Estamos cultivando nuestra comida en tierras contaminadas: contaminados por metales pesados ​​el 17% de las tierras cultivables del mundo

Arsénico, cadmio, cobalto, cromo, cobre, níquel y plomo: hasta el 17% de la tierra cultivada en todo el mundo está contaminada por al menos un tipo de metal pesado tóxico, que corre riesgos para la salud de hasta 1,4 mil millones de personas.

Esto es lo que surge de un estudio publicado en la revista. Cienciaque hace una descripción global, única en su tipo, sobre la contaminación de los metales pesados ​​en el suelo, basado en un enfoque de metanálisis y un que se basa en los datos de muchos estudios anteriores de casi 800 mil muestras.

El equipo, dirigido por el especialista ambiental Deyi Hou de la Universidad China Tsinghua, centrada en las áreas donde las concentraciones de al menos uno de los siete metales: arsénico, cadmio, cobalto, cromo, cobre, níquel y plomo, estaban por encima de los límites de seguridad recomendados para la agricultura y la salud humana.

El estudio

Al analizar a los campeones a través de un análisis asistido de la inteligencia artificial, los investigadores descubrieron que entre el 14 y el 17% de la tierra cultivable está contaminada por al menos uno de los metales y que entre 900 millones y 1.400 millones de personas viven en «áreas de alto rendimiento».

La contaminación de metales pesados ​​puede derivarse tanto de los procesos geológicos naturales como de las actividades humanas como los desechos industriales, la agricultura o la minería.

El regiones más afectadas Soy:

En estas áreas, no totalmente, los niveles de metales tóxicos exceden los umbrales considerados seguros para la agricultura y la salud humana. El metal tóxico más extendido es el cadmio, que puede bioacumularse fácilmente en plantas y animales reproductores.

Estas sustancias naturales, a menudo indicadas como metales pesados, causan una serie de problemas de salud devastadores, que incluyen lesiones cutáneas, daños al sistema nervioso y órganos, y varios tipos de cáncer, concluye Liz Rylott, bióloga de la Universidad de York.

Los metales pesados ​​en el suelo representan una amenaza silenciosa pero devastadora tanto para el medio ambiente como para la salud humana. Esas sustancias tóxicas pueden acumularse debido a actividades industriales, pesticidas, descargas ilegales y tráfico vehicular. Una vez en el suelo, LLI no degradan y contamina toda la cadena alimentaria: son absorbidos por las plantas, terminan en los alimentos que comemos y en el agua que bebemos. Los efectos en el hombre? Enfermedades neurológicas, daño renal, trastornos del desarrollo en niños y mayor riesgo de tumores. Para el medio ambiente, la presencia de metales pesados ​​compromete la fertilidad del suelo, altera los ecosistemas y amenaza la biodiversidad. Una contaminación que no se ve, pero que deja signos profundos y duraderos.