El 31 de octubre de 2018, 1500 personas se reunieron frente al Parlamento de Londres al grito de “Somos el cambio que estábamos esperando”.

La mayoría sostenía carteles con frases como “Digan la verdad” o “Salvemos el planeta”. Incluso, algunos se anclaron a las puertas del Palacio de Buckingham mientras leían una carta dirigida a la reina. Su objetivo: que el gobierno inglés dé una respuesta a la crisis ambiental.

Esta fue la primera manifestación de lo que a partir de ese día se convertiría en Extinction Rebellion (XR), un movimiento ecologista que busca influir y cambiar las políticas ambientales de los gobiernos. 

 

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Una publicación compartida de Aconcagua.lat (@aconcagualat) el 31 Oct, 2019 a las 8:11 PDT

Un año más tarde, mediante la resistencia no violenta, lograron lo que buscaban: ser reconocidos a nivel internacional y conectar con millones de personas alrededor del mundo.

Tal como ellos mismos lo definen, buscan “lograr un cambio radical con el fin de minimizar el riesgo de extinción humana y colapso ecológico”. “Para cambiar el mundo hay que hacer ruido”, afirmó uno de sus fundadores, Roger Hallam.

Los integrantes de este movimiento discrepan con el ecologismo tradicional y el método histórico de buscar cambios a través de los sistemas políticos vigentes; creen que ya tuvieron su momento de hacer algo al respecto y eligieron no hacerlo.

Hoy, les toca a ellos: celebran a Greta Thunberg y se nutren de ex militantes de Greenpeace, de jóvenes inquietos y hasta de celebridades como Jude Law, Thom Yorke, Emma Thompson y Jane Fonda, entre otros. 

Sus objetivos se pueden resumir en tres puntos:

– Buscar que los gobiernos digan la verdad y declaren la emergencia climática y ecológica, trabajando con otras instituciones para comunicar la urgencia del cambio

– Detener la pérdida de biodiversidad y reducir las emisiones de gases de efecto invernadero

– Crear asambleas ciudadanas que guíen a los gobiernos y tomen desiciones sobre los cambios necesarios sobre el clima y la justicia ecológica

Actualmente, XR –como se lo conoce– tiene 45 mil voluntarios activos a nivel mundial. En octubre de este año, llevaron a cabo 15 días de desobediencia civil en más de 60 ciudades: desde Berlín, Sydney y Nueva York, hasta Buenos Aires, Bogotá y Río de Janeiro.

Activistas en una de las manifestaciones en Inglaterra | FOTO: Extinction Rebellion

El movimiento en América Latina

Si bien su movimiento es más fuerte en Londres, también tienen sus grupos locales en América Latina.

En Argentina, en mayo de este año, un grupo de 30 jóvenes se desplomó en el piso del Museo Nacional de Bellas Artes, frente a los cuadros de una muestra sobre frigoríficos y matanzas industriales. 

Luego, con más de 1700 activistas guiados por Flavia Broffini –militante medioambiental que comenzó en la Fundación Vida Silvestre y que también  pasó por la función pública– realizaron manifestaciones frente a la Embajada de Brasil, por los incendios en el Amazonas.

Y a fines de septiembre, aparecieron en el Malba, en un encuentro empresarial del que participaron marcas como Unilever y Coca Cola. Sus pancartas decían: “O modifican sus modelos de negocio o el mundo estalla en mil pedazos”.

En XR, aseguran, no existe el verticalismo. “Creamos colectivamente las estructuras para desafiar el poder; cualquiera que siga nuestros principios y valores puede actuar en nombre de Extinction Rebellion”, afirman sus creadores. 

Por eso, en todo el mundo, se organizan fuera de Facebook y Google y alojan su información en plataformas no tradicionales, comunicándose a través de Telegram. “Únanse, sean rebeldes por la vida y por el planeta. Por nuestros hijos y los futuros de sus hijos. Hay mucho trabajo por hacer”, invitan.

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