La crisis climática no sólo amenaza a los glaciares y los bosques: ahora está claro que incluso lo que llega a nuestras mesas está cada vez más en peligro. Según un nuevo estudio, la producción de Los mejillones en el Mediterráneo podrían colapsar ya en 2050mientras que el de las ostras, aunque muestre mayor resistencia, seguirá sufriendo consecuencias importantes.
La investigación, publicada en la revista El futuro de la Tierra, envía un mensaje claro: sin adaptación, el futuro del cultivo de mejillón mediterráneo está seriamente comprometido.
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El estudio fue realizado por investigadores deIfremerdel Instituto Francés de Investigación sobre la Explotación del Mar, y coordinado por el biólogo marino Fabrice Pernet.
el estudio
Durante más de un año, entre 2022 y 2023, los científicos observaron la supervivencia de mejillones y ostras cultivados en condiciones extremadamente realistas, colocados en un recipiente alimentado con agua sin filtrar procedente directamente de la laguna de Thau, una de las zonas más importantes para el cultivo de mariscos en Francia. La salinidad, el oxígeno, el fitoplancton, los virus y las bacterias eran los verdaderos de la laguna.
La única variación introducida por los investigadores fue laaumento de la temperatura del agua (de +1 °C a +3 °C) y enriquecimiento de CO₂, para simular la acidificación de los océanos prevista para 2050, 2075 y 2100.
Estamos lo más cerca posible de lo que será el futuro, explicó Pernet.
Los resultados son alarmantes: al final del experimento, el la mortalidad de los mejillones fue casi total en todos los escenarios climáticos futuros. Incluso un aumento relativamente pequeño de la temperatura, igual a +1 °C –el ya previsto para 2050– fue suficiente para provocar la muerte total de las explotaciones ganaderas durante el verano. Una cifra que, según los investigadores, confirma lo que ya se ha observado en el Mediterráneo oriental, donde se están produciendo episodios cada vez más frecuentes de muertes masivas en granjas de mejillón en países como Italia y Grecia.
El ostras en cambio, muestran una mayor capacidad de resistencia. Incluso en los peores escenarios para 2100, la tasa de supervivencia se mantiene en torno al 77%. Sin embargo, el crecimiento animal se reduce hasta un 40% en comparación con las condiciones actuales. Esto significa tiempos de cultivo más prolongados, mayores costos y una mayor exposición a riesgos ambientales como algas tóxicas, contaminantes y patógenos.
Para los científicos no hay más tiempo que perder. La industria necesita empezar a trabajar en esto ahora estrategias de adaptacióncomo seleccionar variedades más resistentes al calor y la acidificación, el cocultivo con algas -que pueden ayudar a mejorar la calidad del agua- o la reubicación de granjas en mar abierto, donde las temperaturas y la acidez aumentan más lentamente que en las lagunas costeras.
Aunque hay mucho que decir sobre la salud del mejillón, el mensaje de la investigación es bastante claro: el calentamiento global no es una amenaza lejana, sino una realidad que ya está cambiando el Mediterráneo y sus recursos. Sin una adaptación rápida, todo corre el riesgo de convertirse en la víctima emblemática de un mar cada vez más cálido y ácido.