Mirándolo desde fuera, un hormiguero parece un pequeño ejemplo de orden, un microsistema donde todos saben qué hacer y nadie perturba el equilibrio. Pero la historia que surge de las páginas de Biología actual nos recuerda que basta un detalle –un olor fuera de lugar, una entrada inesperada, un gesto imperceptible– para transformar ese mismo hormiguero en un lugar de profunda manipulación. El nuevo estudio, titulado “Las hormigas reinas socialmente parásitas inducen químicamente el matricidio de reinas en las obreras anfitrionas”ha destacado un comportamiento que anula lo que pensábamos que sabíamos sobre la socialidad de los insectos: un hormiga parásita entra en un nido que no le pertenece y convence a las obreras de cometer matricidio. No lo hace con violencia, ni con fuerza bruta, sino mediante una estrategia química tan simple en apariencia como devastadora en sus efectos.
Todo empezó en 2021, cuando Taku Shimadaentusiasta de la mirmecología y autor del blog japonés sala de hormigasobserva una escena que lo deja perplejo. Publique el video, que permanece en línea durante años hasta que llega a los ojos de Keizo Takasukainvestigador de la Universidad de Kyushu. Su reacción es inmediata:
No podía quedarse en un blog.
Tenía razón. A partir de ese momento toma forma una investigación que conducirá al descubrimiento de un mecanismo evolutivo tan inquietante como ingenioso.
Dos hormigas parásitas
Los protagonistas de la historia pertenecen todos al género. Lasiomuy extendida en el hemisferio norte. Por un lado están las colonias víctimas, en su mayoría Lasio flavo Y Lasius japonés. Por el otro están las dos hormigas parásitas, Lasius orientalis Y Lasius umbratusconocidos no sólo por su capacidad de infiltración sino también por su fuerte olor, característica que les vendrá muy bien en su plan.
La primera fase del golpe de Estado se desarrolla lejos de los ojos de los trabajadores. Antes de intentar entrar, la hormiga parásita tpasa una noche entera en contacto con algunas pupas y con algunos trabajadores de la colonia que quiere invadir. Es un proceso definido. preadquisición del olor del huésped y tiene un único propósito: impregnar el cuerpo del intruso con el olor de la futura víctima. En las hormigas la identidad no es un hecho visual sino olfativo. Sin este disfraz químico, el parásito sería detectado y eliminado inmediatamente. Con ese nuevo olor, sin embargo, cruza la entrada del hormiguero como si fuera uno más, indistinguible de los residentes.
Sólo después de ser aceptado el parásito entra en acción. Se acerca a la reina del nido y lo cubre con un líquido de olor fuerteque los investigadores probablemente identifiquen como ácido fórmico. En muchas especies este compuesto es una señal de alarma: comunica peligro, agresión, algo que amenaza a toda la colonia.
Y aquí es donde el plan toma forma. Los trabajadores, que viven en un mundo construido exclusivamente en torno a los olores, ya no reconocen a su reina. El olor que perciben en ella no tiene nada que ver con la identidad de la madre que criaron y protegieron todos los días de sus vidas. De un momento a otro, la reina huele a enemiga. Y para una hormiga, un mal olor vale más que cualquier recuerdo.
Dos estilos diferentes
La forma en que se produce el ataque varía según la especie de parásito. Lasius orientalis adoptar una estrategia lento y constante: Rocíe la reina huésped hasta quince veces durante unas veinte horas. El efecto no es inmediato, sino que crece como una tensión que la colonia ya no puede contener. Los trabajadores empiezan a mostrarse nerviosos, luego se vuelven agresivos y sólo después de varios días golpean mortalmente a su soberano. Lasius umbratussin embargo, parece nacido para operaciones relámpago: dos pulverizaciones precisas y en pocos minutos toda la colonia se vuelve contra la reina, que es asesinada y literalmente despedazada sin dudarlo.
En todos los casos, el parásito no se queda de brazos cruzados. Se marcha inmediatamente después habiendo rociado el ácido, sabiendo muy bien que ese caos olfativo podría volverse contra ella también. Sólo regresa cuando la reina ha sido eliminada y la tensión se ha disuelto. Los trabajadores, ahora huérfanos, la acogen sin sospechas, la alimentan y la tratan como la nueva madre de la colonia. Al poco tiempo, la intrusa comienza a poner sus huevos y se establece como reina por derecho propio. Obtuvo todo lo que necesitaba: una colonia ya construida, trabajadores ya capacitados, un imperio que ya funcionaba. El trabajo sucio lo hacían las hijas de la reina anterior, manipuladas mediante un simple olor.
Un comportamiento sin ventajas para los trabajadores
Lo que hace que este comportamiento sea aún más interesante (y más inquietante) es que… Ningún beneficio genético, ninguna nueva oportunidad de reproducirse, ninguna mejora en las condiciones de la colonia. Los trabajadores pierden a sus madres sin ganar nada. Es un matricidio inducido en beneficio exclusivo de la hormiga parásita. Los científicos consideran que se trata de un nuevo tipo de manipulación social, nunca antes observada en insectos. También es un brillante ejemplo de evolución convergente: Lasius orientalis Y Lasius umbratusaunque no están estrechamente relacionados, han desarrollado de forma independiente el mismo mecanismo de engaño.
El descubrimiento es alentador muchas preguntas todavía abierto. No sabemos si este tipo de manipulación se limita a estas especies o si, bajo tierra, existen muchas otras formas de golpes químicos que aún no hemos notado. No sabemos si las especies que no utilizan ácido fórmico aprovechan otras sustancias con el mismo efecto. Y no sabemos si algo similar también ocurre en las avispas sociales, parientes cercanos de las hormigas que pueden haber desarrollado tácticas similares.
El propio Takasuka dijo que preguntó a una inteligencia artificial si alguna vez se había imaginado una historia en la ficción en la que se engaña a una hija para que mate a su madre. La respuesta fue no. La naturaleza, una vez más, es más creativa que cualquier guionista. Y por eso vale la pena mirarlo de cerca, incluso cuando parece tranquilo. Especialmente cuando parece tranquila.