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«Mi destino es ser promotor del cambio»

Radicado en Canadá, Julio Montaner es uno de los principales referentes globales en la investigación sobre el VIH/Sida. Perfil del científico argentino que da la vida por detener una epidemia.

30 de mayo de 17 . 18:54hs
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Nicolás de la Barrera

Julio Montaner habla rápido pero el inglés que emplea durante gran parte del año en Canadá, en donde vive y trabaja, apenas asoma en algunas palabras. Luce su moño habitual y el clásico lazo rojo, símbolo del compromiso y trabajo hacia las personas con VIH, sobre la solapa del saco, acaso como una primera contraseña para quien no lo conozca.

Tras haber dado una clase magistral ante un auditorio completo en la Universidad de El Salvador, en donde lo distinguieron con la entrega de un doctor honoris causa, este médico porteño, nacido en 1956, se prepara para volver a la universidad de la provincia canadiense de British Columbia.

El reconocimiento se sumará a muchos otros, como el Premio Mundial de Ciencias Albert Einstein (2010) o la distinción de la revista Science, por el mejor avance científico del 2011. O el apoyo que el papa Francisco o Bill Gates le dieron a sus propuestas.

Las investigaciones de Montaner influyen tanto en organismos como la OMS o en personalidades como Bill Gates.

De paso por Buenos Aires, se lo ve alegre y relajado. No piensa en premios. En su cabeza hay un sinfín de ideas que dominan todo: la epidemia del VIH, la estrategia para controlarla y cómo seguir achicando los números de las nuevas infecciones.

Es una mezcla de obsesión y compromiso que en 1996 lo llevó a liderar el descubrimiento del triple cóctel antirretroviral, que posibilitó el control de la expansión del VIH en el cuerpo. Aquel avance convirtió a la infección en crónica.

En la década siguiente propuso la estrategia que cambiaría el rumbo de la epidemia: el “Tratamiento como Prevención”, apoyado en los testeos a todas las personas y, en los casos positivos, en un rápido acceso al tratamiento como forma de prevención de nuevas infecciones.

Le hemos perdido un poco el respeto al VIH/Sida.

“Postulamos que si pudiéramos acercar los pacientes al tratamiento y el tratamiento a los pacientes en forma facilitada podríamos concluir la epidemia. En el 2006 esto era un poco polémico, pero hoy por hoy no es así”, dice Montaner en diálogo con Revista Almagro. En el medio, tuvo que romper con la barrera de quienes desconfiaban de su idea.

“Desde que implementamos el tratamiento como prevención, la incidencia de VIH en British Columbia casi desapareció. Hoy mis residentes pueden terminar el entrenamiento de medicina y no haber visto un caso de neumonía por pneumocystis carinii, que fue la patología que me trajo al VIH/Sida. En ese momento tenía la desgracia de diagnosticar cuatro neumonías por día. Hoy, si diagnosticamos una por año es mucho. Respecto a la mortalidad, con la introducción del tratamiento para la prevención, ha prácticamente desaparecido”.

Claro que Montaner también fue protagonista en otra iniciativa mundial, tomada por la ONU para ponerle un punto final a la epidemia. Tal vez, la más ambiciosa que se haya planteado hasta ahora.

El nombre es 90-90-90: esto es que para el 2020, el 90% de las personas que viven con VIH conozcan su diagnóstico, que de estas personas el 90% esté bajo tratamiento, y que a su vez, el 90% tenga su carga viral en un nivel indetectable, de modo que no puedan transmitir la infección.

– Falta poco para el 2020, una fecha clave en la estrategia 90-90-90 para controlar la epidemia de VIH. ¿Estamos cerca de alcanzar esos porcentajes?

-Hemos hecho estudios en los que se demostraron que hay muchos países alrededor del mundo que se están aproximando al 90-90-90. Lamentablemente hay otros que no lo están haciendo suficientemente rápido y hay otros que se están alejando del 90-90-90. Yo no estoy acá para apuntar cuáles son los mejores y cuáles los peores, pero lo que te puedo decir con confianza es que esto se puede hacer, se debe hacer y que es altamente factible. Lo que necesitamos es el compromiso político, pero también el compromiso del público, para que demande que esto sea una prioridad. Porque, hoy por hoy, la falta de entusiasmo en lo que se refiere a desarrollar estos programas es realmente un problema. En las Naciones Unidas logramos la firma de todos los países integrantes por el 90-90-90, pero como decimos, ahora hay que ponerse las pilas. Tenemos que hacerlo, porque de lo contrario vamos a tener un problema crónico, de una epidemia que está tratada en forma despareja en distintas regiones y esto realmente no se puede tolerar.

– En Argentina hay una leve tendencia de aumento en los casos de infecciones en jóvenes y en adultos mayores. ¿Hay una pérdida de memoria sobre los peligros del VIH?

– Sí, es cierto que un poco le hemos perdido el respeto al VIH/Sida. En realidad, se debe a que hay un doble discurso: yo tengo la obligación de decirle a la gente que el VIH es una infección manejable al punto de convertirse en crónica, que no es lo letal que había sido en los años 80 y 90, pero al mismo tiempo tengo que decirle a la gente, “tengamos muchísimo cuidado porque infectarse con VIH no es broma».

– Siempre es mejor prevenir que curar… 

Este doble diálogo hace que se complique la cosa, porque la gente piensa que de repente ya no hace falta tenerle tanto respeto a este tema.Tenemos que ser claros: lo mejor que podemos hacer es prevenir la infección y esto se previene simplemente adoptando pautas de comportamiento que previenen la transmisión, no solo de VIH, sino de hepatitis C, de una cantidad enorme de enfermedades. O sea que desde el punto de vista de la salud pública, el mensaje tiene que ser claro.

Pasé de ser un académico- científico a un promotor de un cambio a nivel global y lo hago con mucho orgullo.

– ¿Cual es su opinión respecto al posible descubrimiento de una vacuna terapéutica o preventiva?

-Es muy fácil. La vacuna de prevención o la cura de la infección, todo esto es materia de investigación. Yo no sé si se va a descubrir hoy, mañana, pasado o dentro de diez, veinte o cien años, pero hoy por hoy no tenemos excusa de no hacer lo que sabemos que funciona. Soñamos con un futuro distinto y hoy ese futuro es el tratamiento para la prevención.

-En una anterior visita al país, se han referido a usted como un dirigente social. ¿Qué opina al respecto?

-Creo que mi carrera sufrió una evolución muy favorable, porque de ser un académico- científico- clínico me he transformado en un promotor de un cambio a nivel nacional y global y lo hago con mucho orgullo. No he dejado la investigación, no he dejado la clínica, sino que si puedo contribuir a que implementemos lo que sabemos, en lugar de generar conocimiento y no implementarlo, entonces creo que ese es mi destino. ^^^

Leé la entrevista completa en Revista Almagro.

  • Vale . 22:57hs

    Lo que viví estos años tratando de aprender sobre cómo nos están educando para prevenir fue una sorpresa: en casi todos los secundarios que investigué, si es que hacen algo sistemático; los esfuerzos en educación para padres e hijos se pusieron en adicciones, y la razón: meterse con hiv y ets tiene connotación sexual y mejor hablar de drogras que los padres están más de acuerdo, y con la educación sexual y reproductiva no hay acuerdo de abordaje. ?

Domingo

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