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Ugly Food: lo importante es lo de adentro

El 40% de los alimentos que produce el mundo termina en la basura.

29 de septiembre de 21 . 08:00hs
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Melisa Tassano

Tres de la tarde. Estás en la computadora del trabajo. No te terminaste el almuerzo y tirás las sobras. Pero al rato te agarra hambre. Te escabullís hasta la heladera de la oficina y entre un cementerio de tuppers encontrás una manzana. ¿Una manzana? Te aburrís a la mitad, la dejás. Pasa la tarde. Antes de volver a tu casa, pasás por la recepción y aparece una medialuna, pero, «Ah, no, está aplastada, no sirve». Fin del día. ¿Y toda esta comida? Al tacho, ya está.

Quien no haya hecho algo así, que arroje la primera piedra… o la primera cáscara de banana.

La realidad es bastante más dura que esta anécdota. Mientras la humanidad sufre una crisis alimentaria crónica, cada día se pierden o se descartan 10.300 millones toneladas de comida. Sí: en el mundo, un 40% de los alimentos que se producen termina en la basura; entonces, ¿cómo es posible que haya niños y adultos muriendo por desnutrición?

Por lo pronto, un parte considerable de la solución pasa por que los alimentos generados sean mejor utilizados; poder prevenir su descarte dentro de los procesos productivos y asegurar su provecho una vez que estos llegan a los consumidores.

Los datos del despilfarro son crueles: las organizaciones de alimentos y agricultura de Estados Unidos calculan que el costo global de los desechos de alimentos supera los 2.600 millones de dólares al año.

En Argentina, las cifras preocupan –o deberían preocupar– de igual manera. En diálogo con ACONCAGUA, Francisco Yofre, oficial a cargo de la FAO Argentina (la unidad local de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura), comenta: “En Argentina se desperdician 16 millones de toneladas de alimentos al año, un 12,5% de la producción agroalimentaria; lo que representa aproximadamente 400 kg por persona al año».

La cuenta es fácil: cada argentino despilfarra en promedio más de 1 kilo de alimentos por día. Con el fin de despertar a la población, este abril último se dieron a conocer las conclusiones de la campaña de FAO Argentina #NoTiresComida, realizada durante 2016.

“Los resultados de la iniciativa han sido muy satisfactorios y se ha relanzado este año reafirmando su importancia», dice Yofre. Y agrega: «Por ejemplo, se entregaron 8.000 guías con consejos prácticos para aprovechar al máximo los alimentos dentro de 596 sucursales de Carrefour de todo el país .  Así, más de 8 millones de consumidores pudieron comprender que el desperdicio de alimentos es un problema de todos y que cada uno, desde su lugar, puede aportar a su reducción”.

Por su parte, desde el Ministerio de Agroindustria de la Nación, Natalia Emma Basso añade que “todas las campañas que generen nuestras contrapartes para apoyar a la temática son valiosas. La chef Narda Lepes se sumó a nuestro proyecto #ValoremosLosAlimentos y esperamos que otros cocineros lo hagan próximamente”.

Además, el año pasado se presentó en nuestro país un proyecto de ley para declarar al 29 de septiembre como el “Día nacional para la reducción de la pérdida y del desperdicio de alimentos”. Según deslizan fuentes del gobierno nacional, se espera que en la brevedad se dé curso y que durante 2017 pueda, al fin, festejarse esta fecha de gran utilidad para generar conciencia en la población.

Belleza interior

Seamos sinceros, ¿cuántas veces desechamos una naranja abultada o una berenjena con punta desviada? Con el correr de los años nos acostumbramos a comer por los ojos y descartamos frutas y verduras que, a pesar de su sabroso gusto y valor nutricional, nos parecen feas a la vista.

Por costumbre, tomamos por perfectos a productos uniformes y libres de marcas y manchas, cuando la realidad demuestra que estos cuentan con las mismas características internas que sus homólogos más atractivos.

Teniendo en cuenta esto y de la mano de reconocidos chefs como Jamie Oliver, comienza a reivindicarse a la comida fea o ugly food y se intenta propiciar el consumo de vegetales que, de otra forma, acabarían desperdiciados por no respetar los cánones de belleza. Así, los zapallitos machacados o las espinacas con hojas descoloridas resurgen y se ponen de moda en los restaurantes de alta cocina.

A pesar del popular nombre del movimiento, algunos prefieren cambiar “feo” por términos más ingeniosos y comerciales: comienzan a implementarse variantes como wonky food (algo así como «chueco» en castellano). También  se recurre a frases irónicas como “verduras naturalmente imperfectas” y “frutas poco gloriosas ante el ojo humano”.

Lo cierto es que el movimiento ugly food no solo beneficia a los consumidores, quienes obtienen productos por un costo mucho más bajo; sino que favorece también a los productores que terminan metiendo en el mercado a aquellos alimentos que bien podrían haber sido rechazados para terminar en la chatarra. Lo que se dice, un win win.


Un festival contra el derroche

Creatividad, sustentabilidad y compromiso se unen al servicio de una buena causa. Como respuesta a la crisis alimentaria, el festival Disco Sopa surgió en 2012 de la mano del Slow Food Youth Network alemán con una concisa propuesta: el alimento no se desperdicia, se reutiliza.

La versión argentina de Disco Sopa arribó en 2014 como un acto gastronómico y musical de protesta; una fiesta que “salva a la comida de basurero”.

En un contexto alegre y ameno, la agrupación solidaria busca revalorizar a los alimentos mediante festines realizados con frutas y verduras recuperadas, eventos de difusión e invitados especiales.

Durante su última juntada, este marzo, la edición local de Disco Sopa consiguió donaciones de supermercados y de voluntarios y tuvo como invitado a Tristram Stuart, un reconocido activista británico, fundador de Feedback y autor de Waste: Uncovering the Global Food Scandal, una obra fundamental para adentrarse en la problemática alimenticia.

El mundo está en marcha y ya es hora de darles una chance a los feos. Porque sí, lo importante es lo de adentro.

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  • Bruno Ghiggeri . 22:17hs

    Melisa juega un poco con el corazón de la gente. Queda mas feo decir que se desperdicia alimento que desperdiciar agua, o energía. En el mundo capitalista, se acepta como moneda de cambio el dinero. Y es lógico que si pago por una manzana me quiera llevar la que yo creo la mejor (independientemente que asi lo fuere o no). Ademas, creo que se carece de investigacion. El desperdicio es del consumidor final, no de la industria. Generalmente (no puedo poner las manos en el fuego por todos) las industrias alimenticias aprovechan todo lo que pueden. Con el mismo criterio, habría que seguir usando la Pentium V y los jean nevados. Argentina produce alimentos para 400 millones de personas aproximadamente, y hay hambre en la Argentina; mientras que no creo que Holanda, Austria y Noruega generen alimentos para todos sus habitantes. Estamos confundiendo un problema económico con uno moral. Si un productor no tira su comida porque los ricos compran los pimientos deformes, no veo manera que los pobres en India puedan comer morrones. Igualmente felicito a Melisa por abrir el debate.

  • Anahi . 22:46hs

    Me parece que hablando de «desperdicio» hay temas mas importantes como por ejemplo cuanta cantidad de cereales y granos se desperdician dandoselos a los animales para engordarlos para luego matarlos para que la gente se de el gusto de comer carne. Todos esos granos podrian destinarse directamente a las personas y se ocuparian mucho menos hectareas y se podria sembrar mucha mas variedad de alimentos, y tambien se evitaria que se siga desmontando para monocultivos o feedlots. Y otro tema es el desperdicio de agua que conlleva la producción de alimentos a base de animales. (Y ni meti el tema de la tortura y sufrimiento animal aca eh). Vayamos al problema mas profundo y no nos quedemos con lo superficial ni intemtemos engañar a la gente haciendoles creer que estan salvando el mundo al cerrar la canilla cuando se lavan los dientes.

Domingo

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