La paradoja de la simplicidad: una perspectiva de la copropietaria de MND, Tamanna Bembenek

En mis clases de arte cuando era estudiante de segundo año en la universidad, siempre tuve problemas con la obra de Picasso. ¿Un artista mundialmente famoso para qué? ¿Algunas líneas que hasta un niño puede dibujar? ¿Qué tiene de especial?

Mi profesor de entonces, Michael Croydon, me sugirió que estudiara los períodos azul y rosa de la obra de Picasso, observando en particular sus habilidades como dibujante antes de permitirme mi irreverencia hacia su arte. Así lo hice. Aprendí que Picasso ya era un dibujante increíble a los 13 años, que había comenzado su formación formal a los 7 años con su padre y que había logrado dominar la línea, la forma y el medio a una edad muy temprana.

Sus primeras obras fueron complejas y detalladas, pero a medida que maduró, eliminó lo superfluo y destiló su arte a sus elementos más esenciales. Este proceso de reducción, sin embargo, no fue nada fácil. Requirió una profunda comprensión de la forma, el color y la composición, así como el coraje de romper con las normas artísticas convencionales. De hecho, Picasso dijo una vez: «El arte es la eliminación de lo innecesario». Esta profunda declaración resume la esencia de la simplicidad en el arte y la vida.

El problema de la simplicidad

La dificultad de la simplicidad se extiende mucho más allá del ámbito del arte. En diversos aspectos de la vida humana, a menudo encontramos que las soluciones más simples son las más difíciles de lograr. Para mí, personalmente, 2025 es el comienzo de impulsar realmente este concepto de simplicidad en mi vida diaria. No es fácil; de hecho, estoy aprendiendo rápidamente que lo simple es realmente difícil.

Simplicidad y trabajo

La simplicidad se traduce en concentración en el trabajo: decidir qué hacer y qué no hacer. Cuando era niña, no tenía idea de lo que quería ser cuando fuera mayor. Seguí un proceso de eliminación, limitando así mis opciones. Seguí este mismo principio en la universidad al elegir clases, mis especialidades y el tipo de roles que buscaba en mi carrera profesional.

Hoy me doy cuenta de que esta claridad de pensamiento es uno de los mayores regalos de la vida. Durante los últimos años, viviendo en México, he agregado algo al “proceso de eliminación” preguntando: ¿Qué me trae más alegría?

La respuesta es clara: Quiero hacer cosas interesantes con gente genial. Eso es todo.

La simplicidad y la mente.

Para lograr claridad en torno a mi intención, he tenido que ordenar mi mente y concentrarme en mi voz interior. Esto ha significado no preocuparme por las opiniones de los demás, no compararme con nadie más y no competir con nadie más. Significa ignorar esa vocecita en mi cabeza que busca validación o apoyo externo.

Este proceso me está obligando a profundizar en mí mismo en busca de convertirme en la mejor versión de mí mismo. Es mucho más difícil de lo que piensas, porque comienza por ser verdaderamente honesto con respecto a mis elecciones de vida, mis acciones, mis aspiraciones, mis errores, mis aprendizajes, etc. Sin embargo, un resultado sorprendente de este proceso ha sido permitirme dejarme llevar. dejar el pasado y hacer espacio para el futuro, mientras aprendemos a vivir el presente.

Esto ha sido muy refrescante y gratificante porque me permite comenzar un nuevo día todos los días, sin cargar con la carga de qué o quién fui ayer. El cambio mental hace que cada día sea mucho más ligero. Me está enseñando compasión y a ser más amable conmigo mismo y con los demás. Tengo que mejorar para juzgarme menos a mí mismo y a los demás, pero esa es una disciplina que requiere tiempo y constancia. Lo que importa es el progreso, no la perfección.

Me encanta leer y he leído algunos libros realmente geniales el año pasado que me han ayudado a mantenerme en este camino para ordenar mi mente. Para citar un libro reciente que resonó profundamente en mí: «Juzgamos a otras personas por sus acciones, no por sus intenciones, pero nos juzgamos a nosotros mismos por las intenciones y no por nuestras acciones».

Simplicidad en casa

En el entorno de vida de nuestro hogar, hemos adoptado el minimalismo en las cosas y el maximalismo en las plantas. Tener un espacio ordenado es una decisión intencional que tomamos después de mudarnos a México. Al vivir aquí, estaré eternamente agradecida por tener acceso a plantas, flores y luz solar.

Sorprendentemente, también encuentro que mis ganas de comprar cosas para decorar nuestro hogar han disminuido. Puedo apreciar una hermosa obra de arte o un mueble en una galería, sin sentir que necesito poseerlo. Quizás, a medida que dedico más tiempo a la pintura, ese proceso creativo esté suplantando mi necesidad de adquirir cosas. En otras palabras, estoy aprendiendo a encontrar riqueza en el entorno que me rodea que de alguna manera satisface mi necesidad de querer poseer cosas.

Simplicidad en el arte

Estoy aprendiendo a interpretar la simplicidad aquí. Si bien me encanta el juego de líneas de Matisse o Picasso, también me encantan los colores y la complejidad de Diego Rivera, donde la simplicidad es el resultado de la profundidad creada a través de muchas capas y una rica composición de simbolismo e historia. Este estado de ánimo ha provocado una evolución en mi propio arte durante el año pasado: en mis elecciones de colores, formas y temas. Estoy jugando con el uso de muy pocos colores, en lugar de eso uso sombras y tintes para crear una composición y un enfoque. Esto me está enseñando cómo evocar un estado de ánimo; cómo una obra de arte puede ayudar a transportar al espectador instantáneamente. Esto se remonta al proceso de eliminación y simplicidad.

Lo simple es difícil. Requiere claridad, concentración y disciplina. Sobre todo, requiere conciencia y coraje. En mi carrera profesional, un amigo mío ofreció una vez una gran analogía: «No tuve tiempo de escribirte una carta corta, así que te escribí una larga». Este ejemplo resume bastante bien el concepto de esencia sobre exceso.

Sin embargo, alcanzar este estado de sencillez en todos los aspectos de la vida no es tarea fácil. Requiere esfuerzo constante, autorreflexión y coraje para ir contra la corriente de muchas normas sociales. En mi propio viaje, comencé a preguntarme: ¿Haría eso si nadie estuviera mirando? Si la respuesta es sí, entonces es el camino correcto, por difícil que sea. Al igual que el viaje artístico de Picasso, el camino hacia una vida más sencilla y plena es un camino de refinamiento continuo y elección intencional.

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