CAP 2.0, la UE da luz verde a la simplificación: más fondos para los pequeños agricultores y normas medioambientales en riesgo

Bruselas dio un gran sí. Con una votación que no encontró oposición significativa (629 a favor, 17 en contra y 16 abstenciones), el Parlamento Europeo confirmó el acuerdo preliminar sobre la segunda revisión del Política Agrícola Común (TAPA). Un paquete que promete aligerar las cargas administrativas para los agricultores, con ahorros estimados por la Comisión de la UE en hasta 1.580 millones de euros al año.

El acuerdo, alcanzado provisionalmente con el Consejo el 10 de noviembre de 2025, es la respuesta a las solicitudes de mayor flexibilidad y apoyo del mundo agrícola. El objetivo es hacer que los pagos, los requisitos medioambientales y las herramientas de gestión de crisis sean más sencillos y menos onerosos de administrar. Sin embargo, el fuerte énfasis en la simplificación inevitablemente lleva el debate a equilibrio entre productividad y protección del medio ambiente.

Los cambios de mayor alcance apuntan a fortalecer el apoyo a las pequeñas explotaciones agrícolas. El debate entre los colegisladores condujo a un aumento de los límites máximos propuestos por la Comisión presidida por Ursula von der Leyen, saliendo efectivamente «derrotado de la comparación» en la dimensión financiera de las ayudas:

Estos aumentos tienen como objetivo proporcionar a los pequeños agricultores, que necesitan normas claras y “pagos con los que puedan contar”, según afirmó el ponente. André Rodrigues (S&D, Portugal), una base financiera más sólida para el desarrollo del negocio.

BCAA bajo la lente: el nudo de arado

El verdadero quid político, y el elemento que introduce una mayor flexibilidad, se refiere a la «buenas condiciones agrícolas y ambientales» (BCAA). Las nuevas normas liberan a los agricultores de la carga de arar sus campos cada año. Las tierras clasificadas como cultivables el 1 de enero de 2026 mantendrán esa clasificación incluso si no han sido aradas, labradas o resembradas.

Oficialmente, la norma se introdujo para “preservar la biodiversidad«, pero la interpretación no es unívoca: en realidad, como se subraya, se configura como un «pretexto para ahorrar a los agricultores el costoso proceso de trabajar el campo». Esta reducción regulatoria fue defendida por Rodrigues con la seguridad de que es posible tener «normas más simples y un mejor apoyo, sin debilitar las protecciones ambientales y sociales».

Otra simplificación se refiere a los agricultores ecológicos: se les considerará automáticamente conformes con los requisitos BCAA para sus empresas ya certificadas o en fase de conversión. Se trata de una exención que reduce la carga burocrática y los controles adicionales, a menos que los Estados miembros decidan limitarla en caso de una carga administrativa elevada.

El principio de “sólo una vez”

La simplificación se extiende también al sistema de inspección. El acuerdo establece que flexibilidad rima con menos controles, introducción del principio de “sólo una vez”. Los agricultores no deberían estar sujetos a más de un control oficial in situ en el mismo año.

El reglamento espera ahora la confirmación formal por parte del Consejo y su entrada en vigor, prevista para el día siguiente de su publicación en el Diario Oficial. La Mini-CAP promete aliviar la carga sobre el sector primario, pero su impacto a largo plazo sobre la salud del suelo y la biodiversidad inclinará la balanza de su eficacia real.

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