China lanza una misión histórica sin precedentes para capturar asteroides que podrían valer casi 539.000 millones de euros

La misión anunciada por la CNSA abre un capítulo decisivo en la exploración y el uso de recursos del espacio. El 24 de julio de 2025 despegó la sonda Tianwen‑2 rumbo al asteroide 469219 Kamoʻoalewa, con el objetivo de analizarlo y traer muestras a la Tierra. La posible riqueza asociada al objeto, estimada en 538,782 mil millones de euros, ha despertado tanto interés científico como económico.

Un objetivo pequeño, un potencial enorme

Kamoʻoalewa mide entre 40 y 100 metros de diámetro y orbita a entre 9 y 24 millones de kilómetros de nuestro planeta. En su punto más cercano, esa cifra equivale a unas 38 veces la distancia Tierra‑Luna, un reto adicional para la navegación de precisión. Su atractivo radica en una composición rica en metales, que podría incluir níquel, hierro y elementos del grupo del platino.

La sonda china tardará cerca de un año en llegar, con arribo previsto para julio de 2026. Allí realizará estudios in situ antes de recolectar muestras y empaquetarlas en una cápsula de retorno que debe aterrizar en noviembre de 2027. El módulo principal proseguirá después hacia la cometa 311P/PanSTARRS para ampliar el retorno de datos.

  • China sería el tercer país en traer muestras de un asteroide.
  • La misión integra objetivos científicos y planes con potencial económico.
  • Los materiales podrían revelar pistas sobre el origen del Sistema Solar.
  • Marca un avance en la nueva y competitiva carrera espacial.

Cómo se desplegará la misión

El lanzamiento de Tianwen‑2 inaugura una secuencia en varias fases: crucero interplanetario, encuentro, mapeo detallado, toma de muestras y retorno a la Tierra. Cada fase exige navegación de alta precisión y coordinación entre sensores ópticos, radares y control de actitud. La ventana temporal fue elegida para optimizar consumo de combustible y tiempos de vuelo.

En la superficie del asteroide la gravedad es diminuta, por lo que aterrizar no es “posarse” sino anclarse con suavidad. El equipo mitigará rebotes y eyección de polvo mediante sistemas de sujeción y protocolos de contacto de segundos. El control de contaminación es crítico para preservar señales químicas en los granos recolectados.

Ingeniería y riesgos a superar

La baja gravedad complica el amartizaje y el muestreo, porque cualquier impulso puede expulsar a la nave del objetivo. Se emplearán algoritmos de guiado autónomo y redundancias en propulsores de actitud para limitar desviaciones. También se probarán cabezales de muestreo capaces de capturar material sin excavar profundamente.

El retorno atmosférico de la cápsula requerirá un escudo térmico robusto y una recuperación rápida en tierra. Mantener la cadena de custodia de las muestras garantizará su valor científico en laboratorios de alta pureza. Estas capacidades refuerzan la curva de aprendizaje del programa espacial chino.

“Esta misión no solo persigue conocimiento, sino también la madurez tecnológica necesaria para un acceso sostenido a los recursos del espacio”.

Ciencia que puede cambiar paradigmas

Los fragmentos de Kamoʻoalewa podrían conservar materiales tan antiguos como la formación de los planetas. Analizar isótopos, minerales y posibles compuestos orgánicos ayudará a reconstruir procesos tempranos del Sistema Solar. La comparación con muestras de Bennu (OSIRIS‑REx) y Ryugu (Hayabusa2) permitirá una sinergia global de datos.

Cada grano aporta información sobre condiciones de temperatura, presencia de agua y evolución de la materia primitiva. Si se detectan metales del grupo del platino, se afinarán modelos de abundancia y distribución en NEAs. El valor científico es inmediato, aunque la explotación industrial sea más lejana.

Economía, derecho y una nueva carrera

La cifra estimada de 538,782 mil millones de euros es teórica y no representa valor realizable a corto plazo. La minería espacial enfrenta barreras de costo, logística y procesamiento in situ, que hoy la vuelven inviable a gran escala. Aun así, las misiones de retorno de muestras son bancos de prueba para tecnologías clave.

El marco legal sigue difuso. El Tratado del Espacio de 1967 prohíbe la apropiación nacional, pero la interpretación sobre aprovechamiento comercial varía entre países. Harán falta acuerdos que alineen incentivos, seguridad jurídica y protección del entorno espacial de manera sostenible.

Lo que puede venir después

Si Tianwen‑2 cumple sus objetivos, China consolidará su papel como actor principal en la exploración de asteroides. El éxito abriría la puerta a misiones más complejas, con mayor autonomía y demostraciones de procesamiento básico en órbita. También acelerará colaboraciones académicas y transferencia de tecnología a sectores terrestres.

Más allá del botín en metales, el verdadero premio es el dominio de capacidades críticas de navegación, retorno y análisis de muestras. En una década, estas piezas podrían converger en una economía espacial más robusta y diversificada. Kamoʻoalewa, pequeño y discreto, podría catalizar una transformación histórica.

Deja un comentario