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Cómo alimentar nuestra creatividad, según el genial Isaac Asimov

En un ensayo inédito, el brillante científico y escritor nos ofrece su personal enfoque sobre la generación de nuevas ideas.

15 de mayo de 19 . 10:00hs
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Redacción Aconcagua

A finales de la década del 50, el genial escritor y científico Isaac Asimov –considerado el padre de la robótica–  fue invitado a participar de un encuentro de creatividad convocado por el prestigioso MIT y el gobierno de Estados Unidos.

Eran otros tiempos: la consigna era “pensar fuera de la caja” pero sobre la lucha armamentística que por entonces se llevaba a cabo entre las grandes potencias del mundo, Estados Unidos y la Unión Soviética.

El prolífico escritor de ciencia ficción asistió a algunas reuniones, pero se separó poco después al no sentirse cómodo ante la información clasificada.

Sin embargo, Asimov asentó su participación en un pequeño ensayo publicado este año por su amigo Arthur Obermayer, quien lo invitara inicialmente a las sesiones de “brainstorming”.

A partir de la pregunta “¿Cómo se obtienen las nuevas ideas?”, el célebre bioquímico desarrolla algunas ideas reveladoras sobre la creatividad y desde ACONCAGUA te las compartimos:

Interconexión

Según Asimov, las nuevas ideas no aparecen de la nada, sino que son el resultado de un proceso “evolutivo” de ideas previas.

Para ejemplificar esto, utiliza precisamente la teoría de la evolución por selección natural, desarrollada paralelamente por Charles Darwin y Alfred Wallace en el siglo XIX.

“Ambos viajaron a lugares lejanos”, escribe, “observando especies extrañas de plantas y animales y la manera en que estas variaban de lugar a lugar. Ambos estaban muy interesados en encontrar explicación para esto, y ambos fallaron hasta que se toparon con Essay on Population, de Malthus.”

Las ideas son resultado de un proceso evolutivo de ideas previas

Sin embargo, muchos científicos y naturalistas del siglo XIX pudieron haber viajado a sitios distantes tratando de encontrar explicaciones sobre la adaptabilidad de unas especies y la extinción de otras mientras leían a Malthus.

¿Por qué sólo Darwin y Wallace desarrollaron la teoría de la evolución? ¿No sería lo más esperable que, si todos los factores están en la mesa o frente a nuestras narices, las soluciones brillantes fueran más frecuentes?

Para Asimov, la clave se encuentra en la interconexión de factores: unir puntos que nadie hubiera unido antes para observar un nuevo dibujo sobre el mapa de las ideas, como si se tratara de una constelación a la que nunca nadie le hubiese prestado atención.  Hasta que alguien la inventó.

Arrojo

Siguiendo el primer consejo de Asimov, a pesar de que todos los elementos de una nueva idea se encuentren sobre la mesa, es necesaria cierta dosis de audacia para ponerlos en relación.

Las ideas nuevas casi siempre van a parecer insensatas

Y es que las ideas nuevas usualmente parecen insensatas, como “suponer que la tierra era redonda en lugar de plana, o que se movía en lugar del sol, o que los objetos requerían una fuerza para detenerlos cuando se movían, en lugar de una fuerza que los siguiese moviendo, etc.”

Excentricidad

Exponer una idea nueva requiere audacia, pero para acceder a ella se necesita, a su vez, una medida de excentricidad.

Para Asimov, la excentricidad no es andar por ahí con sombreros extraños o hablando raro; pensando en términos de grupos de trabajo, la excentricidad de una persona puede ser solamente relativa.

Hay que recordar que Asimov se encontraba trabajando con ingenieros aeronáuticos y expertos en servicios de defensa cuando redactó este ensayo, para quienes un escritor de ciencia ficción sin duda debía parecer una persona excéntrica.

Pensar «fuera de la caja» implica ser excéntrico

Una persona excéntrica respecto a algo, a menudo es excéntrica respecto a varias cosas. En consecuencia, la persona que tiene más probabilidad de tener nuevas ideas es una persona con experiencia en su campo de interés, y que es poco convencional en sus hábitos.

Pensar “fuera de la caja” implica, precisamente, ser lo suficientemente excéntrico y audaz para vivir todo el tiempo fuera de ella.

Aislamiento

No se trata de un tipo de soledad ermitaña, aislado por completo del mundo, sino cierto respeto a las muchas fallas de los actos creativos que sólo se pueden cometer con la impunidad de la privacidad.

Más que de habitar la proverbial isla desierta, se trata de tener una isla (“un cuarto propio”, diría Virginia Woolf) donde uno tenga permiso de equivocarse, es decir, de ser creativo, pues no hay creatividad sin ensayo y error.

La persona creativa, en este caso, está trabajando continuamente en ello. Su mente está mezclando información todo el tiempo, incluso cuando no es consciente de ello.

Irresponsabilidad

Aunque pueda parecer extraño, Asimov pensaba que “probablemente el sentimiento de responsabilidad inhibe más que cualquier otra cosa.”

Las grandes ideas de la Historia provienen de personas a quienes no se les pagaba para tener grandes ideas, sino que recibían pago por ser maestros, atender oficinas de patentes (como Albert Einstein) o burócratas insignificantes.  Las grandes ideas venían como asunto aparte.

No se trata de no pagarle a la gente creativa o a la que necesita desarrollar ideas innovadoras, sino de entender que las ideas verdaderamente revolucionarias en todos los campos provienen de una fuente personal, casi diríamos íntima, que por definición no tiene precio.

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