El Brasilpróximo invitado de la crucial conferencia climática de las Naciones Unidas Cop30 en Belémse encuentra en el centro de una controversia ambiental y política que pone en duda sus ambiciones “verdes”. Allá petrolera estatal Petrobras De hecho, recibió autorización para iniciar perforaciones exploratorias en la desembocadura del río Amazonas, una medida fuertemente cuestionada por las organizaciones ambientalistas.
La autorización, llegada el 20 de octubre de 2025, marca el final de una batalla de cinco años para Petrobras, que declaró haber «cumplido con todos los requisitos establecidos por el Ibama» (organismo de control ambiental), según informóAgencia de prensa francesa (AFP). El presidente de Petrobras, Magda Chambriardexpresó la esperanza de obtener “excelentes resultados” y “demostrar la existencia de petróleo en la parte brasileña de esta nueva frontera energética global”.
Un proyecto controvertido a 500 km de la costa
El proyecto consiste en la perforación de un pozo exploratorio en el Bloque 59, un sitio marino ubicado aproximadamente a 500 km de la desembocadura del río Amazonas y a 160 km de la costa, a una profundidad de más de 2.800 metros. La zona, conocida como Margen Ecuatorial, se considera una nueva y prometedora frontera petrolera, a raíz de los grandes descubrimientos marinos realizados en la cercana Guyana. El perforaciónSegún Petrobras, comenzarán de inmediato y durarán cinco meses.
Este proyecto es un objetivo prioritario para el presidente Luiz Inácio Lula da Silva. El jefe de Estado afirma que el aumento de los ingresos procedentes del petróleo será clave para financiar la transición climática de Brasilun país que, a pesar de ser el octavo productor de petróleo del mundo, obtiene aproximadamente la mitad de su energía de fuentes renovables.
Duras críticas de los ambientalistas y el riesgo de la biodiversidad
La decisión ha provocado la alarma de los ambientalistas, que ven la perforación en esta zona rica en biodiversidad, cerca de la selva tropical más grande del mundo y hogar de numerosas comunidades indígenas, como un «error histórico».
Organizaciones de la sociedad civil, unidas en la ONG brasileña Observatorio del climahan anunciado que acudirán a los tribunales para impugnar la decisión. El Observatorio dijo que la aprobación se basó en “ilegalidades y defectos técnicos” en el proceso de autorización. En una nota, expresaron claramente que “La aprobación sabotea la COP y va en contra del papel de liderazgo climático reivindicado por el presidente Luiz Inácio Lula da Silva en el escenario internacional”. También calificaron la decisión de “desastrosa desde el punto de vista ambiental, climático y de sociobiodiversidad”.
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También Ilan Zugmanresponsable de laAmérica Latina por la ONG 350.orgdefinió la exploración como un «error histórico» y subrayó la urgencia de implementar una «verdadera transición energética, basada en fuentes renovables y que respete a las poblaciones autóctonas».
Contradicciones en el proceso de autorización
El asunto ha puesto de relieve una profunda brecha dentro de las instituciones. En 2023, Ibama inicialmente negó una licencia de exploración a Petrobras, citando planes inadecuados para proteger la vida silvestre en caso de un derrame de petróleo.
La presión política aumentó cuando el presidente Lula criticó al Ibama, calificándolo de agencia que actuaba como si estuviera «contra el gobierno». En febrero de 2025, un dictamen firmado por 29 miembros del equipo técnico del Ibama, visto por la AFP, seguía recomendando “denegar la licencia ambiental”, destacando el riesgo de “pérdida masiva de biodiversidad en un ecosistema marino altamente sensible”. El personal también había notado las dificultades y riesgos de las condiciones de perforación en la cuenca de Foz de Amazonas, sujeta a fuertes tormentas y corrientes oceánicas.
Pese a ello, en mayo el dictamen fue anulado por Rodrigo Agostinholo que permitirá a Petrobras continuar con los ejercicios previos a la concesión de licencias. En septiembre, Ibama aprobó la evaluación ambiental preoperacional, a pesar de que Petrobras no logró demostrar que puede «proteger de manera confiable la vida silvestre en caso de un derrame de petróleo».
La autorización definitiva se produce, por tanto, en un contexto de graves preocupaciones medioambientales y plantea dudas sobre la coherencia real entre la política energética brasileña y la imagen de líder mundial en la lucha contra el cambio climático que el presidente Lula quiere proyectar de cara a la COP30.