Cuando se trata de descubrimientos naturalistas, la imaginación siempre vuela hacia selvas tropicales, expediciones épicas e insectos nunca vistos que aparecen entre enredaderas y nieblas ecuatoriales. Sin embargo, esta vez no hace falta cruzar medio planeta: la protagonista vive en Calabria y se llama Agonopterix calavrisellauno Nueva polilla descubierta en Calabria lo que obligó a los científicos a reabrir sus libros de taxonomía y admitir que sí, incluso en los bosques italianos hay especies que aún no conocemos.
El descubrimiento procede de Polia, un pequeño municipio de la provincia de Vibo Valentia que probablemente no pensó que acabaría en las revistas científicas internacionales. Sin embargo, es a partir de ahí que un equipo del CREA Foreste e Legno, implicado en el proyecto NBFC, describió la especie en zootaxauna de las revistas más autorizadas del mundo en el campo zoológico.
No es un descubrimiento casual, sino el resultado de años de seguimiento nocturno entre barrancos húmedos, claros tan espesos que parecen suspendidos y un paisaje vegetal que nunca ha dejado de latir.
Dónde vive y por qué es diferente: una polilla que cuenta un pedazo de Italia
Para entender esta polilla hay que imaginar el Vallone Milo, un lugar que parece respirar solo: sombra espesa, agua filtrándose entre las rocas, un verde tan saturado que parece irreal. Aquí, donde sobrevive incluso el helecho del Jurásico radicanos de woodwardialos científicos han encontrado varios ejemplares de la nueva especie.
Agonopterix calavrisella no es una simple variante de una especie ya conocida. Tiene rasgos físicos que no coinciden con ninguna otra polilla europea y, en lo que respecta a la genética, la distancia con las especies más similares (Agonopterix liturosa) era imposible de ignorar. Una firma biológica clara y clara que despejó todas las dudas.
Lo sorprendente es que esto no es una rareza y sucedió por casualidad. La polilla está presente en varias zonas montañosas y montañosas del centro-sur de Calabria, como si hubiera elegido lugares donde la humedad y el silencio de los bosques pudieran protegerla de la mirada distraída del hombre.
Y así, mientras en otros lugares imaginamos que la biodiversidad vive lejos de nosotros, esta polilla aparece a pocos pasos de caminos que recorremos todos los días sin darnos cuenta.
Un descubrimiento que dice mucho sobre el sur y la investigación italiana
Los científicos que lo estudiaron lo tenían claro: el sur de Italia preserva una biodiversidad que apenas tocamos. Stefano Scalercio, que dirigió la investigación, lo dijo sin rodeos: el Sur es un archivo natural todavía parcialmente abierto, y cada nueva especie nos recuerda que sabemos mucho menos de lo que creemos.
Sara La Cava, primera autora del estudio, también subrayó algo que a menudo olvidamos: identificar con precisión las especies no es un ejercicio académico, sino una condición necesaria para decidir cómo proteger un bosque, cómo gestionar un territorio, cómo conservar un ecosistema antes de que alguien lo destruya sin siquiera saber lo que contiene.
El presidente del CREA, Andrea Rocchi, añadió que esta polilla representa también el valor de quienes trabajan en la investigación en Italia, a menudo con pocos medios y mucha pasión. Es una victoria silenciosa, pero real.
Y mientras la prensa científica comenta el descubrimiento, queda un hecho, simple y contundente: pocas semanas después del descubrimiento de la mantis con cola de serpiente en Cerdeña, llega otra nueva especie. Uno tras otro, como si la naturaleza llamara a una puerta que, durante años, hemos dejado cerrada.
Entonces surge la pregunta: ¿cuántas otras formas de vida hay aquí, justo al lado de nosotros, que estamos ignorando?