El futuro de las costas europeas podría cambiar para siempre. Según datos publicados porAgencia Europea de Medio Ambiente (Aea), el nivel del mar sigue aumentando a un ritmo cada vez más rápido: entre 2006 y 2018 subió 3,7 milímetros por año, más del doble que la media del último siglo. Una tendencia que, si no se frena, podría acabar con algunas de las playas más queridas del continente para el año 2100.
Del estudio de la empresa holandesa Corporación Reindersque analiza el impacto climático en las costas europeas, surge un panorama preocupante: lugares emblemáticos como Sveti Stefan en Montenegro, Benagil en Portugal Y Porto Giunco en Cerdeña corren el riesgo de desaparecer bajo las olas.
Porto Giunco, la perla sarda amenazada por el mar
Porto Giunco, en el sur de Cerdeña, también aparece en la lista de las diez playas con mayor riesgo de Europa. Considerada una de las bahías más vírgenes del Mediterráneo, la playa es famosa por su arena blanca y su fondo marino poco profundo que recuerda a escenarios tropicales. Sin embargo, según las proyecciones, la erosión marina podría hacer retroceder la costa más de 100 metros hacia finales de siglo.
El problema no es sólo estético o turístico. Las playas son un importante bastión natural contra las marejadas ciclónicas y el avance del mar. Su pérdida expone la infraestructura, los ecosistemas y las comunidades costeras a riesgos cada vez mayores.
De Islandia a la Riviera francesa: un continente en juego
El fenómeno afecta a todo el continente, de norte a sur. EL’isla de vaerøyen las Lofoten noruegas, podría perder casi 60 metros de costa, mientras que la sugerente Bahía de Keem en Irlanda corre el riesgo de retroceder 40 metros. Incluso la Riviera francesa, con su propia Plage des Marinières cerca de Nizase encuentra entre las zonas más vulnerables: el estudio predice una erosión de más de 30 metros para 2100.
Factores locales como la masificación turística, la construcción de infraestructuras cercanas al mar y la ausencia de una planificación costera coordinada contribuyen a empeorar la situación.
Un cambio inevitable pero manejable
Segundo George Budillonprofesor de Oceanografía y Física Atmosférica en la Universidad Parthenope de Nápoles, la subida del mar es ahora un proceso inevitable, ligado a expansión térmica de los océanos y a derretimiento de los casquetes polares. Sin embargo, explicó el experto a EuroNews, «no se trata de alarmismo, sino de realismo: todavía podemos limitar los efectos más graves».
Las defensas rígidas, como presas o rompeolas, si bien son soluciones inmediatas, a menudo desplazan la erosión a otros lugares. Sin embargo, existen estrategias más sostenibles: restaurar dunas y playas, proteger las praderas y humedales de posidoniaque actúan como barreras naturales contra las inundaciones.
Repensar las ciudades costeras
La planificación urbana también tendrá que adaptarse. «Necesitamos una planificación que impida nuevas construcciones en zonas de riesgo y que cree zonas costeras de amortiguamiento», subrayó Budillon. Las nuevas reglas deberían incluir sistemas de alerta tempranaseguimiento constante e incentivos para soluciones basadas en la naturaleza.
Europa ya dispone de fondos para la protección costera, pero falta una estrategia común. Demasiados países actúan sólo en situaciones de emergencia, sin una visión general. «Necesitamos pasar de la lógica de la reparación a la de la prevención», advirtió Budillon. «Adaptar hoy cuesta mucho menos que reconstruir mañana».