31 de octubre de 2002: Molise recuerda el terremoto que acabó con toda una generación en pocos segundos

31 de octubre de 2002. Una fecha que nunca se olvida en Molise. A las 11.32 la tierra tembló con una violencia inesperada: un terremoto de magnitud 5,4 golpeó el bajo Molise, devastador sobre todo San Julián de Apuliadejando una herida que aún hoy marca el alma de toda una región. El colapso de la escuela primaria “Francesco Jovine” acabó con la vida de 27 niños y de su maestra, Carmela Ciniglio, en apenas unos momentos.

Una generación entera desapareció entre los escombros de un edificio que debería haber sido un refugio seguro, no una trampa de hormigón.

Una tragedia anunciada

Los rescatistas llegaron en medio del polvo y el silencio roto sólo por el llanto de los padres. Las imágenes de los bomberos cavando con sus propias manos entre los escombros de aquel colegio que se derrumbó como un castillo de arena dieron la vuelta al país. Toda Italia se detuvo incrédula.

En los días siguientes se habló de «mortalidad» y luego de «error humano»: el edificio había sido levantado con obras que no respetaban las normas antisísmicas. La tragedia se convirtió en un símbolo de negligencia colectiva, culminando años después con condenas a los responsables de la construcción y con una verdad judicial que estableció lo que todos ya sabían: la tragedia podría haberse evitado.

Una nueva ley para escuelas y edificios públicos más seguros

Después del terremoto, Italia introdujo normas más estrictas sobre seguridad escolar y edificios públicos. Él nació la llamada «ley San Giuliano», que vinculaba fondos específicos a la reconstrucción antisísmica. Pero hay un enorme pero. 23 años después de la tragedia que azotó Molise, muchas escuelas italianas siguen en peligro.

Como se desprende del último informe Ecosistema Scuola de Legambiente, menos de la mitad de los edificios escolares tienen un certificado de usabilidad (47%) y sólo el 45% tienen pruebas estáticas y en muchas zonas sísmicas. La seguridad de los áticos, principal causa de accidentes en las escuelas, sigue siendo una emergencia nada despreciable: sólo el 31% de los edificios han sido sometidos a investigaciones de diagnóstico en los últimos cinco años y sólo el 11% se han hecho seguros.

La herida colectiva que no sana

San Giuliano di Puglia, desde aquel día, ya no es el mismo. Las casas, la escuela, la plaza: todo ha sido reconstruido, pero la herida sigue abierta. Cada año, el 31 de octubre, el país se detiene.

Las campanas suenan a las 11:32, al mismo tiempo que la tierra temblaba. En el Jardín de la Memoria, al lado de la nueva escuela, hay 27 árboles -uno para cada niño- y una placa con sus nombres.

Deja un comentario