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“Si no protegemos a los océanos, no vamos a lograr sobrevivir”

En el Día de de los Océanos, nos zambullimos en las profundidades con el explorador de National Geographic Octavio Aburto.

8 de junio de 20 . 10:00hs
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Sofía Altuna

Cuesta imaginar algún rincón del planeta donde no haya rastros del ser humano.

En la actualidad alrededor del 13% de la Tierra está protegida y en apenas un 3% de los océanos está restringida la pesca. 

Es precisamente en estos pequeños paraísos donde se conserva intacta y a salvo una diversidad de flora y fauna sorprendente.

Entre ellos, el archipiélago de Revillagigedo, en Colima, México, un territorio considerado Patrimonio de la Humanidad.

Allí, la convergencia de dos corrientes oceánicas, convirtió la zona en un inmejorable lugar de encuentro para grandes especies migratorias como tiburones, ballenas y tortugas. 

Octavio Abruto

Revillagigedo es el hogar de unas 366 especies de peces, 26 de ellas endémicas, según The Pew Charitable Trusts.

Este grupo de islas en el océano Pacífico son las protagonistas del documental Revillagigedo, el México más salvaje. Se trata de una expedición a cargo de científicos de National Geographic que se sumerge a más de 2.000 metros de profundidad y devela los secretos del fondo marítimo. 

Entre los tripulantes de la exploración se encuentra Octavio Aburto, biólogo marino y fotógrafo. En diálogo con ACONCAGUA a propósito del Día Mundial de la Tierra. El explorador mexicano explica la importancia de conservar los océanos, reflexiona sobre el ambientalismo en tiempos de pandemia global y comparte los secretos de su apasionante trabajo.  

– ¿De dónde surge tu interés por preservar los océanos?

– Desde chico me apasiona el mar. Crecí en Ciudad de México, pero cada vez que mis papás me llevaban a la playa, me volvía loco. Estudié biología marina y desde entonces me fascina compartir lo que veo debajo del agua. En mi carrera fotografié la recuperación de varios lugares, como Cabo Pulmo en México, y cada vez que voy me lleno de emoción. Pero también ví sitios donde solo hay destrucción y es devastador y lucho por que se recuperen. El mar controla todo el clima de este planeta: produce 2 de las 3 moléculas de oxígeno que respiramos y desencadena los procesos que el humano necesita para vivir. Tenemos que voltear hacia el mar para sobrevivir, prestar atención a lo que sucede ahí y concientizar sobre su riqueza para que los gobiernos los protejan.

Octavio Aburto

«Los sitios remotos han estado alejados del impacto humano, si exploramos el agua lo primero que vemos son animales grandes que habían sido extirpados de esa geografía», explica Octavio.

– ¿Cuál es la importancia de estas islas? 

– En sitios remotos como este vemos cómo cuando los humanos dejamos a la naturaleza en paz, esta funciona como debería funcionar. Y expediciones como la nuestra permiten mostrar a la sociedad lo que tienen en sus aguas y en qué estado se encuentran. Las islas son un ejemplo sobre la importancia de cooperar para proteger los océanos y mares. En concreto, Revillagigedo es un referente de cómo los gobiernos deben proteger ecosistemas marinos que se conservan en un estado muy natural y recuperar otros que hemos descompuesto por la sobrepesca, la contaminación o demás efectos humanos.

– ¿Cómo eligen cuáles sitios preservar y cuáles no?

– Si a un científico le dieran a escoger, recuperaría todos los océanos de este planeta. Como sé que no es posible, hay que empezar por priorizar aquellos que cumplen funciones importantes como las agregaciones de reproducción, que es donde llegan las especies a reproducirse. También los manglares, que albergan a las especies en sus etapas iniciales, son como sus guarderías.

[Leé más: ¿El coronavirus es un respiro para el planeta?]

– ¿Qué hallazgos se hicieron en la expedición?

– En Revillagigedo encontramos la diversidad de tiburones más elevada en todo el Pacífico y especies de corales de blanco desconocidas por la ciencia. Descendimos 500 metros con un sumergible para recolectar muestras con un brazo mecánico, y más de 3000 metros de profundidad con unas drop-cams. 

Manta Raya

En Revillagigedo se descubrió una población endémica de mantas gigantes que generó un turismo que deja muchos millones de dólares para México.

– ¿Por qué estas expediciones son importantes?

– Lo que se busca dentro del proyecto Pristine Seas y National Geographic es que los poderes políticos hagan todo lo posible para cumplir los compromisos que se han fijado en términos de conservación marina a nivel internacional. Cuando hicimos esta expedición, en 2016, los gobiernos solo protegían el 10 por ciento de los océanos. Pero después de ver los resultados, el gobierno mexicano reconoció el valor de ese archipiélago y un año después lo decretó como reserva marina  sin pesca. Revillagigedo, con 147.000 kilómetros cuadrados, es hoy la reserva más grande de Norteamérica donde no se pueden realizar ninguna actividad extractiva.

[Conocé más: El boom de las áreas marinas protegidas en Sudamérica]

 – ¿Qué medidas debería tomar el sector turístico para las zonas naturales?

– Deberíamos tener una nueva visión del turismo, una que busque preservar las zonas naturales. México se hizo popular por sus playas vírgenes, sus bosques de Manglar, sus arrecifes coralinos, pero ahora se han destruido. Por la contaminación que se va al mar de los grandes hoteles, han muerto corales y ahora cada año llegan unas cantidades de sargazo enorme que se varan en las playas. Esto es el resultado de haber masificado el turismo en pro de generar dinero. La visión del turismo saludable tendría que ser la de visitar un lugar y ayudar a alguna comunidad que está realmente protegiendo ese sitio y sumarse a ese movimiento.

– ¿Qué reflexiones puede dejar la crisis del coronavirus sobre el cuidado del medio ambiente?

– La crisis resultó un experimento en cierta manera forzado que demuestra que cuando se pone el interés político y de la sociedad los océanos se recuperan en muy poco tiempo. Como sociedad podemos colaborar para que la biodiversidad sea el centro de un plan para recuperar la naturaleza que hemos perdido en el planeta. Antes, cuando se sugerían estos proyectos la primer respuesta es que eran muy costosos y que tardarían mucho para ver resultados. Ahora nos hemos dado cuenta de que sí es posible, puede haber un costo económico pero a largo plazo va a haber un beneficio. Mi esperanza, y la de muchos, es que todos recordemos que esta pandemia se inició por el tráfico de la vida salvaje. No debemos regresar a la normalidad. No podemos seguir consumiendo como lo hacíamos, ni seguir produciendo la misma cantidad de plástico. Debemos regresar a impulsar a nuestros gobiernos y empresas a que se generen tecnologías para reducir el CO2. Espero que seamos más proactivos y recordemos que este experimento forzado demostró que sí se puede lograr recuperar el planeta. 

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