En Londres la primera acera del mundo que produce energía transformando las pisadas en electricidad

Pasea por una calle tranquila del centro y descubre que cada paso genera energía. Suena a ciencia ficción, pero eso es exactamente lo que sucede en Bird Street, una pequeña calle lateral de Oxford Street en Londres, elegida como laboratorio urbano para probar una idea que trastoca nuestra percepción del espacio público.

Allí mismo, entre comercios y edificios históricos, una franja de pavimento «cinético» capta la fuerza de los pies de los transeúntes y la transforma en electricidad. Este no es un truco de parque de diversiones, sino un tecnología concretadiseñado para alimentar luces LED, pequeños sistemas de audio y sensores ambientales instalados a lo largo de la calle. A cada paso, una microshock de energía ayuda a que la carretera sea más sostenible e inteligente.

No es un proyecto utópico: ya sucedió, y fue el primer ejemplo en el mundo de “acera energética”.

como funciona

Detrás de esta acera futurista se esconde una tecnología sencilla pero ingeniosa: unas placas piezoeléctricas especiales que, comprimiéndose bajo el peso de las personas, activan un pequeño mecanismo capaz de generar energía. Es una cantidad modesta, por supuesto, pero suficiente para hacer brillar el alumbrado público y demostrar que incluso los gestos más cotidianos pueden convertirse en un recurso circular.

El recorrido instalado en Londres ocupaba aproximadamente diez metros cuadrados. En un día ajetreado, las tejas registraron miles de pasosun flujo constante capaz de alimentar LED y dispositivos de bajo consumo. Los transeúntes incluso tuvieron la oportunidad, a través de aplicaciones, de controlar en tiempo real cuánta energía estaban produciendo. Una forma sorprendente e inmediata de hacer visible lo que normalmente no percibimos: que cada movimiento tiene un impacto energético.

Y Bird Street no sólo producía electricidad: también integraba sensores de calidad del aire e instalaciones de sonido. Una pequeña «calle inteligente» a escala humana, diseñada para demostrar que la tecnología puede mejorar la vida urbana sin distorsionarla.

Si es cierto que una acera como la de Bird Street nunca podrá abastecer a todo un barrio, su valor no está en las cifras de la factura. Está en el mensaje. Muestra cómo cada espacio urbano, como una plaza, una estación, un centro comercial, puede convertirse en un pequeño nodo de energía limpia y participativa.

La fuerza de la «acera energética» reside precisamente en hacernos imaginar un nuevo modelo de ciudad: ya no una consumidora pasiva, sino productor generalizadodonde la energía también surge de los gestos cotidianos, de las personas, de su simple ir y venir.

Y, sobre todo, nos recuerda que la transición ecológica no se compone sólo de grandes plantas y decisiones políticas: se compone de innovaciones minúsculas e inteligentes que cambian las mentalidades incluso antes que el paisaje urbano.

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