En pocas palabras, no hay dinero para las pensiones, no. Ni siquiera para el Cuidado de la salud público o para adaptación al cambio climático. Nada. Pero mientras tanto, la división italiana del gigante suizo en el sector alimentario y las bebidas de Nestlé reciben 60 millones de euros de ayuda estatal de nuestro gobierno Para apoyar la construcción de un sistema de alimentos para mascotas.
La Comisión Europea, de hecho, era otorgar a Nestlé italiano la aprobación de la medida de conformidad con las Reglas de la UE sobre ayuda estatal.
Ahora, dado por sentado que la nueva planta de producción de alimentos húmedos para mascotas, que se basará en Mantua, podrá dar nuevos empleos, esta decisión sin duda también alimentará a la cadena agrícola.
Que no necesitábamos.
Estamos hablando de dinero público que irá a uno de los gigantes de la agronegocios, específicamente a la sucursal italiana de Nestlé, quien en 2023 facturó 971.8 millones de euros, en resumen, ciertamente no alguien que necesita más dinero, les dan a los alimentos con fines de lucro.
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Nuestros impuestos, que terminan en las arcas de una multinacional que a su vez, a pesar de las ganancias multimillonarias, se financia con fondos públicos para construir un nuevo sistema industrial.
Y aquí está el absurdo de esta elección. En un país donde muchas empresas pequeñas y medianas luchan por sobrevivir, donde la agricultura sostenible y los productores locales organizan sin apoyo adecuado, el estado decide asignar grandes recursos a un gigante global que tiene enormes ganancias y un peso político muy fuerte. Es difícil encontrar una justificación creíble para esta elección, si no el deseo de apoyar a aquellos que ya dominan el mercado a cualquier costo, a menudo a expensas del medio ambiente y la salud del consumidor.
Este episodio solo confirma lo que ya se había destacado con los alimentos con fines de lucro y el debate sobre la política agrícola común (PAC): son los grandes productores y multinacionales de los agronegocios que recopilan la porción más consistente de fondos públicos, gracias a una red de lobbies poderosos y una influencia política que actúa detrás de las escenas. El resultado? A Distribución desigual de recursos que perpetúa un sistema agrícola industrialno muy sostenible y a menudo responsable de los graves impactos ambientales, en detrimento de aquellos que intentan innovar con prácticas más éticas y verdes.
En un momento histórico en el que el cambio climático requiere una revolución radical de nuestros modelos productivos, el financiamiento de los gigantes de los agronegocios con dinero público parece no solo injusto, sino también contraproducente. En lugar de recompensar a quienes invierten en sostenibilidad, protección de la biodiversidad y la reducción de las emisiones, continuamos fortaleciendo un sistema que se beneficia de los hombros de la naturaleza y las comunidades locales.
Se necesita un cambio de paradigma en las políticas públicas, con inversiones destinadas a apoyar la agricultura orgánica, la cadena corta, los pequeños productores e innovaciones sostenibles. El dinero público debe ser una herramienta para construir un futuro más justo y respetuoso del medio ambiente, no un combustible para la ganancia de algunos gigantes.