Un fantasma sobrevuela nuestros hogares. Silencioso pero implacable, convive con nosotros sin que nos demos cuenta. Se trata del consumo fantasma, como se denomina al gasto energético que genera dejar enchufados los aparatos eléctricos cuando no los estamos usando. 

El cargador del celular, la TV, la computadora o la heladera son los principales sospechosos a la hora de analizar el consumo fantasma o consumo vampiro, como también se lo conoce.

Sin embargo, son pocas las personas que los desenchufan, posiblemente porque no se cree del todo que hacerlo implique realmente un ahorro significativo en la factura eléctrica.

Por eso desde ACONCAGUA nos propusimos descifrar qué tanto impacta en el medio ambiente y en el bolsillo este consumo energético.

¿Dejar conectado el cargador del celular, por poner un caso emblemático, implica un ahorro relevante? En tiempos de aumentos de tarifas y dolor de bolsillo. ¿estamos durmiendo con el enemigo?

Buenas (y malas) prácticas

Nuestra relación con la electricidad es complicada. La gran mayoría no entendemos del todo nuestro consumo eléctrico. Por eso explicar qué artefactos son los que más consumen y cómo usarlos más eficientemente, es uno de los objetivos principales de la «Guía de buenas prácticas para un uso responsable de la energía en el hogar» elaborada por la Secretaría de Energía de la Nación. 

Según cifras oficiales, el mayor consumo de energía doméstica tiene que ver en primer lugar con la calefacción (35% del gasto). En el segundo puesto de este ranking energético aparece el termotanque para calentar el agua (14%) y completa el podio la heladera (13%).

Por su parte, el consumo de los aparatos electrónicos y eléctricos – léase, la TV, el equipo de audio, la computadora, el celular y los pequeños electrodomésticos, entre otros–, suman aproximadamente un 11%.

Pero de este último grupo no todos los aparatos consumen lo mismo. El secador de pelo, la tostadora o la plancha son algunos de los artefactos que más consumen estando en uso. 

Según datos de Edenor, aproximadamente el 15% del consumo de un hogar se produce por aparatos electrónicos conectados en modo «stand by».

Un 15% del consumo hogareño corresponde a dispositivos en modo «stand by».

Por ejemplo, el microondas gasta más electricidad por año en mantener su reloj digital encendido que en calentar alimentos.

Claro que algunos estos aparatos no siempre están enchufados y a veces duermen desconectados en cajones hasta su próximo uso. En cambio, otros como el cargador de celular están enchufado todo el día en la enorme mayoría de las casas.

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¿Durmiendo con el enemigo?

Es habitual tener un cargador de celular en la mesa de luz, y quizás otro en el living o en trabajo, por comodidad. 

Según especialistas en energía consultados para esta nota por ACONCAGUA, el consumo fantasma de un cargado de celular de buena calidad promedia el los 0,06W, y uno de mala calidad 0,25W.

Si lo analizamos a escala micro y sólo observamos nuestra propia realidad, podríamos convencernos de que no es tan grave para el bolsillo: el total anual que gastamos por dejar un cargador de celular genérico enchufado todo el año no supera los $5 anuales. Sí, cinco pesos.

Es decir que desenchufar el cargador no pareciera una molestia que se pueda justificar por el ahorro económico de cada uno, si eso es lo que nos interesa.

Sin embargo, cuando hablamos de sustentabilidad y analizamos los consumos, lo más importante, más allá del ahorro en tu boleta de luz, es entender cuál es el impacto ambiental y en qué se desperdicia la energía.

El consumo fantasma anual de nuestros cargadores equivale a la energía de 30.000 hogares.

Calculando que hay más celulares que personas en el la Argentina, pero estimando que un pequeño porcentaje sí lo desenchufa o no los usa, nos da como resultado que el consumo fantasma anual de todos nuestros cargadores, equivale aproximadamente al consumo de 30.000 hogares.

Ahora bien, si consideramos de dónde proviene esa energía y el impacto ambiental que se genera al producirla, la amenaza del consumo fantasma empieza a tomar otro calibre. 

Partamos de la base de que por cada watt de energía eléctrica que consumimos, estamos emitiendo dióxido de carbono a la atmósfera, el principal gas del efecto invernadero, y por lo tanto contribuyendo entonces al calentamiento global.

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Así las cosas, dejando el cargador enchufado no sólo estamos malgastando un recurso, además estamos emitiendo cerca de 80,000 toneladas métricas de CO2 a la atmósfera.

¿Es mucho 80,000 toneladas métricas de CO2? «Si consideramos que sería un logro reciclar 3,500,000 bolsas de basura, o si valoramos el ahorro en emisiones de 17,000 personas menos usando auto por año, entonces sí, porque ese sería el ahorro en emisiones de desenchufar el cargador», comparan  los expertos consultados por ACONCAGUA.

Está claro que enfocarse en las acciones con mayor impacto es lo más efectivo y necesario, y precisamente porque las emisiones por consumo eléctrico en nuestro país representan el 45% (en segundo lugar después de las emisiones por agricultura).

Luego de las advertencias de la comunidad científica sobre la urgencia de reducir las emisiones para mitigar el calentamiento global, se necesita el aporte de todos.

En síntesis: no tenemos que dejar de usar la electricidad, pero sí podemos ahuyentar a ese consumo fantasma de casa.

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