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La otra grieta: un iceberg gigantesco se desprende de la Antártida

El bloque es 30 veces más grande que la ciudad de Buenos Aires. Por las altas temperaturas, el fenómeno se aceleró en los últimos meses y preocupa a la comunidad científica.

24 de abril de 17 . 17:40hs
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Manuel Castelo Araldi

Mientras en la Argentina algunos –pocos– intentan cerrar la ya célebre grieta política, en la Antártida ocurre todo lo contrario.

Una gigantesca plataforma de hielo, equivalente a 30 veces el tamaño de la Ciudad de Buenos Aires, podría desprenderse en cualquier momento del continente blanco. Se trata de un trozo de la Barrera de Hielo Larsen C, ubicada en la costa oriental de la Península Antártica, y solo 20 kilómetros de grieta restan para que este iceberg de 5.900 km2 se separe por completo.

Su ruptura es inminente. Con un ancho promedio de 100 metros y una profundidad de casi medio kilómetro, la hendidura empezó a formarse en 2010, pero aceleró su proceso en diciembre del año pasado. Nace 500 kilómetros al sur de la Base Marambio, se extiende por 180 kilómetros y representa el 10% de la barrera, cuya totalidad flota cerca de la orilla y protege de las corrientes a los glaciares que están detrás.

Estos glaciares están formados sobre tierra por precipitaciones y abastecen de hielo a la barrera. La presión resultante del flujo de masas, sumada a los cambios de temperatura, provoca tensiones internas en los bloques que muchas veces derivan en su fractura.

 

La grieta mide 180 kilómetros y cada día crece lo equivalente a cinco canchas de fútbol | FOTO: NASA

“La grieta en Larsen C es un proceso natural. Lo particular de esta, es que se propagó hacia el norte, y cuando se encuentre con el océano, se separará y formará un témpano enorme”, explica a ACONCAGUA Sebastián Marinsek, jefe del Departamento de Glaciología del Instituto Antártico Argentino (IAA).

Recientemente, Marinsek recorrió la zona a bordo de un avión de la Fuerza Aérea Argentina. Como investigador del IAA, y en el marco de la “Campaña Antártica de Verano”, se encontraba hace más de un mes realizando investigaciones en Marambio; y cuando las condiciones meteorológicas lo permitieron, acudió específicamente a sobrevolar la grieta.

El bloque puede desprenderse en cualquier momento, aunque todavía no está claro cuándo: “Probablemente en la próxima primavera, cuando suba la temperatura, termine de separarse. Ahora que viene el frío, el mar se congela y se retrasa el proceso. Sin embargo, la presión interna puede terminar el trabajo aunque las temperaturas estén bajas”, advierte el glaciólogo.

El equipo científico argentino que sobrevoló la grieta. | FOTO: CANCILLERÍA ARGENTINA

La península antártica, donde tiene lugar el fenómeno, es el principal punto de entrada al continente blanco por su cercanía con Sudamérica. Es una extensión de la Cordillera de los Andes y allí se ubican la mayoría de las bases científicas y algunas localidades civiles, por ser el sector con el mejor clima de la región.

El 1 de febrero de 2017, La Agencia Espacial Europea emitió un comunicado advirtiendo que cuando el iceberg se separe definitivamente será uno de “los mayores nunca registrados”. Debido al peligro que representan este tipo de fenómenos, el centro de investigación británico en la Antártida –British Antartic Survey– tuvo que ser trasladado 23 kilómetros hacia el interior del continente, tras descubrir otra grieta similar en la plataforma de hielo Brunt.

Sin embargo, para el jefe de Glaciología del Instituto Antártico Argentino, no existe un riesgo inmediato. Asegura que cuando se concrete el desprendimiento, el nivel del mar no aumentará porque el bloque se encuentra flotando en equilibrio con el océano. Por la misma razón, tampoco considera riesgoso que se derrita.

No obstante, remarca, Larsen C comienza a debilitarse y,  en algunos años, podría desaparecer por completo. Eso dejaría sin protección a los glaciares que están -en tierra- detrás de ella y facilitaría su derretimiento. Al volcar su contenido al océano, aumentaría el nivel del mar, ya que estás inmensas masas de hielo no están flotando sobre el agua y por lo tanto no están en equilibrio con ella. En ese caso, podría repetirse la historia de las barreras Larsen A y Larsen B: a causa de dos veranos muy cálidos, en 1995 y 2002 respectivamente, se desintegraron por completo, acelerando hasta ocho veces el deshielo de los glaciares que escudaban.

Sin la protección de esta barrera se aceleraría el derretimiento de los glaciares que están en tierra

Amanda Starbuck, Directora de Campañas de Greenpeace Andino –Argentina, Chile y Colombia-, lleva más de veinte años como activista y considera muy importante “prestar atención” al cambio climático en la Antártida. Acepta que los desprendimientos de hielo son un proceso natural, pero propone analizar los hechos en un contexto histórico y sociocultural: “Cuando observamos el patrón general, vemos cuánto ha aumentado la frecuencia de los deshielos, el tamaño de los desprendimientos, y cuánto incrementó la temperatura de la tierra y de los océanos. Todo eso tiene que ver con el cambio climático y el calentamiento global”.

Starbuck no puede establecer una conexión directa entre el efecto invernadero y lo que sucede en Larsen C, pero está convencida de que este tipo de eventos, cada vez más comunes en todo el planeta, son consecuencia del cambio climático.

Además, desconfía de las predicciones científicas: “Hace quince años afirmaban que a la barrera (Larsen C) le quedaban al menos cien años por delante. Sin embargo, no tuvieron en cuenta los cambios climáticos, y ahora dicen que puede suceder en cualquier momento”.

Entre la visión científica y el reclamo ambientalista, se encuentra el biólogo José Luis Agraz, Responsable de Información de la Secretaría del Tratado Antártico. Admite que el cambio climático global es un tema permanente de discusión en las Reuniones del Tratado Antártico y en el Comité de Protección Ambiental, donde Greenpeace participa como “experto invitado”.

Personalmente no creo que se trate de una contradicción entre científicos y ONGs. Las teorías se sustentan con observaciones y experimentación, y no hay verdades absolutas e inamovibles. Hay científicos que tienen una visión más alarmante sobre el corto o mediano plazo, y otros no ven estos fenómenos muy diferentes de lo esperable, sin consecuencias para la humanidad.”, opina Agraz.

El Tratado Antártico se firmó en 1959 entre los doce países que habían realizado actividades científicas en el continente durante 1957 y 1958. Entró en vigencia en 1961 y ya son 53 las naciones que se adhirieron. El objetivo es que la Antártida sea foco únicamente de investigaciones pacíficas y fomentar la cooperación internacional.

INFOGRAFÍA: MANUEL CASTELO AIRALDI

Por su parte, Amanda Starbuck sostiene que la humanidad debe reaccionar para salvar al planeta. Es necesario “reducir actividades como la combustión de petróleo, gas y carbón”. Para eso, explica, es necesario un cambio cultural masivo: “Debemos modificar la forma en que pensamos la energía y ayudar a promover tecnologías limpias, sustentables y renovables”. Propone dejar atrás “lo viejo” y “acelerar la transición” a energías ecológicas como la solar o la eólica, que ya existen y tienen un potencial muy grande.

Con respecto a la grieta, los expertos aseguran que lo peligroso no es la porción que se pierde con la inminente fractura –que a pesar de ser muy grande, es un proceso natural-, sino la probable desaparición de la barrera completa en el futuro. Esto dejaría a muchos glaciares sin protección y aceleraría el proceso de derretimiento, elevando el nivel del mar.

Aunque no puede establecerse un vínculo directo con el calentamiento global, el suceso parece formar parte de un conjunto de eventos similares que se están registrando en toda la Tierra, cada vez más frecuentes y de mayor magnitud.

La Antártida, el único continente virgen que queda en el planeta, está enviando una señal. ^^^

Domingo

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