Impactantes imágenes satelitales filtradas revelan el buque de guerra más grande de Corea del Norte: mucho más avanzado de lo esperado

La aparición de nuevas imágenes de satélite ha desatado una ola de inquietud estratégica en Asia del Este. A pesar de las sanciones internacionales, Pyongyang avanza con la construcción de su buque de guerra más ambicioso hasta la fecha. Analistas del CSIS, junto con datos de Maxar y Planet Labs, señalan que el casco observado en Namp’o mide cerca de 140 metros, superando con claridad a las plataformas previas de la marina norcoreana.

Dimensiones y señales de diseño

Las capturas tomadas a inicios de abril de 2025 muestran una estructura naval de gran porte en el astillero de Namp’o, a unos 60 kilómetros de Pyongyang. Las proporciones y la disposición de aberturas sugieren una fragata de misiles guiados, con un salto técnico notable frente a las envejecidas clases Najin. El detalle más llamativo es la presencia de supuestos módulos de lanzamiento vertical, capaces de disparar misiles contra blancos navales y terrestres.

La cifra de 140 metros situaría a este buque por encima de los 102 metros de las fragatas Najin, históricamente los mayores escoltas del país, aunque por debajo de grandes destructores extranjeros. El diseño, según se aprecia, prioriza volumen interno para sistemas de armas y electrónica, un indicio de ambición para operaciones más complejas. En un entorno de embargo tecnológico, ese énfasis sugiere una apuesta estratégica de largo plazo.

Tecnología, sanciones y posibles apoyos

El proyecto plantea la pregunta central: ¿cómo sostiene Corea del Norte una construcción tan sofisticada bajo estrictas sanciones de la ONU? Especialistas surcoreanos han insinuado posibles transferencias de conocimiento procedentes de Rusia, en especial en el terreno de los misiles. Aunque no hay confirmaciones abiertas, el acercamiento político y militar entre Moscú y Pyongyang alimenta esa línea de análisis.

Las imágenes permiten entrever espacio para un radar de antena de fase (tipo AESA), capaz de rastrear múltiples amenazas aéreas y de superficie con mayor precisión. Si se confirma, sería un salto respecto a la electrónica naval previamente documentada en la flota norcoreana. La integración de un conjunto así cambia el rendimiento del buque tanto en detección como en control de fuego, siempre que la arquitectura de software acompañe.

“Lo que muestran las imágenes es el intento de cerrar décadas de atraso con un solo programa emblemático”, resume una máxima que resuena en foros de seguridad regional.

Aun así, expertos navales advierten que construir el casco es lo menos complicado; lo crítico es hacer que todo funcione de manera fiable. La propulsión, el control de daños, los enlaces de datos y la guerra electrónica exigen una cadena de suministro y una cultura operativa difíciles de sostener con recursos limitados. El salto no es solo industrial, sino también de entrenamiento y mantenimiento.

  • La construcción de casco y ciertas partes de la propulsión es relativamente “accesible” bajo recursos nacionales.
  • La integración de comunicaciones, sensores y armas es un desafío de alto riesgo tecnológico.
  • Operar un buque grande exige dotaciones numerosas y cuadros técnicos especializados.
  • La sostenibilidad logística y el mantenimiento a ciclo completo son la prueba decisiva.

Una doctrina que se actualiza

El programa encaja en una modernización naval que el liderazgo ha publicitado con visitas de alto perfil. En septiembre de 2024, Kim Jong Un subrayó la “urgente necesidad” de nuevas infraestructuras capaces de albergar grandes escoltas y submarinos. En paralelo, los astilleros de Sinpo trabajan en un submarino de propulsión nuclear, y se reporta otro escolta de tamaño similar en Chongjin.

Según un informe de 2021 de la Agencia de Inteligencia de la Defensa de Estados Unidos, la marina norcoreana suma cientos de patrulleros y alrededor de 70 submarinos, pero la mayoría son obsoletos. La brecha cualitativa con fuerzas modernas de la región sigue siendo amplia, sobre todo en sensores, mando y control. Un puñado de plataformas avanzadas podría, sin embargo, modificar la percepción de riesgo en misiones específicas de negación de área.

Capacidades y escenarios de empleo

Si esta fragata integrara un sistema de lanzamiento vertical plenamente operativo, su impacto iría más allá de la disuasión costera. Podría sostener defensa aérea de punto, ataques de superficie y misiones de escolta en mar abierto, dentro de las limitaciones de su cadena logística. Un radar de fase y misiles modernizados ampliarían su ventana de combate respecto a generaciones previas.

La posibilidad de asociar el buque con armamento hipersónico, probado según anuncios de enero de 2025, elevaría el listón de la contención regional. Ese emparejamiento, de confirmarse, complicaría la planificación defensiva de los países vecinos, forzando inversiones en sensores y interceptores. Aun así, la credibilidad depende de la integración real y de la formación de las tripulaciones a lo largo de un ciclo operativo completo.

Lo que viene

El calendario de alistamiento sigue siendo una incógnita, pero el avance observado indica un compromiso sostenido con el proyecto. La clave estará en validar en el mar lo que hoy se insinúa desde el espacio: que la electrónica, los misiles y la propulsión trabajen como un sistema coherente. El día que ese casco salga a pruebas, la región medirá no solo su tamaño, sino la calidad de su nueva arquitectura naval.