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¿Mis mails contaminan? El impacto ambiental de la Nube

El spam no solo es molesto para el que lo recibe, también lo es para el medio ambiente.

5 de julio de 21 . 08:00hs
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Sofía Altuna

Así como el acto de tirar al tacho de basura los residuos que generamos en casa no es una solución mágica, la Nube tampoco es un lugar de almacenamiento infinito e invisible, sino que es real y tiene forma de un enorme servidor. La verdadera nube no flota en el aire, lo contamina.

A nivel mundial, los servidores necesitan la misma energía para funcionar que la que producen hasta 30 plantas nucleares. Y con cada mail o foto que almacenamos, esa cifra aumenta. 

Esto ocurre porque nuestros datos en Internet no funcionan como en casa con una computadora que prácticamente no hace ruido ni consume energía. 

En cambio, están en un lugar que a nosotros no nos ocupa espacio ni en casa ni en nuestra conciencia, sino en los data centers de almacenamiento que ofrecen como servicio compañías como Google, Apple, IBM, Amazon y Microsoft, entre otras. 

data center

Una vista de una sección del interior de un data center de Google.

Las grandes compañías de tecnología y almacenamiento digital cuentan con equipos de refrigeración y enormes computadoras que almacenan nuestros datos. Estos equipos demandan 30.000 millones de vatios de energía para funcionar, según The Big Data Takedown.

Y aunque muchas empresas afirman que sus centros de datos utilizan energía renovable, en varias partes del mundo todavía funcionan con la quema de combustibles fósiles.

Internet y los sistemas que lo respaldan emiten tantos gases de efecto invernadero como la industria de las aerolíneas 

Mike Hazas, investigador de la Universidad de Lancaster, explica que la huella de carbono de nuestros dispositivos, de Internet y los sistemas que los respaldan representan el 3,7% de las emisiones globales de efecto invernadero.

La cifra es similar a la cantidad producida por la industria de las aerolíneas a nivel mundial. Y se prevé que estas emisiones se dupliquen para 2025.

[Leé más: «Infoxicados: ¿la tecnología está afectando nuestra memoria?«] 

Dónde está nuestra información

Lejos de la liviandad de las nubes, la infraestructura física de los data centers es real y muy sofisticada. Estos edificios son construcciones anti incendios y anti sismos con una fuente de alimentación que está en funcionamiento las 24 horas del día durante todo el año. 

Se ubican estratégicamente. Por ejemplo, en las profundidades de la antigua mina de Lefdal, Noruega. Un sitio que permite una reducción de costes para climatizar la zona ya que como los servidores están en continuo funcionamiento los circuitos se sobrecalientan con frecuencia.  

O en el círculo polar ártico en Lulea, Suecia donde está el data center de Facebook. Con más de 90.000 metros cuadrados de servidores en un ambiente que puede alcanzar la temperatura de -40 grados centígrados. Este centro cuenta con una pequeña central hidroeléctrica, lo que supone que utiliza energía renovable en su totalidad.

centro de datos de la mina Lefdal

Como sacado de una película de ciencia ficción, el centro de datos de la mina Lefdal: el más ecológico de Europa.

La contaminación en nuestra bandeja de entrada

Por eso, el spam en la casilla de mail no solo es molesto para el que lo recibe, también lo es para el medio ambiente. Así es: esa vieja cuenta de correo que hace años está en desuso sigue recibiendo mails basura que se acumulan en un servidor. 

Mike Berners-Lee, autor de How Bad are Bananas: The Carbon Footprint of Everything, y hermano de Tim Berners-Lee, inventor de la web, explica: “No lo pensamos porque no podemos ver el humo que sale de nuestras computadoras, pero la huella de carbono es enorme y está creciendo». 

Cuando presionamos enviar, el correo pasa a través de la red. Se necesita electricidad para ejecutarla y terminará almacenado en la nube en algún lugar, en centros de datos que usan mucha electricidad

Según el IWG (International Workplace Group), el envío de correos emite entre de 0.3 y 50 gramos de CO2 cada uno. Por lo tanto, si se envían 2.4 millones de correos por segundo, 74 billones al año, el total de emisiones puede alcanzar a generar hasta 4 mil millones de toneladas métricas de carbono. El equivalente a 890 millones de autos.

[Leé más: «Conocimiento compartido: innovación al servicio de la lucha contra el COVID-19»]

¿Somos digitalmente responsables?

Estos datos suman una nueva pregunta al repertorio que mide nuestro impacto ambiental, ¿somos digitalmente responsables? ¿Es posible lograr un cambio real a partir de pequeños hábitos?

Está claro que algunos jugadores son más grandes que otros. En particular la industria de streaming de video, dentro de la cual la pornografía representa un tercio del tráfico, generando tanto dióxido de carbono como un país como Bélgica en un año. 

mail

Existen servicios tecnológicos que buscan compensar su huella de carbono, como Ecosia, un buscador como Google, pero que destina sus ganancias a plantar árboles.

Pero las acciones individuales no se quedan atrás. El IWG calculó que si cada adulto en el Reino Unido enviara un correo electrónico de agradecimiento menos al día, ahorraríamos más de 16 mil toneladas de carbono al año. 

Además, el 80% de la población no necesita el 80% de la información que almacena, según cifras de Big Data Takedown y si una de cada cinco personas borra el 50% de sus datos, dos plantas nucleares cerrarían hoy mismo. Para pensarlo dos veces antes de enviar un mail. 

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