El satélite SWOT captura la primera imagen detallada de un tsunami masivo (y arroja preguntas sobre todo lo que se sabe sobre las olas rebeldes)

Cuando el terremoto de magnitud 8,8 sacudió la zona de subducción entre Kuriles Y KamchatkaEn el Lejano Oriente ruso, los científicos esperaban la llegada del «habitual» tsunami: una ola poderosa y compacta, lista para cruzar el Pacífico como un solo bloque. Esto es lo que se viene enseñando desde hace décadas: cuanto mayor es el tsunami, más se comporta como una masa única que avanza sin «descomponerse».

Y en cambio, esta vez, la historia tomó un desvío inesperado. El satélite SWOT, la misión nacida de la colaboración entre la NASA y la agencia espacial francesa, estaba situado justo encima de la zona del océano afectada por el paso de la ola. Un raro golpe de suerte científica. La imagen que registró SWOT no era sólo una hermosa fotografía de temática marina: era una bofetada ante las certezas. El océano parecía estar atravesado por un mosaico muy intrincado de filamentos, líneas, ondas que se dividían y se mezclaban como cabellos al viento. Nada más que una ola uniforme.

El estudio, publicado en la revista El registro sísmicoexplica que por primera vez vimos un gran tsunami en acción. Y lo visto nos obliga a reescribir algunas páginas de los manuales.

Por qué el panorama FODA cambia las predicciones

Hasta ayer se daba casi por sentado que los tsunamis «monumentales» eran ondas no dispersivas, es decir, estables, incapaces de descomponerse en diferentes componentes. Una especie de tren que lleva consigo todos los vagones, sin cambiar nunca de lugar.

Pero los datos FODA muestran algo completamente distinto. El frente del tsunami de 2025 fue un bordado de energías que se separaron, ampliaron y entrelazaron entre sí. Y cuando los investigadores insertaron en los modelos matemáticos los efectos de la dispersión, es decir, la tendencia de una onda a descomponer parte de su energía en ondas más pequeñas, las simulaciones finalmente volvieron a parecerse a lo que FODA había fotografiado.

Y esto no es un detalle. Significa que cuando una ola se acerca a la costa, su energía puede distribuirse de una manera más compleja de lo esperadoalterando el momento y las modalidades del impacto. Estamos hablando de información crucial para quienes participan en las alertas de tsunamis, la protección civil y las infraestructuras costeras.

Un rompecabezas que se une

Las boyas DART, ancladas en el Pacífico, proporcionaron la cronología del paso de la ola. Pero algo no cuadraba: dos estaciones registraron la llegada del tsunami antes o después de lo previsto. ¿Una anomalía? No, una pista.

Incorporando las señales de las boyas a los modelos, el equipo reconstruyó la fractura sísmica con mayor precisión: no tenía 300 kilómetros de longitud, como se pensaba, sino casi 400, y se extendía más al sur. Este cambio cambia enormemente la identidad del terremoto y, en consecuencia, el desarrollo de la onda.

Durante años se ha dicho que los tsunamis contienen información valiosa sobre la ruptura sísmica. Pero integrarlos en modelos no es fácil: requiere un diálogo continuo entre la física oceánica y la sismología. FODA, con su “visión amplia”, enriquece mucho ese diálogo.

Porque este descubrimiento puede mejorar las alertas de tsunamis

La zona de Kuril-Kamchatka tiene una larga historia de terremotos capaces de poner en movimiento olas gigantes. No es casualidad que fuera allí, en 1952, donde naciera el sistema de alerta del Pacífico.

Ahora SWOT entra al juego como un nuevo jugador: no reemplaza boyas ni datos sísmicos, sino que agrega una herramienta que permite ver el tsunami a medida que avanza. Si algún día podemos integrar estas observaciones casi en tiempo real, las predicciones podrían volverse mucho más precisas. Los tsunamis no serán menos complejos, pero al menos ya no seremos ciegos a sus transformaciones.

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