En el remoto norte de Canadá, un conjunto de rocas ha sacudido la narrativa sobre los primeros capítulos de la Tierra. Investigaciones recientes apuntan a una formación en la costa oriental de la bahía de Hudson con edades de hasta 4,30 mil millones de años. Si se confirma, estaríamos ante los minerales más antiguos conocidos del mundo.
Un hallazgo en la cinturón de rocas verdes de Nuvvuagittuq
La formación que concentra la atención se ubica en la cinturón de rocas verdes de Nuvvuagittuq, un afloramiento del noreste de Canadá. Sus rocas grises y estriadas han sido datadas con al menos 4,16 mil millones de años, y algunos análisis sugieren hasta 4,30 mil millones. El equipo liderado por Jonathan O’Neil, de la Universidad de Ottawa, defiende esta antigüedad excepcional.
“Las rocas volcánicas tienen al menos 4,16 mil millones de años, pero sostengo que su edad más probable es de 4,30 mil millones. No existe ninguna roca conocida más antigua”, afirma O’Neil. Esta evaluación, publicada en la revista Science, sitúa a Nuvvuagittuq en un lugar único para reconstruir la infancia geológica del planeta.
Cómo se dataron estas rocas sin zirconio
Determinar edades tan remotas supone un desafío científico enorme. El mineral clásico para estas tareas es el circonio, extraordinariamente estable a lo largo de miles de millones de años. Sin embargo, las rocas volcánicas de Nuvvuagittuq carecen de zircones, lo que obligó a los investigadores a adoptar métodos alternativos.
El equipo recurrió a la desintegración del samario hacia neodimio, siguiendo dos relojes isotópicos. Por un lado, el Sm‑146 decae a Nd‑142 con una vida media de unos 96 millones de años. Por otro, el Sm‑147 evoluciona a Nd‑143 con una vida media de miles de millones de años. Esta disparidad temporal introduce tensiones: la “reloj” larga es vulnerable a perturbaciones tectónicas y metamórficas.
Como resume O’Neil: “Cualquier calentamiento o metamorfismo posterior a los 4 mil millones de años no afectará al reloj corto, pero puede reiniciar el largo y generar diferencias aparentes de edad”. La clave fue separar los efectos posteriores de la señal original del magma primigenio.
Evidencias convergentes en el terreno
Para resolver la discrepancia, el equipo volvió al campo y examinó sectores donde el magma del manto se infiltró en la corteza primordial. Estas intrusiones debían ser más jóvenes que las rocas que penetraron, funcionando como referencia de edad mínima. En esas secciones críticas, ambos relojes convergieron en el mismo valor: 4,16 mil millones de años.
La coincidencia entre métodos independientes ofrece una validación sólida. Sugiere que, al menos en esos bloques, la alteración posterior no distorsionó la señal cronológica fundamental.
Lo que revelan sobre la Tierra primitiva
Estas rocas se remontan al Hadiano, cuando la Tierra pasó de una esfera de lava a una superficie con bolsas de roca sólida. Fue una era de impactos frecuentes y episodios extremos, incluida la colisión con Theia que habría dado origen a la Luna. Mucho después, hacia 3,80 mil millones de años, comenzó la tectónica de placas moderna.
Algunas litologías de Nuvvuagittuq parecen formadas por precipitación desde el agua de mar, un indicio precioso sobre la química de los primeros océanos. Podrían contener pistas sobre la temperatura, la atmósfera temprana y, potencialmente, sobre señales de vida muy antiguas. Las primeras huellas biológicas ampliamente aceptadas rondan los 3,70 mil millones de años, por lo que estos depósitos son la base sobre la cual esa vida pudo emerger.
Implicaciones que van más allá de la geología
Confirmar estas edades no solo reescribe los manuales de geología, también ofrece un marco para la búsqueda de vida fuera de la Tierra. Comprender cómo eran los océanos, la atmósfera y el calor interno en el Hadiano ayuda a orientar misiones a Marte y a lunas heladas, donde podrían existir ambientes análogos.
Además, el enfoque combinado de campo y geocronología isotópica demuestra cómo sortear la ausencia de circones. Esta metodología podría aplicarse a otras provincias arcaicas y a meteoritos con historias térmicas complejas.
Datos clave que enmarcan el descubrimiento
- Formación de la Tierra: 4,57 mil millones de años.
- Nuvvuagittuq (estimación alta): 4,30 mil millones de años.
- Nuvvuagittuq (estimación baja): 4,16 mil millones de años.
- Inicio probable de la tectónica de placas: 3,80 mil millones de años.
- Primeras señales de vida conocidas: 3,70 mil millones de años.
Un capítulo escrito en piedra
Estas rocas canadienses son más que una curiosidad; son páginas legibles del libro más antiguo de la Tierra. Cada estría y cada firma isotópica nos devuelve a un tiempo remoto, cuando el planeta aún buscaba su equilibrio. Con cada nueva muestra y cada reloj isotópico afinado, la historia se vuelve más nítida, y el origen de nuestro mundo menos oscuro.