COP30: la carrera para salir de la era fósil ha tenido un comienzo lento (e incluso Italia la está frenando)

En la COP30 de Belém, en el corazón de la Amazonia, lo que estaba en juego quedó claro desde los primeros días: traducir en un camino concreto el compromiso aún vago de «hacer una transición lejos» de los combustibles fósiles consagrado en el COP28 de Dubái. Un objetivo que Papa León XIV «No es el Acuerdo de París el que fracasa, sino nosotros», advirtió, invitándolos a redescubrir la necesaria «voluntad política».

La presidencia brasileña encabezada por André Corrêa do Lago captó la urgencia y puso la idea de uno sobre la mesa hoja de ruta formal. Una visión que quiere ir más allá de los principios generales e introducir un plan claro, con etapas y responsabilidades, incluso sin un formato definido todavía.

Por qué Brasil insiste en la hoja de ruta

el gobierno de Lula considerar la COP30”la COP de implementaciónPor eso se lo confió al ministro Marina Silva la tarea de presentar una propuesta que retome el resultado de Dubai y trate de hacerlo operativo. Mientras tanto, Colombia se ha relanzado en dos frentes: un plan autónomo entre países ambiciosos y un pedido regional para detener la extracción en la Amazonia, iniciativa que, sin embargo, Brasil no aceptó.

Unas cuarenta naciones apoyan la idea de un camino compartido, desde Francia hasta Kenia. Otros, especialmente los grandes productores de petróleo, mantienen una clara oposición. China e India se mantienen cautelosaspidiendo aclaraciones sobre las implicaciones económicas y las repercusiones para el comercio internacional.

El nudo político: consenso o bloque

En las COP las decisiones se toman por unanimidad y esto complica cada paso. La presidencia brasileña evocó el “mutirão”, el esfuerzo colectivo que permite a muchos lograr lo que sería imposible para unos pocos. llamado a la responsabilidad que afecta a todos los expedientes abiertos: desde el comercio hasta los impuestos al carbono, hasta transparencia de las contribuciones nacionales (Dakota del Norte).

Mientras tanto, las peticiones de los países más vulnerables vuelven a ser centrales. ellos apuntan a triple financiación para la adaptación climáticaun ámbito en el que los compromisos reales siguen lejos de los objetivos: de los 300 millones teóricos al año, hasta ahora han llegado unos 40.

La propuesta europea: una hoja de ruta de Mutirão

En este marco, la Unión Europea ha presentado una propuesta que intenta realinear a los estados miembros y ofrecer una plataforma política a la presidencia brasileña. El texto, aprobado también por Italia tras días de incertidumbre interna, «alienta a todas las Partes a acelerar los esfuerzos» según responsabilidades diferenciadas y capacidades nacionales.

La UE propone lanzar una «Hoja de Ruta de Mutirão», expresión que recuerda el enfoque brasileño, y apunta a una transición lejos de los fósiles «de manera justa, ordenada y equitativa». Un paso político importante, que se produce cuando el debate interno en la COP también se centra en Cbam, el arancel climático impugnado por Beijing.

¿Y Italia? Entre la precaución y la espera

En el mosaico de adhesiones, Italia sigue siendo uno de los países que no figura entre los 82 partidarios explícitos de la hoja de ruta. Una advertencia reiterada por el Ministro de Medio Ambiente y Seguridad Energética Gilberto Pichetto Fratín: «¿La hoja de ruta? Antes de unirnos queremos ver qué hay dentro», explicó, dando a entender que Roma no quiere comprometerse con un instrumento al que todavía le faltan detalles.

Una postura que choca con el entusiasmo mostrado por otros socios europeos, mientras que el comisario de la UE Wopke Hoekstra confirmó lo mucho que le gusta a la Unión la propuesta. En la dinámica del «mutirão» evocado por la presidencia brasileña, la vacilación italiana corre el riesgo de debilitar el frente de los países más ambiciosos precisamente en el momento en que la discusión intenta entrar en materia.

Ciencia y diplomacia, ¿un frente común?

La llegada de Lula a Belém dio un nuevo impulso a las negociaciones. El presidente se reunió con delegaciones de Europa, países emergentes y comunidades locales, incluidos representantes indígenas que piden reconocer «contribuciones determinadas a nivel nacional» para pueblos nativos como parte de las políticas climáticas.

La comparación más incisiva, sin embargo, es la que se realiza con los científicos. el meteorólogo Carlos Nobre (IPCC) recordó al presidente que la eliminación de los fósiles debe tener lugar «antes de 2040 y a más tardar en 2045». Lula, informa Nobre, «no discrepó», una señal política que muchos están observando atentamente.

Las dos opciones sobre la mesa

El texto de negociación publicado a mitad de semana contiene dos posibilidades para la hoja de ruta:

Son propuestas todavía embrionarias, pero por primera vez ponen en secuencia herramientas, responsabilidades y momentos de verificación. Sin embargo, persiste la resistencia de los países exportadores y el hecho de que algunos impulsores de la hoja de ruta, como el propio Brasil, sigan ampliando la extracción de hidrocarburos.

Un equilibrio aún frágil

La COP30 llega a su fin con muchos puntos destacados. Los 82 países que están a favor de la hoja de ruta están presionando para incluir una ruta detallada en el texto final. Pero la presidencia sabe que un compromiso podría limitarse a un lenguaje más fuerte que el de Dubai, sin fechas ni números.

En cualquier caso, en Belém ha surgido una demanda creciente de hacer mensurable lo que hasta ahora sólo se ha evocado. La hoja de ruta, si llega, será la primera prueba para comprender si el «mutirão» puede transformar un compromiso político en un proceso real.

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