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Soledad Barruti: «Hay que dejar de ir al supermercado; es un sistema perverso»

La autora del best seller Malcomidos desnuda a la industria alimenticia y propone otra lógica económica y social sobre el acto de comer.

18 de julio de 17 . 13:23hs
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Franco Spinetta

A Soledad Barruti siempre le llamó la atención cómo es que el mundo de la cocina y la vida urbana perdían contacto con la naturaleza, como si el sistema nos obligara a no relacionar ambas cuestiones.

Soledad es porteña, pero cuando era pequeña pasaba los fines de semana en una quinta en Del Viso; allí entró en contacto con un “mundo reservado, agreste”, donde la imagen de una abuela entronizada en la cocina guiaba la existencia del tiempo y el espacio.

Era la década del 80. Todavía resistían las chacras que producían alimentos y que se vendían allí mismo: puestitos que ofrecían champiñones, huevos, todo fresco y local. Crecer en ese ámbito bucólico, rodeada de naturaleza, tuvo algo de formativo y educativo: había una huerta, caballos, patos, gatos, perros…

“En el supermercado parece que la comida sale sólo de una fábrica, que tiene ingredientes que te remiten a nada”, reflexiona, en diálogo con la Revista Almagro, Soledad muchos años después de aquella experiencia iniciática, con un libro escrito sobre el tema (el best seller Malcomidos) y una cantidad de información que emana en forma incesante, mezclada con una inocultable cuota de pasión.

Después de recorrer el país durante dos años, Barruti escribió el libro “Malcomidos”, una investigación que aborda un tema íntimo y cotidano: lo que comemos. | FOTO: MAURO DAVID

-Sostenés que la industria alimentaria es un gran engaño. Sin embargo, nos cuesta mucho corrernos. ¿Dónde está la clave para empezar a ordenarnos en ese sentido?

-Más que por lo saludable, yo me ordeno más desde lo ético. Es igual de desquiciado ir en búsqueda del súper alimento, o pensar que el alimento es tu medicina. Es cierto que se ven grandes transformaciones en personas que eligen una comida mejor. Pero para mí es más interesante la adecuación, la construcción cultural, la territorialidad de los alimentos… hay tantas expresiones que son más interesantes que lo saludable en sí, aunque todas nutren al concepto saludable. Esto es mucho más abarcativo.

-Pero desde la ciudad es muy difícil ver eso…

-Es que a medida que se la aleja de nuestro campo visual, todos los procesos de producción, de relación, la toma de decisiones, más horrible se va poniendo. Se fue extremando el horror. Si las personas vieran realmente lo que está sucediendo, nadie querría participar. Es obvio que está armado por un sistema perverso.

Se impuso un modelo que es la violencia: primero con grandes extensiones de tierra que quedaron en manos de poca gente horrible, y después desapareciendo las alternativas posibles

-Entonces, ¿por qué la industria alimentaria sigue siendo tan fuerte, se sigue eligiendo en forma masiva?

-Hay varias patas del problema, no es simple. El más evidente es la falta de acceso a la información y esto deviene en una falta de acceso a otra oferta. Si todas las personas de este país se despertaran mañana y empezaran a cumplir con las cinco raciones de frutas diarias que recomienda el Ministerio de Salud, no alcanzarían las frutas disponibles. El negocio está pensado para otra cosa. Esto no lo digo yo, sino la cátedra de Agronegocios de la UBA. Eso ya es un problema: el sistema hace que haya personas que puedan acceder y personas que no. En los barrios más vulnerables, la oferta es cada vez más desértica: las verdulerías desaparecen o, si están, no tienen casi nada de oferta. Por un lado, tenés los alimentos de verdad: frutas, verduras, carne, cereales, lo que no se tiene que explicar a sí mismo. Por otro lado, tenés la oferta de comida que avanza para sustituir a la comida: es lo que ocupa el 80 por ciento de las góndolas, los alimentos ultraprocesados.

-¿Qué efecto tienen estos alimentos?

-Genera que la gente coma cosas que no necesita: galletitas, nesquick, gaseosas, aguas saborizadas. Es una oferta más calórica, tiene un efecto adictivo absoluto y está probado. Las personas que crecen con esta comida tienen una tendencia natural a querer esa comida. Un chico que desayuna Nesquick con zucaritas, si después le querés dar un plato de brócoli al mediodía, su paladar, su sistema, no lo puede disfrutar: su cerebro está esperando otro estímulo. ¡Como un drogadicto!

-Encima la cabeza de un niño es totalmente virgen, no puede razonar sobre lo que está comiendo.

-Totalmente. Esto te lleva al tercer eslabón de la cadena, que es la complicidad enorme y absolutamente perversa que tienen las instituciones supuestamente científicas de nutrición, que viven de la industria alimentaria, que se solventan de esa manera y que después se repiten en un montón de profesionales de la salud muy mediáticos, que terminan reproduciendo un discurso que dice: “No hay que demonizar a los alimentos, todos los alimentos, en la medida en que son comestibles, aprobados por el Gobierno, son buenos. Hay que balancear, te tenés que educar a vos mismo como consumidor para saber qué y cuánto de esa oferta podés comer”. 

-Porque además son los mismos que después te venden los productos light.
-¡Por eso! Si se hiciera lo contrario, se acaba el negocio de todos ellos. Porque además meten muchísimo a la piscología, entonces enredan a las personas que terminan atrapadas en un círculo vicioso. Las personas no entienden qué hacer, porque en realidad es todo muy confuso. ¿Por qué no te pueden decir “esto es comida” y después también “está esto otro, que no es comida, pero vos hacé lo que quieras”? Es como cuando se empezó a cuestionar duramente al cigarrillo y entonces aparecieron médicos diciendo que había que fumar Camel Light porque no te hacía tan mal… con la comida es lo mismo.

La autora describe el sistema alimenticio como «perverso». | FOTO: MAURO DAVID

-¿Qué hacemos, entonces?

-Creo que hay una comida que defender. Después hay que pensar qué dieta se puede hacer que también sea ética. No hay otro modo de producir esta cantidad de carnes, huevos, lácteos que con este sistema industrial. Pretender producir la misma cantidad de derivados animales en un sistema más natural requeriría otro planeta o seis mil millones de personas menos. Pero comer esta cantidad de derivados animales es una pésima idea. Lo que creo hay que repensar es antes la dieta que se impone. Por ejemplo, 10 mil gallinas encerradas en un galpón dando un huevo por día, sin espacio para moverse. Si vos pensás cómo hacés para desplegar eso, hace falta un territorio que no existe para que sea lógico.

-La pregunta que siempre sobrevuela es si esa demanda es real.

-No, es una demanda impuesta, justamente. Cuanto más ultraprocesados se comen, y este es un estudio muy interesante que se está haciendo en Brasil, más necesidad de carne tiene la gente. Porque los nutrientes que te están faltando por comer esa comida de mentira, vas a buscarlos a la carne rápidamente. Es un sistema que se explica siempre a través de esas máximas que te dicen “no hay otra manera de darle de comer al mundo”. Es mentira: este sistema le está dando de comer mal al mundo. Pero bueno, hay que desarmar mucho. Lo que sí es cierto es que cuando salís del supermercado, es un avance muy importante. El supermercado es el paisaje en el que no se ve, no se escucha ni huele el horror. Pero el backstage es un paisaje horroroso. Si salís de eso encontrás otros espacios de relaciones, de consumo, de lógica económica y social alrededor del acto de dar de comer. Si hablás con la gente de Iriarte Verde, que son los que me traen a mi casa la comida, ellos son personas que están pensando en otra cosa, no en hacer más y más plata cada año, que es una lógica destructiva.

 Una dieta sin carne, en este momento, no es posible. O sí es posible, pero tenés que matar primero a 6.000 millones de personas. Si no, no aguanta.

-Lo que decís se relaciona bastante con la polémica alrededor de aquella carta del biólogo Claudio Bertonatti, que decía que si el mundo se hiciera vegetariano, sería una catástrofe. Un poco le estás dando la razón…

-Yo creo que sí. Hay cosas de su trabajo que no me interesan nada, pero en eso el tipo dio en el clavo. El mundo es angustiante, y ante la evidencia uno dice “quiero hacer algo, qué puedo hacer para que esto no pase”. Y hacés lo que más rápido te puede tranquilizar. Hay algo muy real en el veganismo y que yo apoyo, acompaño y respeto mucho, y que tiene que ver con la voluntad de no querer comerse a otro ser vivo. Pero si todos quisiéramos comer manzanas, este sistema perverso encontraría la manera de destruir todo para que podamos comer manzanas. Es una trampa económica.

-¿Tiene límites la industria alimenticia?

-Es que hay cosas que se confunden: una cosa son los límites productivos y de la realidad y otra son los límites ideológicos de las personas. Escuchás a Grobocopatel, que te dice que en la semilla de soja hay más tecnología que en una Pathfinder, es una persona limitada para entender la naturaleza. Esa limitación se entiende también desde la violencia, porque están utilizando elementos violentos: están tirando veneno, generan diseños para violentar a los animales a niveles imposibles. La jaula de gestación para la cerda, las jaulas para las gallinas… son elementos de tortura para optimizar negocios. En Córdoba están haciendo deforestaciones químicas: van directamente con los aviones y rocían. Están locos, no es gente que está bien. En un mundo normal les sacarían las licencias y los mandarían a sus casas para que repiensen lo que están haciendo. Están liquidando el futuro de todos. Pero mientras se imponga la idea de maximizar la productividad, aumentar el dinero, vamos a seguir así. Todo se explota como si fuera minería.

La industria alimenticia está liquidando el futuro de todos.

-Es extractivismo.

-Es extractivismo aplicado a todo. Lo bueno es que se ve cada vez más que es mentira.

-¿Ese cambio dónde lo ves? Porque el ministro de Agroindustria lo sigue sentando a Grobocopatel al lado suyo.

-Tiene que avanzar por otros lugares. Nunca los cambios se dieron de esa manera: un político no va a venir y decir “me iluminé”. No pasa eso.

Para Barruti, todavía seguimos teniendo un vínculo romántico con la comida. | FOTO: MAURO DAVID

-En Estados Unidos, meca de la mala alimentación, incluso está cambiando desde la óptica del “fresh and local”.

-A mí la cultura norteamericana me causa mucho rechazo, pero están haciendo un gran trabajo ahí. Hasta los restaurantes vuelven a tener una gallina en el patio. Las personas no están preparadas para romper sus vínculos con la comida. Michael Pollan lo cuenta muy bien en su libro «Cocinar».

Es interesante la cocina como expresión de algo local

¿A qué se lo atribuís?

-A la necesidad de no perder ese contacto con la comida. Básicamente la producción de alimentos es lo que nos hizo lo que somos. Los alimentos como expresión de territorios, de organización social y entendimiento con la naturaleza. ¿Cómo lograron los indígenas de Centroamérica para hacer de un pasto duro un maíz? Nadie lo puede explicar, ningún laboratorio lo puede hacer. Es un camino de domesticación, largo y profundo, que expresaba territorios, ideas. Fue transformando la cultura alrededor de las recetas que expresan un sabor, un territorio y todo ese entendimiento junto. Por eso es interesante la cocina como una expresión de algo local. No por el gusto nada más, sino porque expresa una historia en común. Es algo que hasta hace poco estaba. La historia de la alimentación se quebró totalmente en los años 50, con la explosión de este otro mundo de los alimentos procesados que todo el tiempo te ofrece algo supuestamente mejor a lo que te ofrecía aquel mundo rudimentario. Sin embargo, las personas siguen teniendo ese vínculo casi romántico con ese mundo del que venimos.

-Es que una vez que lo probás ese otro mundo que estuvo vedado, el acceso a los sabores locales, no tiene vuelta atrás porque realmente es real y es otra cosa.

-Es otra cosa, sin duda. La idea de la comida de la abuela no es una boludez, es la comida fundante de una familia.

-Más allá del rol de la mujer de la cocina.

-Es que lo que tiene de interesante esta parte de la historia es que todos ingresamos a la cocina, ya no sólo la mujer. La familia, la comunidad, cuando ves los talleres de huerta, es sumamente mixto. No va más la cosa esclavista, de género. Al contrario. Mi hijo está copadísimo con la cocina: con la novia, los amigos, todos cocinan. Pero hay que darles acceso y conocimiento a las personas para que se reencuentren con eso.

-También hay allí un tema con los precios, porque la industria de lo orgánico y sus rotulados es un negocio bastante restrictivo.

-Es que lo orgánico es una industria dentro de lo mismo. La Virginia hace té orgánico y té tradicional. Lo que te está mostrando la marca es que como aplica ciertas técnicas que son más caras, como por ejemplo incorporar personal, no tirar veneno en forma salvaje y conseguir la certificación, entonces sus productos son más costosos. Es un negocio que hay que entenderlo: si vos producís tomates y los querés vender como orgánicos, tenés que pagar una certificación carísima. ¿Y por qué vas a pagar esa certificación? Porque así los vas a vender más caros. Si no, no se explica. ^^^

Lee esta entrevista completa en Revista Almagro

  • Jorge E. Ruiz . 00:54hs

    Soledad cuando mencionas a las personas carenciadas y afirmas que no tienen oferta, te invito a que entres en la Villa 31 y verifique si tu afirmación ahí tiene sentido

  • Ayelen . 08:37hs

    Buen día. Mi duda es con respecto a el origen de las semillas que se utilizan para armar la huerta (puede que me esté volviendo un poco paranoica). Se les hace algún proceso químico en la recolección o están modificadas? Donde puedo conseguir semillas sin ningún tipo de tratamiento?
    Gracias

  • elputoamo . 12:51hs

    Qué tía más tonta

  • Liliana Violeta Halkett . 18:03hs

    Me parece muy interesante ,Me encantaría leer más bibliografía.

  • Manuel . 20:35hs

    Muy buen articulo. Esta lleno de ofertas y ferias barrio norte. El acceso en el sur a algo organico es muy escaso. Deberia haber un mapa donde se pueda ir agrengando lugares que vendan productos organicos y agroecologicos… porque lamentablemente son muy pocos, y cuando es poco o muy poco conocido tambien es excusa para poner los precios altos (unos pocos siempre quieren mas mientras tengan cada vez mas poder)… porque cualquier motivo sirve para aumentar el precio a algo en un pais bananero y actualmente avanzamos a cada segundo mas en lo bananero. Pero es bueno que mas gente se anime a plantear verdaderos cambios.

  • Manuel . 20:40hs

    En cuanto a las semillas. Lo mejor seria sacarlas de productos organicos que uno consume o tambien consultarle a quienes uno consume esos productos. Las otras alternativas para comprobar lo organico que uno consume son pedir un analisis de sustancias en laboratorio o esperar a que se termine de perfeccionar el analisis molecular a traves del celular. Por ahora la respuesta mas rapida es a quienes producen alimentos organicos variados.

  • Nicolás . 23:02hs

    ¡Una genia total de la vida!

  • Nydia Welles . 00:10hs

    Muy bueno tu trabajo. Yo vivo en EEUU y no es tan facil. Los restaurantes con la huertas en el techo si existen, pero no estan al alcance de todo. Comer sano es posible pero muy caro. Ademas el aprendizaje es individual y se corre el riesgo de que todos parientes y amigos se mofen de uno.

  • Ricardo Isidro Castiglia . 07:39hs

    Buenisimo este articulo por favor difundir mas, para aplicarlo y que la gente lo haga, es solo pensar y escuchar. voy a pasar esta nota a mis hijas y amigos, Gracias fue muy esclarecedor

  • Muy interesante . 09:26hs

    Me interesa conocer más. Estoy intentando volverme vegana

    Gracias y saludos
    Pilar

  • Franco Spinetta . 09:38hs

    Muy interesante y directa

  • vergotas . 11:37hs

    deja las drogas

  • Flavia . 13:14hs

    Las manzanas también son seres vivos.

  • GRANTON RUBEN . 14:25hs

    AVISENLE A ESTA MUJER QUE LOS REYES MAGOS SON LOS PADRES, Y QUE EL NIÑITO DIOS, TAMBIEN.

  • Cristian Moil . 15:52hs

    Soledad. Somos padres jovenes con la inqúietud
    De alimentar sanamente a nuestros hijos gracias por hablar de estos temas…

  • anto . 16:31hs

    Excelente y verdadero,pero lamentablmente va contra todo el sistema que conocemos y nos crio desde que nacimos (yo naci en los 90). Va a ser un camino dificil de transitar y lo primero es informar a la gente para que se una a este proceso de saneamiento.

  • Claudio . 19:10hs

    No hace falta matar a seis mil millones para que la gente pueda ser vegetariana. Más del 80% de la soja que se cultiva en el mundo está destinada a alimentar al ganado…..

  • Claudio . 19:13hs

    No hace falta matar a seis mil millones de personas para que el mundo sea vegetariano. Más del 80 % de la soja que se cultiva en el mundo está destinada a alimentar al ganado…

  • vero . 21:07hs

    Ojalá todos pudiéramos comprar verduras y frutas orgánicas (y que nos las traigan a casa), es cara!

  • LILIANA . 00:48hs

    EN CAPITAL FEDERAL HAY MUCHOS LUGARES DE FERIAS ORGANICAS. TB. POLLOS Y CARNE ORGANICAS

  • Pablo Arturo . 15:06hs

    Viene a cuento por la charla de ayer.

  • Bárbara . 15:34hs

    Las plantas también son seres vivos. Me choca esa afirmación de «no querer comerse a un ser vivo» lo son de igual manera solo que no grita la lechuga cada vez que le arrancamos una hoja, soy vegetariana por una convicción mía pero no comparto para nada ese pensamiento.

  • Esteban . 23:34hs

    Están encerrada en un núcleo social demasiado pequeño Soledad. No tienes la capacidad, en tu critica, de dimensionar la densidad de gente que el mundo trata de alimentar. Faltas argumentativas en todo el texto me hacen solo confiar en tu buena intención de hacer bien las cosas pero no en hechos, hablas de estudios sin citar fuentes y honestamente se siente mucho el efecto clickbait en tu escritura. El clásico relleno de la web con falta de «nutrientes».

    Se que no nos conocemos, pero creeme, estoy en una condicion bastante parecida a la tuya, acomodado. El tiempo libre generado en tu cabeza por el confort, ese tiempo que la gente debe gastar en solucionar su vida tu lo llevas al ocio de pensar, de criticar y eso es bueno. Sobre todo con una intención leal a la sociedad. Pero debes entender como funciona un país, su agricultura y economía, antes de criticar un modelo económico que esta ahí por necesidad de una sociedad enferma desde su base.

    El problema varia mucho en cada país, pero en latinoamerica hay comunes denominadores clave como la falla en la educación, el mal balance de la riqueza y los estados en virtud de las corporaciones (y de ahí vienen los supermercados). Pero bue, no es de pesado, en serio, pero generalmente la gente «acomodada» no suele entender estos puntos. No me extraña que no los desgloses en tu critica como parte de un sistema que «esta fallando»

  • Mago Pis . 08:04hs

    todo solucionado pues, que bien, no?

  • Ivan ceballos . 11:46hs

    Excelente!!!

  • Laura . 12:03hs

    Leo muchas criticas y negaciones. Me gustaria que alguien me diga en que Soledad miente? Miente acaso que las gallinas estan encerradas sin ver la luz poniendo huevos, miente acaso en que el negocio de la alimentacion es solo eso un «negocio» yo me pregunto aquellos que tildan de «inocente» no se estan mirando a si mismos? Acaso creen que la carne que comen viene de una vaca feliz que come pastito como le enseñaron en la escuela?. Aca habla de generar un vinculo con la comida mas real y humano. Estamos cada vez mas «civilizados» e inhumanizados al mismo tiempo. Hay que empezar a cuestionarnos mas el que comemos y porque lo comemos.

  • Sara Elena Ayala . 01:55hs

    No me parece bien que se critique el aumento de costos de los cultivos orgánicos. Por supuesto que deben costar mucho más para compensar los menores ingresos que recibe el agricultor, por la disminución de su producción al no usar sustancias químicas diseñadas para evitar la proliferación de malas hierbas, insectos y otras plagas. Se pretende que el cultivador orgánico cobre igual que un cultivador que usa agroquímicos y cosecha muchas veces más.
    Si pretendemos que alguien cuide un cultivo retirando los insectos a mano, sacando las malas hierbas con una pincita, que junte bosta y la deje secar para abonar, que use semillas sin tratar y que le salga una planta de cada diez semillas, etc., mejor que pensemos que merece vivir con igual calidad de vida que los otros. Necesita transporte de sus productos, llevar los chicos hasta la escuela del pueblo, hacer compras de alimentos que no produce, pagar electricidad, gas, impuestos, televisión por cable, teléfonos, ropas, una heladera nueva tal vez, un molino para riego, bolsas o cajones para sus productos, galpones, invernaderos, herramientas, y todos los etc. que recuerden y que utilizan o disfrutan otros agricultores no orgánicos. Para entender mejor, hay que plantar uno mismo lo que se pueda, aunque sea en macetas. Esa sí va a ser agricultura orgánica. Un consejito: no siembren semillas de especies compradas en las verdulerías o supermercados. No prosperan porque para las ventas se cultivan generalmente híbridos, y si brotan son de inferior calidad que los originales.

  • Gabriela santos . 23:36hs

    Excelente articulo

  • maria . 09:46hs

    Lo que dice Soledad es solo una porcion de toda su investigacion que pueden leer en su libro y en diferentes articulos. Ella es muy respetuosa con las diferentes ideologias en cuanto a alimentacion(veganos, vegetarianos, etc). Si siempre nos vamos a escudar en los problemas sociales vamos a seguir comiendo todos como el orto. Es cierto debe haber una educacion y una regulacion por parte del Estado pero eso no sucede. Los que tenemos una posicion mas privilegiada tenemos el deber de hacer llegar esta informacion, Sin ir mas lejos a mi no me sobra la plata pero igual intento consumir cero ultraprocesados. Existen cooperativas de agricultores que no te cobran la verdura organica una barbaridad. Si bien la produccion organica es mas cara en mano de obra es mas barata en el sentido de que no se usan pesticidas, los precios altos son por los intermediarios, nos roban en la cara.
    Consumir a granel los cereales y legumbres comprandolos en una dietetica es muuucho mas barato, cocinar es muuucho mas barato,
    Aca compro yo y les aseguro que gasto mucho menos que yendo a la verduleria o supermercado https://www.facebook.com/MercadoTerritorial/?fref=ts

  • Luz Marina Osorio Loaiza . 14:40hs

    Excelente justificacion de una mala alimentación. Me gustaria leer mas sobre el tema.

  • franco Spinetta . 16:02hs

    Me pareció fantástica la entrevista

  • Fede . 12:25hs

    Si conseguís una, sólo una, semilla de maíz (por ejemplo)que no haya sido modificada genéticamente te la encargo

Domingo

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