El precio del itrio –un metal de transición de aspecto plateado– se ha embarcado en una trayectoria que era impensable hace apenas unos meses, elevándose a niveles que nadie en la cadena de suministro de chips habría considerado plausible. En el espacio de un año, el óxido de itrio pasó de menos de ocho dólares el kilo a los 126 actuales, un monstruoso aumento del 1.500% detectado por Asian Metal Inc y del que se hizo eco Bloomberg. Un salto que no representa sólo una dinámica de mercado: refleja el peso cada vez más evidente de las fricciones políticas entre China y Estados Unidos, así como el papel central de las tierras raras en la competencia tecnológica global.
China, que controla gran parte de la extracción mundial y sobre todo del refinado, ha introducido restricciones a la exportación de diversas tierras raras, incluido el itrio. Estas medidas, acompañadas de un aumento de los derechos y de un tira y afloja constante con Washington, han desencadenado una crisis de suministro que hoy corre el riesgo de convertirse en un auténtico cortocircuito para toda la cadena de semiconductores.
Las tensiones entre EE.UU. y China acentúan la crisis del itrio
El punto crucial es que el itrio no es un simple producto: es uno de los elementos más transversales de la industria moderna. Se encuentra en la medicina avanzada, en materiales cerámicos, en láseres industriales, en superconductores y, sobre todo, en los procesos más delicados con los que construyen chips. Se utiliza para la deposición de películas finas, para el pulido de obleas y para una serie de tratamientos que permiten producir componentes cada vez más miniaturizados.
Por tanto, la escasez de itrio ha abierto un agujero justo en el punto más sensible de la cadena de suministro tecnológico global. Los fabricantes de chips, que ya se encuentran bajo presión tras la crisis de memoria y la sobrecarga de los últimos años, tienen que lidiar ahora con la incertidumbre sobre el suministro de esta materia prima estratégica.
El deterioro del equilibrio comenzó en la primavera, cuando Beijing introdujo estrictos controles a la exportación de tierras raras. Washington respondió endureciendo su política comercial, imponiendo aranceles a numerosos productos chinos y amenazando con aranceles de hasta el 100% en futuras categorías, sin descartar un bloqueo específico del software. Las represalias se alternaron con un crescendo que llevó a que los aranceles estadounidenses alcanzaran el 145% sobre los insumos y una contrarespuesta china del 125% sobre algunos productos estadounidenses.
La tregua anual firmada en las últimas semanas ha frenado, pero no detenido, la escalada. Siguen vigentes restricciones importantes, incluida la prohibición de China de exportar itrio a los Estados Unidos. Un gran problema, si se considera que China representa más del 90% de las importaciones estadounidenses de tierras raras según datos del Servicio Geológico de Estados Unidos.
Las nuevas estrategias industriales para frenar la crisis del itrio
La respuesta estadounidense tomó forma en múltiples frentes. MP Materials, la empresa que opera el campo Mountain Pass en California -el único sitio estadounidense dedicado a tierras raras- está acumulando inventarios y trabajando en ampliar la capacidad de refinación. Mientras tanto, Washington está considerando utilizar hasta dos mil millones de dólares de la Ley CHIPS para consolidar una cadena de suministro de minerales nacional que simplemente no existe hoy.
Australia y Canadá también están avanzando rápidamente, impulsando la producción local y experimentando con métodos alternativos, como la recuperación de itrio de los desechos mineros. El líder de la industria Lynas Rare Earths está ampliando su infraestructura entre su sitio minero Mount Weld y sus instalaciones en Malasia, con el objetivo declarado de aumentar la capacidad de procesamiento de itrio en los próximos años.
A pesar de los signos de diálogo diplomático entre Beijing y Washington, la situación no parece destinada a normalizarse pronto. El precio del itriotodavía muy elevado, se ha convertido en la prueba de fuego de una fragilidad estructural que ninguna superpotencia puede permitirse el lujo de ignorar. Las tierras raras ya no son sólo un capítulo de la economía: son un instrumento de poder en la confrontación tecnológica entre Estados Unidos y China.