxes. Ellos sí lo cobran en cash, a través del sistema bancario, es decir, ¡la plata va al gobierno! Al Estado de Colorado no lo bloquean la cuenta, pero a los demás sí. Es realmente hipócrita.

La moral no puede regir a la ciencia. La ciencia tiene que moverse por la sed de conocimiento.

Ilustración: Sofía Martina

-Poniéndose conspirativo, la extorsión podría formar parte de un plan para que no funcione este tipo de negocios legalizados, teniendo en cuenta que los bancos se han financiado con el narcotráfico.
-Esto forma parte de una decisión del poder financiero, sin duda que hay intereses bloqueando el desarrollo del cannabis. Desde lo medicinal, de la industrialización del cáñamo, de la sustentabilidad porque es un recurso renovable, de muy fácil cultivo: es un yuyo que crece en 120 días. El cannabis reemplazaría a un montón de productos en varias industrias, en especial en aquellas no renovables, como el petróleo. Hay un entramado que uno puede sospechar que influye. Pero hay que ir a la realidad para poder hacer ver a la sociedad estos distintos factores para que el desarrollo no quede bloqueado por el sistema financiero al que todos sabemos, que más tarde o más temprano, la plata del narcotráfico les llega. En Uruguay se ha impuesto una bancarización y está prohibido desbancarizarse. En eso se apoyan para bloquear a las farmacias y ponen en jaque la reglamentación.

-En la Argentina la discusión de la legalización de la marihuana se centró desde el aspecto medicinal. Si bien la ley que se aprobó es bastante restrictiva, es un avance porque dejó en evidencia el prejuicio, la ignorancia o el interés de un sector de la industria médica, que no lo tenía en cuenta como una opción terapéutica válida. ¿En qué estado está esta discusión en Uruguay?
-Se está avanzando. Hace poco hubo una conferencia del propio presidente Tabaré Vázquez junto a otros especialistas sobre el tema. Lo que quedó en evidencia es la bipolaridad de la discusión. Hay una cuestión que es real: hace falta investigación y pruebas científicas. Los médicos y la comunidad científica siempre se refugian detrás de eso. Y el cannabis padece eso porque carga con la prohibición y una cuestión moral que hoy en día ya tiene cada vez menos sentido. La moral no puede regir a la ciencia. La ciencia tiene que moverse por la sed de conocimiento. El CBD hace más de 40 años que se descubrió y ya está más que probado, no clínicamente pero sí en animales, que tiene efectos terapéuticos en varias patologías. Hay muchísimo más por investigar, pero los ensayos brillan por su ausencia.

Acá fueron las madres de niños usuarios del aceite de cannabis las que impulsaron la ley.
-Claro. Se trata de casos muy complejos, de niños con epilepsia, que les impide su desarrollo. Que haya madres que salgan a decir que el cannabis sirve, que les hace bien a sus hijos… eso genera una sensibilidad en la sociedad y hace que atraviese por completo al aparato político institucional. Esa ecuación ha hecho que se empezara a hablar del cannabis medicinal, sin el estigma fumeta del consumo como vehículo a otras drogas.

-¿Y cómo hizo Uruguay para que la legalización fuera del uso recreativo?
-El meollo fueron los derechos humanos. En Uruguay se puede consumir legalmente cannabis desde la década del 70. Nunca hubo una restricción. Era algo que vos podías hacer legalmente pero conseguir el cannabis, comprarlo, venderlo, dispensarlo, cultivarlo, era ilegal. La Constitución te permitía hacer algo que para hacerlo tenías que incurrir en una ilegalidad. Es decir, la misma Constitución te llevaba a cometer un delito para poder consumir. El consumidor no es un delincuente, no se puede criminalizarlo. Por ahí mismo se habló de regulación del cannabis.

-Acá en la Argentina el argumento de algunos sectores es que no se puede legalizar porque no es lo mismo un porro en manos de la clase media que en los barrios populares, donde sería la puerta de entrada a otras drogas.
-Esas afirmaciones no tienen fundamento científico. Y mirá la paradoja: para el cannabis medicinal te exigen un montón de pruebas, pero hacer ese tipo de declaraciones no se basan en ninguna cuestión científica. Al contrario, en Uruguay se ha notado que hubo un creciente uso del cannabis hasta 2011 y que después se estancó. Y coincidió con el momento en que se empezó a discutir esta normativa. Durante todo el proceso de implementación de la ley, el consumo no aumentó. Esto prueba que la legalización no promueve el consumo. Otra mentira es que la marihuana es la puerta de entrada a otras drogas: no es así.

Ilustración: Sofía Martina

-¿No hay fundamento?
-No. Lo que existe es el fenómeno de la boca de venta. Si tú vas a una boca donde venden cannabis, cocaína, pasta base, el día en que no hay marihuana, comprás otra cosa. Y no te van a dejar que te vayas hasta que compres otra sustancia.

-¿Dónde está ubicada la discusión en ese sentido?
-En que la sustancia no es el problema, sino el uso que hacemos y cómo nos relacionamos. El prohibicionismo lo que genera, sobre todo en la gente más joven, atracción. También falta de información, tabúes de los que no se hablan, no se investigan. Uruguay está tratando de salir de eso. Una planta no es el demonio; la demonización la producen los seres humanos alrededor y las relaciones que generan a través de ella: el sistema bancario, el sistema medicinal. Acá el problema no es la planta, sino el potencial que tiene para solucionar muchísimos aspectos de la vida y que muchas industrias no están dispuestas aún a aceptar o invertir. Perderían un montón de dinero. El cannabis tiene propiedades antitumorales, dosis de THC hace que las células cancerígenas disminuyan sin afectar las células sanas. Eso se está estudiando en la Universidad Complutense de Madrid, hace mucho. Sin embargo, está todo tapadito.

-¿Qué te parece lo que se aprobó en la Argentina?
-Es un buen camino de comienzo. El aspecto medicinal ayuda a ablandar los corazones de la gente que en principio se opone. Y genera pruebas positivas de inmediato. El tema es la implementación y la real aplicación. Hace tiempo que las madres lograron importar el producto y nosotros fuimos testigos de esa desesperación. El desafío es que la discusión no se encajone: cuando uno llega a la cima de la montaña es para ver que hay muchísimas más montañas. Hay que seguir para adelante, buscándole la vuelta. ^^^

  • OSCAR . 09:46hs

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