¿Tiene problemas para hacer nuevos amigos? Sigue el ejemplo de los periquitos monjes

EL periquitos monje Son ruidosos, animados y muy sociables. Sin embargo, cuando se encuentran con un espécimen desconocido, no inician inmediatamente interacciones cercanas. Primero observan, luego deciden. Un comportamiento que se asemeja a lo que sentimos cuando nos encontramos en un entorno nuevo y necesitamos entender si podemos sentirnos a gusto.

el estudio

En una investigación publicada en Cartas de biologíaalgunos investigadores reunieron a cotorras que ya se conocían y a otras que eran completamente nuevas entre sí. Siguieron cada detalle: lo cerca que se acercaron, lo mucho que permanecieron quietos uno al lado del otro, lo dispuestos que estaban a dejarse tocar o cuidar.

Un comportamiento muy claro surgió: antes de confiar, los periquitos practican una especie de «flotación», un acercamiento ligero. Permanecen cerca, sin tocarse. Aparecen, pero no piden nada. Es una forma sencilla de entender si el otro es tranquilo, curioso o, por el contrario, poco proclive a socializar. Los individuos que luego se hicieron amigos fueron precisamente los que pasaron más tiempo en esta fase de observación mutua. Los que no estaban interesados, sin embargo, mantuvieron una mayor distancia. Sin conflicto, sin forzar.

En los grupos ya formados, sin embargo, no era necesaria ninguna precaución: los que ya se conocían entraban inmediatamente en interacción sin timidez ni intentos de evaluación. Claire O’Connellautora del estudio, dijo que este comportamiento le llamó la atención porque era idéntico a lo que ella misma estaba experimentando: un traslado a una nueva ciudad, pocos conocidos y la necesidad de dar sus primeros pasos sociales con calma.

Lo que podemos aprender de la cotorra monje

La estrategia de la cotorra no es un detalle curioso: es una forma de protección. Antes de invertir energía y tiempo en una relación, se aseguran de no correr riesgos. Una elección instintiva, pero extremadamente efectiva. Es la misma lógica que utilizamos cuando conocemos a alguien nuevo: nos acercamos, pero con cierta cautela. Evaluamos las reacciones de cada uno. Nos preguntamos si nos hace sentir bien, si es respetuoso, si hay armonía. Su lección es simple: no es necesario hacer todo de inmediato. Las relaciones (de amistad, románticas o laborales) también pueden surgir lentamente. Primero compartimos el espacio, luego, si nos sentimos seguros, nos abrimos.

Este enfoque reduce el estrés y nos permite comprender quién está frente a nosotros. Es una forma más saludable de afrontar los primeros contactos, sobre todo en una época en la que la soledad crece y encontrar nuevas conexiones parece complicado. EL periquitos monje lo hacen de forma natural. Y nos recuerdan que la confianza no surge de un giro, sino de un pequeño paso a la vez.

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