La mejor docente del mundo tiene 39 años, es inglesa e hija de inmigrantes. Su nombre es Andria Zafirakou y enseña arte en una escuela secundaria de uno de los suburbios más pobres de Londres.

Allí, en Brent, conviven comunidades étnicamente diversas y sus alumnos están expuestos a altos niveles de violencia.

Para acercarse a ellos aprendió a comunicarse en los 35 idiomas que manejan los estudiantes, rediseñó el plan de estudios, colaborando cuidadosamente con otros profesores para lograr un verdadero impacto en el aprendizaje.

De esta manera logró reducir la deserción y cambiarle la vida a cientos de chicos.

La inspiradora historia de Andria se impuso frente a las de más de 30.000 docentes de 173 países que postularon al Global Teacher Prize 2018, que entrega la Fundación Varkey cada año en Dubai.

Según la organización, el premio – de un millón de dólares– homenajea «a un maestro excepcional, innovador y comprometido, que haya logrado impacto en el aula y en su comunidad».

En marzo pasado la docente británica recibió el Global Teacher Prize, considerado el «Nobel de la educación».

De paso por Argentina para presentar la próxima edición del premio, y tras reunirse con el presidente Mauricio Macri y con Alejandro Finocchiaro, Ministro de Educación de la Nación, la docente británica se hizo un tiempo conversar con ACONCAGUA y otros medios.

¿Qué significado tiene  haber recibido el premio a mejor docente del mundo?

Pienso que este premio celebra el trabajo que hacemos todos los maestros y que muy pocas veces es reconocido. Distingue ese momento único, mágico, en que un maestro le cambia al vida a un estudiante. Me llena de orgullo haberlo ganado viniendo de un suburbio de Londres donde somos un equipo de maestros que sufrimos todo tipo de carenas y sin embargo seguimos adelante intentando cambiar las vidas de los jóvenes. Más allá de las dificultades, de los gobiernos o de la economía, nuestro trabajo se trata de encontrar la forma de enseñar, proteger y empoderar a estos chicos para que en un futuro ellos mismos se conviertan en modelos a seguir. Además, me enorgullece el hecho de que me distinguieron siendo maestra de arte, una materia que en mi país está subestimada. Esto es una prueba del poder del arte, de cómo el arte puede cambiar vidas. Soy testigo de como mis alumnos usan la música, el teatro, la pintura para encontrar una voz para sobrevivir.

El arte puede cambiarle la vida a un alumno

¿Nos podés compartrir alguna experiencia al respecto?

Las historias son muchas. Por ejemplo, hace seis años nos llegó a la escuela un chico que venía de una institución para alumnos con necesidades especiales. Su dificultad era que no podía hablar, no podía comunicarse. Tenía problemas en todas las materias, progresando muy poco académicamente. En la primera clase de arte que tuvimos, hizo un dibujo que me dejó anonadada. En seguida le mostré trabajos de Picasso y le dije: ‘lo que acabas de hacer es lo mismo que hizo Picasso’. Desde aquél momento, mostró una notable mejoría en todas las demás materias y en un futuro quiere aplicar a la universidad para estudiar diseño de video juegos.

Zafirakou se entrevistó con el Presidente Macri; el Ministro de Educación, Alejandro Finocchiaro; y con Agustín Porres, director de Fundación Varkey en Argentina, la entidad que organiza el Global Teacher Prize. | FOTO: Fundación Varkey

Las sociedades van ganando derechos y la diversidad empieza a ser una constante en las aulas. ¿Cómo hacer para gestionar e incentivar esas diferencias?

Pienso que es importante enseñarles a nuestros chicos cómo son las culturas que no conoce. Por ejemplo, en mi clase hay muchos alumnos de India, por lo que suelo enseñarles a todos diseño o historia de ese país. Hacemos actividades con todas las familias para celebrar a cada comunidad, para que todos se sientan orgullosos de sus culturas. Eso derriba cualquier barrera. Porque los chicos son fantásticos: no distinguen ni raza ni color. Los racistas somos los adultos. Un chico juega con quien sea, sin preguntárselo, y esa es una lección que todos deberíamos aprender.

¿Qué vas a hacer con el dinero del premio? 

Es una pregunta que me suelen hacer con cierto escepticismo los periodistas en Londres. Y siempre les contesto que no gané este dinero en la lotería, sino que lo hice trabajando en una escuela con carencias que logró inspirar a cientos de alumnos. Allí comprobé que el arte puede mejorar la vida de la gente, así que voy a crear una organización que ayude a chicos en situaciones difíciles a conectarse con artistas en las escuelas.

¿Cuales son, en tu opinión, las características principales que tiene que tener un líder, ya sea en una clase o en otros ámbitos?

En Inglaterra todo se mide con mucho rigor, siempre estamos bajo observación y tenemos que rendir cuentas por todo. En este contexto tan estricto, creo que la principal cualidad de un líder es ser amable. Amable con los alumnos y también con los otros maestros, con nuestros pares, que trabajan muy duro y sufren. Creo que la mejor parte de mi trabajo es guiar a que nuevos maestros se transformen en líderes. Y la otra cualidad importante es tener una visión y saber comunicarla eficientemente para hacerla realidad.

Los chicos no distinguen ni raza ni color. Los racistas somos los adultos.

¿Cómo entendés la idea del fracaso a la hora de enseñar? 

Es un tema clave. En mi escuela lo que hacemos es dejarlos fracasar pero en un ambiente seguro. En la actualidad los chicos están tan preocupados por no fracasar, por verse bien, por hablar bien, por hacer todo bien. Y eso no es saludable. Por eso los incentivamos a aprender de sus errores.

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