El Refugio Nacional de Vida Silvestre del Ártico (ANWR) es un rincón prístino donde los osos polares, los caribúes y los lobos viven en libertad. Un paraíso natural que, sin embargo, podría esconder, bajo su suelo helado, enormes depósitos de petróleo crudo. Por esta razón, el refugio de vida silvestre más grande de Estados Unidos resulta tentador Donald Trumpquien desde su primer mandato ha intentado abrirlo a la industria petrolera.
Ahora, su administración se está preparando para una medida decisiva: autorizar la venta de licencias de petróleo y gas en toda la llanura costera del refugio, un área protegida desde hace más de 40 años. El anuncio, que podría llegar a finales de octubre, está destinado a marcar un paso más hacia la intensificación de la producción de combustibles fósiles, cumpliendo una promesa hecha por el presidente allá por 2017: abrir la tundra de la vertiente norte de Alaska, un área de 1,56 millones de acres, a la perforación.
Esta decisión llega al final de una década de batallas legales y políticas, en las que Trump promovió la perforación en el área, solo para ser detenida por el presidente Biden. Pero con el regreso de la administración Trump al campo, ahora se habla nuevamente de nuevas licencias y una posible reapertura del refugio a la perforación.
Una operación, afortunadamente, no exenta de controversia: la oposición de ambientalistas y tribus indígenas ya está en marcha desde hace meses, con recursos legales listos para impugnar la medida. Otro aspecto a considerar es la voluntad de las compañías petroleras de ingresar a una zona remota, símbolo de las luchas ambientales, justo cuando los bajos precios del petróleo están obligando a gigantes de la industria como Exxon Mobil y ConocoPhillips a despedir a miles de trabajadores.
Abrir toda la llanura costera del Refugio Ártico a la perforación significaría destruir uno de los ecosistemas más importantes del planeta. Estos son los lugares de nacimiento de la manada de caribúes puercoespines, hábitat vital para los osos polares, aves migratorias y tierras sagradas para el pueblo Gwich’in, que ha administrado estos recursos durante milenios, dice Kristen Miller, directora ejecutiva de Alaska Wilderness League.
Sin embargo, no todas las comunidades están en contra. Algunos, como los de North Slope, que ya se benefician económicamente de la perforación, apoyan con entusiasmo la apertura del refugio. Voice of the Arctic Iñupiat, una organización sin fines de lucro apoyada por la Corporación Regional de la Vertiente Ártica, ha abogado durante mucho tiempo por el desarrollo responsable de la llanura costera, impulsando políticas que promuevan la autodeterminación indígena y fortaleciendo la economía local.
Esta guerra por el petróleo se desarrolla en un campo minado: por un lado, el deseo de riqueza y la promesa de un futuro energético; por el otro, el riesgo de destruir un patrimonio natural indispensable. La batalla por ANWR está lejos de terminar, pero lo que es seguro es que el futuro de nuestro planeta está en riesgo.