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¿Qué hacemos con las pilas? La pregunta del millón que sigue sin respuesta

En Argentina unas 45 mil toneladas por año terminan en la basura. El Gobierno no tiene un programa de tratamiento. Conocé el proyecto para desactivar esta verdadera bomba ambiental.

21 de mayo de 18 . 10:38hs
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Dafna Nudelman

“Hablamos después, me queda poca batería”. La escena es cada vez más familiar y se repite tanto como apretar fuerte los botones del control remoto cuando no reacciona.

Tan habitual como la incertidumbre que sentimos cuando se agotan esas pilas y no sabemos bien qué hacer con ellas. ¿Las tiramos a la basura? ¿Las guardamos en casa? ¿Las recibirá el gobierno?

A lo largo de los años, en la Argentina se logró cierta conciencia colectiva al respecto de la peligrosidad de este tipo de residuos.

Sin embargo, no pareciera haber una respuesta a las preguntas que surgen cuando tenemos una pila agotada entre las manos.

“Durante años no se ha hecho nada. Hoy la realidad es que todos tenemos pilas en casa y no sabemos qué hacer con ellas”, reconocen a ACONCAGUA las autoridades del Gobierno nacional, mientras trabajan a contrarreloj en un proyecto de ley que podría darle una solución a esta verdadera bomba ambiental.

Repasemos los números: de acuerdo al último informe disponible del INTI sobre la gestión de pilas y baterías, ingresan al país unas 43.000 toneladas por año.

Sólo en la Ciudad de Buenos Aires se estima que el consumo de pilas descartables ronda las 40 millones de unidades al año, según el Observatorio Ambiental de la Defensoría del Pueblo: alrededor de 13 pilas por persona.

Cada porteño consume en promedio 13 pilas cada año

Las cifras pueden sonar exageradas, pero si lo pensamos, las pilas y baterías nos acompañan cada día, alimentando nuestros teléfonos, computadoras y diferentes dispositivos.

Y aunque en su uso cotidiano las pilas no son peligrosas, sí pueden ser muy dañinas si no se las trata de forma correcta a la hora de descartarlas.

Los informes que circulan mencionan que una pila alcalina puede contamina hasta 170.00 litros de agua. Y una con mercurio, más de 600.000 litros.

“La disposición no controlada de las pilas significa un riesgo muy elevado para la salud pública” sostiene, sin medias tintas, el trabajo del Observatorio.

Sin embargo, el escenario en la Argentina es aún más complejo: al tener las pilas compuestos que precisan un tratamiento especial, los rellenos sanitarios no están preparados para recibirlas.

De hecho, por su tamaño las pilas descartadas llegan a los rellenos mezcladas con la basura.

Durante 2009, según denunció Greenpeace Argentina, el CEAMSE –el principal relleno sanitario del país, donde termina el 99% de los residuos del Área Metrpolitana de Buenos Aires– recibió entre la basura domiciliaria 734 kilos de pilas y baterías por día.

Lo más grave, aseguran los especialistas, es que este circuito hace posible que los componentes tóxicos de las pilas se derramen y contaminen aguas superficiales y subterráneas.

Media pila

“Muchas ONG’s estuvimos impulsando durante años un proyecto de ley nacional de gestión de residuos de aparatos eléctricos y electrónicos (RAEEs)” cuenta Leonel Mingo, Coordinador de campañas de Greenpeace, en diálogo con ACONCAGUA.

“La ley obtuvo media sanción en el Senado, pero Diputados decidió no tratarlo, y en 2012 perdió estado parlamentario, es decir que literalmente cayó en el olvido. Hoy querés reciclar o tratar una pila y no tenés forma de hacerlo”, agrega el experto.

A pesar de que en la Argentina ya existe una legislación macro sobre residuos peligrosos, y que las pilas y baterías contienen elementos de peligrosidad, es por la particularidad de ser también residuos de generación universal, que presentan un enorme desafío para su gestión.

La actual normativa de residuos peligrosos responsabiliza al generador del residuo por su tratamiento y disposición final – que en este caso sería el usuario de la pila o batería. Es decir, nosotros.

“La lectura literal de este principio conduciría a que cada vecino que compra una pila debería contratar personal habilitado para que se ocupe de la disposición. Esto hace que sea inviable la logística” comenta Elio Brailovsky en el Informe de la Defensoría.

 La legislación actual responsabiliza al generador del residuo. Es decir, a nosotros.

“La mayor parte de las discusiones sobre residuos parten del momento en que el producto se descarta. Esto supone atribuir toda la responsabilidad a la persona que tira un producto a la basura. Pero el verdadero responsable, y quien está en mejores condiciones para tratar las pilas usadas, no son sus consumidores, sino el fabricante que coloca el producto -que luego será residuo- en el mercado”, asegura.

La resolución del conflicto entonces, recae en legislar alrededor de la “Responsabilidad Extendida al Productor (REP)”, el principio que establece que son los fabricantes –o los importadores– quienes deben hacerse cargo de forma económica y efectiva del tratamiento y la disposición final adecuada de estos residuos.

Ley en puerta

 Precisamente en esta línea, Juan Trebino, Subsecretario de Control y Fiscalización Ambiental y Prevención de la Contaminación, del Ministerio de Medio Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación, en diálogo con ACONCAGUA, adelantó que hay importantes avances en la legislación al respecto.

Según pudo saber este medio, se trata de “la ley de presupuestos mínimos de protección ambiental para la gestión de los residuos mediante la responsabilidad extendida del productor”, y entre otros residuos con características de peligrosidad, se incluye la gestión integral de pilas y baterías usadas.

De esta forma, todo productor o importador que ponga pilas en el mercado tendrá la obligatoriedad de presentar y de financiar un programa de gestión que incluya la recolección, el transporte y el tratamiento de esas pilas gastadas que se convirtieron en residuo.

Este tratamiento implica que los residuos peligrosos se traten responsablemente, mientras que los materiales recuperables, metales y plásticos, puedan ser reinsertados en el mercado.

El nuevo proyecto fue consensuado entre las provincias en el Consejo Federal de Medio Ambiente y, según Trebino, es inminente su llegada al Congreso para la intervención del poder legislativo.

“Este es el camino más largo y más complejo porque se recisa consensuar con muchos actores, las provincias, las empresas, pero es el camino más seguro y la única forma de que sea sustentable en el tiempo. Por no transitarlo antes, por años no se hizo nada, todos tenemos pilas en casa y no sabemos qué hacer.”

¿Sí se puede?

Hasta ahora, todos los programas oficiales que se implementaron para la gestión de las pilas y baterías, fueron iniciativas municipales voluntarias y de dudosos resultados.

La Ciudad de Buenos Aires por ejemplo, realizó una masiva campaña de recolección de pilas en 2008, en la que lograron recolectar 10 toneladas de pilas domiciliarias que acercaron los vecinos.

¿Qué se hizo con ellas? Estuvieron nueve años guardadas, con el riesgo ambiental que ello supone, hasta que finalmente en 2017 fueron exportadas a Francia para su tratamiento.

Las empresas importadoras de pilas costearon la exportación en esa oportunidad, pero hoy el gobierno porteño no está recibiendo pilas para su tratamiento.

La Agencia de Protección Ambiental del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires (APrA) aprobó en 2008 la resolución Nº 262/08 en la que responsabiliza a las empresas productoras e importadoras por la gestión de los residuos de sus pilas y baterías recargables.

Sin embargo, esta resolución no incluye a las pilas y baterías descartables.

Voceros del AprA fueron consultado al respecto por ACONCAGUA pero optaron por no hacer declaraciones.

Hoy son muy pocas las municipalidades que otorgan algún tipo de solución al vecino. Entre ellos, el del Municipio de Vicente López. Se trata del programa de gestión de Residuos Especiales Domiciliarios (R.E.D):

“Las pilas son uno de los residuos que entran en el programa RED, una vez finalizada su vida útil, los vecinos del partido pueden llevarlas a uno de los 9 puntos de recepción”, explica la licenciada Daniela Falcón, de la Dirección de Políticas y Control Ambiental de Vicente López.

Sin embargo, reconocen, el destino de estas pilas sigue siendo un relleno sanitario de seguridad, que aunque esté mejor preparado para neutralizar los efectos nocivos, es un método de disposición final que no recupera materiales ni metales.

Queda claro: todavía no existen en el país tecnologías de tratamiento para la inmensa parte de las pilas que generamos los argentinos.

Modelo inspirador

La única excepción, y por ende un posible modelo a seguir, es la Planta Piloto de Tratamiento de Pilas, en La Plata, donde desarrollaron un proceso artesanal y sustentable que permite recuperar los materiales en las pilas.

“Las pilas contienen metales valiosos. Así como se reciclan los residuos comunes que generamos, queremos que tengan una utilidad para el funcionamiento del país y no que lo tengamos en una caja negra que eventualmente explota en problemas de saneamiento y contaminación.”, explica Javier Martinez, investigador del organismo que depende del gobierno bonarense.

La idea es que el conocimiento que se logró con la investigación y desarrollo de la Planta Piloto, pueda escalar, y replicarse en otras provincias.

De hecho, están en proceso de formulación varios convenios con Municipios y provincias interesadas.

“Hay respuestas, pero se necesita tiempo. La transferencia de conocimiento y del procedimiento tiene que estar fundada en la experiencia; se necesita capacitación, testeos, cálculos, eso lleva tiempo.” concluye el investigador.

Lamentablemente, al ser una planta de investigación, no cuentan con capacidad para absorber la enorme cantidad de pilas que se generan en la Provincia, y mientras no haya avances, las respuestas a la incógnita de qué hacer con las pilas, siguen siendo nulas.

Qué no hacer

 Pero si hay algo en la que expertos y funcionarios están de acuerdo, es en lo que no hay que hacer, y en diálogo con ACONCAGUA derribaron ciertos mitos que circulan.

En primer lugar, diversos informes desmienten que arrojarlas individualmente junto con la basura común sea una solución.

Tampoco recomiendan realizar campañas de recolección en escuelas u oficinas. “Son los últimos lugares donde deberían depositarse residuos contaminantes”, coinciden los expertos consultados.

Entonces, ¿qué tenemos que saber mientras esperamos que las autoridades y empresas se pongan las pilas?

“Desde el punto de vista ambiental es mejor que lo tengas en el fondo de tu casa, en una botella de plástico PET, aunque no sea la solución definitiva”, explica Martínez.

Otras recomendaciones incluyen como medida preventiva sellar los dos polos de las pilas con cinta adherible. para evitar que generen descargas, sobrecalentamiento o incluso incendios.”

Pero por sobre todo “es imprescindible un uso más racional de pilas y baterías. Es urgente y necesario que evolucionemos hacia las pilas y baterías recargables” concluyen desde Greenpeace.

O lo que es lo mismo: ponernos las pilas.

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  • LUCY RICCITELLI . 19:28hs

    HACE AÑOS QUE JUNTO PILAS EN UN ENVASE, ESPERANDO QUE
    ALGUIEN ME DIGA QUE HACER. TRATO DE NO COMPRAR JUGUETES O ADORNOS CON PILAS .
    ES PELIGROSO TENERLAS EN CASA JUNTAS?.
    VIVO EN LA MATANZA PCIA. DE BS. AS.
    HAY ALGUN LUGAR DONDE LLEVARLAS?.

  • Jacinta . 12:29hs

    Buenísimo… hace tiempo quería entender mejor el estado actual de esta problemática.

  • Cristina . 14:13hs

    En cba tampoco hay sitios donde dejarlas. Antes si. En cpc…hiper mercados…escuelas…

Domingo

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