Un gesto que hizo el recorrido por las redes sociales y encendió un debate furioso. Se reanudó una mujer mientras lavaba los vasos directamente en el mar, frente a la costa de Sant’angelo en Ischia, utilizando el detergente común para los platos. El video, que documenta toda la escena, terminó en las redes sociales gracias al diputado Francesco Emilio Borrelli.
Hola Francesco, estamos indignados por los comportamientos de algunas personas que no respetan el mar, pero para ver a una mujer que lava las gafas con el rapin frente a la costa de Sant’angelo en Ischia y luego enjuague el jabón en el mar. Lamentablemente, todavía hay poco respeto por la naturaleza y el medio ambiente.
Las imágenes muestran claramente a la mujer que, sin modestia, vierte el detergente en las gafas y las enjuague en el Mediterráneo. Un comportamiento que ha desatado cientos de comentarios de inferocitos, muchos de los cuales hablan de «envenenamiento del mar» y piden sanciones severas.
El caso vuelve a abrir una pregunta que ahora debería superarse, pero que evidentemente no lo es. Alguien podría decir «nuestras abuelas siempre lo hicieron», y es cierto. Pero hay una diferencia abismal: las abuelas usaron jabones caseros con ingredientes naturales como la ceniza, que rápidamente se degradó sin dejar trazas tóxicas.
Los detergentes modernos, por otro lado, contienen tensioactivos sintéticos, perfumes, conservantes y otros productos químicos que, incluso si en el paquete se escriben «biodegradable», tardan mucho más en descomponer y, mientras tanto, pueden dañar la fauna marina. Los peces, moluscos y microorganismos pueden sufrir estrés o alteraciones conductuales.
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No es la primera vez que los episodios similares terminan en el centro de atención. La falta de conciencia sigue siendo el principal problema. Muchos todavía no entienden que el mar no es un fregadero gigante donde lanzar nada. Cada pequeño gesto tiene consecuencias en el ecosistema marino, ya puesto a prueba por la contaminación y el cambio climático.
Se necesitaría más educación ambiental, cheques más severos y tal vez algunas saladas bien para dejar en claro que ciertos comportamientos ya no son aceptables. Nuestro Mediterráneo merece respeto, no detergente.