La primera semana de la COP30 en Belém terminó el viernes con un panorama preocupante: mientras las negociaciones avanzan lentamente en el interior de los edificios gubernamentales, en las calles de la ciudad amazónica miles de personas marcharon para pedir que las promesas se transformen finalmente en hechos concretos. El Proyecto Global de Carbono publicó datos alarmantes al comienzo de la conferencia: emisiones de CO₂ procedentes de combustibles fósiles alcanzará un nuevo pico en 2025alejándose aún más del objetivo de limitar el calentamiento global a 1,5°C.
O presidente de #COP30André Corrêa do Lago, escribió sobre la comprensión de la negación climática en una entrevista exclusiva.#BrasilNoMundo: ¡Asistencia completa a las 19.30 horas! https://t.co/BJkC63MkHf pic.twitter.com/JQdavbrosD
— TV Brasil (@TVBrasil) 16 de noviembre de 2025
El Presidente de la COP30, André Corrêa do Lagopresentó un plan para relanzar los trabajos en la segunda semana, estructurado en tres ejes: conversaciones ministeriales sobre los temas políticamente más espinosos, continuación de los trabajos técnicos y consultas sobre la cooperación. Simón Stiellsecretario ejecutivo de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, hizo un llamamiento directo a los gobiernos: «Deben dar más. La financiación climática es el alma de la acción climática. Sin ella, la implementación se ralentiza, la ambición flaquea y el progreso para todos se vuelve mucho, mucho más difícil».
El Acuerdo de París está trabajando para lograr un progreso real.
Pero debemos esforzarnos valientemente por lograr más.
Cada acción para generar resiliencia ayuda a salvar vidas, fortalecer las comunidades y proteger las cadenas de suministro globales de las que depende toda economía.#COP30 pic.twitter.com/57oIlYxTT4
—Simon Stiell (@simonstiell) 10 de noviembre de 2025
La cuestión que lo bloquea todo: quién paga para salvar el clima
La cuestión financiera representa el verdadero punto de ruptura. El camino”Camino a Belém“, comenzó después de la COP29 en Bakúplanea movilizarse 1.300 mil millones de dólares al año del Norte al Sur del mundo para 2035. Una cifra que permitirá a los países más pobres y vulnerables adaptarse a los impactos de la crisis climática, compensar pérdidas y dañosY reducir sus emisiones. ¿El problema? Significa multiplicar por siete los niveles de financiación actuales, que están estancados en 190.000 millones en 2022.
Sara Sesaactivista de Viernes para el futuro presente en Belém con la delegación de Club de Kiotodestacó las cuestiones críticas que han surgido: «No son sólo decisivas las cifras presupuestarias a asignar, sino también los métodos de desembolso de los fondos. La presidencia brasileña ha reiterado repetidamente la necesidad de incluir más al sector privado en los esfuerzos financieros, una perspectiva que preocupa a las entidades de la sociedad civil que solicitan financiación pública y no reembolsable».
La divergencia es clara: los países industrializados presionan por una mayor participación del capital privado, mientras que el Sur global reclama recursos públicos sin restricciones de reembolso. Una fractura que corre el riesgo de comprometer todo el marco del Acuerdo de París.
Pueblos indígenas: presentes pero invisibles
Otro tema caracterizó la primera semana: La exclusión de los pueblos indígenas de los procesos de toma de decisiones.. A pesar de la participación masiva, los representantes de las comunidades nativas no tienen derecho a votar en las mesas de negociación. Las protestas culminaron el martes, cuando numerosas comunidades intentaron irrumpir en la zona azul para denunciar esta exclusión.
“La participación indígena es muy amplia, aunque ni siquiera esta COP ha logrado incluir realmente a los defensores de los territorios en las decisiones oficiales”, explicó Sara Sessa. “Las protestas están floreciendo en las salas, culminando el martes con el intento de las comunidades indígenas de irrumpir en masa en la zona azul, para denunciar que todavía no tienen derecho a votar en las mesas de negociación”.
Durante la “Gran Marcha del Pueblo” que pasó por Belém, Txai Suruíun joven líder indígena, dijo a la AFP: «Estamos aquí para intentar presionar» y evitar «retroceso» en los compromisos adquiridos. Benedito Huni Kuin, del pueblo Huni Kuin, agregó: “Hoy vivimos una masacre, con nuestro bosque siendo destruido. Queremos hacer oír nuestra voz desdeAmazonas y exigir resultados”. Los manifestantes celebraron un funeral simbólico de petróleo, gas y carbón, agitando ataúdes con los nombres de los tres combustibles fósiles.
Metas ambiciosas y realidad insuficiente
En su discurso de apertura, el presidente brasileño Lula fijó un objetivo claro: cerrar la COP30 con una hoja de ruta para una salida progresiva de los combustibles fósilescon fechas y compromisos concretos. No más fórmulas vagas como «reducción gradual» o «transición». Pero el camino parece cuesta arriba.
Las promesas de reducción de emisiones (NDC) presentadas hasta ahora por 114 países son completamente insuficientes para alcanzar los objetivos del Acuerdo de París. Faltan 80 naciones. Algunos delegados incluso propusieron abandonar la referencia explícita al objetivo de 1,5°Cmanteniendo abierta la posibilidad de llegar a los 2 grados. Una señal preocupante de cómo la ambición está dando paso al realismo político.
En el frente de la deforestación, se ha llegado a un resultado parcial con la Fondo Bosque Tropical para Siempreun mecanismo innovador que recaudó 5.500 millones de dólares de 53 naciones para proteger mil millones de hectáreas de bosques tropicales en más de 70 países en desarrollo.
Una innovación importante se refiere a la lucha contra la desinformación climática. Por primera vez en la historia de la COP, trece países han firmado una declaración que establece compromisos internacionales para promover información correcta y con base científica. Italia no se encuentra entre los firmantes. Como señaló Audrey Azoulaydirector general de la UNESCO: “Sin acceso a noticias confiables sobre la crisis climática, nunca podremos esperar tener éxito”.
La segunda semana se abre con un “Mutirão”una movilización colectiva a nivel ministerial. Lula está considerando regresar personalmente a Belém para dar un nuevo impulso a las negociaciones. La impresión es que la presidencia brasileña va en serio. Pero entre promesas insuficientes, divisiones sobre la financiación y voces excluidas, el desafío parece inmenso. El Planeta observa, mientras pasa el tiempo.