En el fin del mundo, más precisamente en el extremo sudeste de la isla Grande de Tierra del Fuego se encuentra la Península Mitre.

Este rincón del planeta, además de ser el hogar de colonias de aves y especies únicas de fauna marina, es el punto de captura de carbono más importante de Argentina. El motivo: la particularidad de su ecosistema, compuesto en gran parte por turberas.

Según un estudio reciente, elaborado por National Geographic Society y las Naciones Unidas (ONU), esta porción de la isla almacena el equivalente a más de tres años de emisiones de dióxido de carbono del país.

La razón por la que esta zona actúa como una «aspiradora» de carbono son las turberas, un tipo único de humedal que cubre el 3% de la superficie terrestre y almacena, no solo un alto porcentaje de carbono, sino también el 10% del agua dulce del planeta.

Casi 2400 km2 de la Península Mitre están cubiertos por turberas | FOTO: CLT

El 95% de las turberas de Argentina se encuentra en la provincia de Tierra del Fuego y, según el secretario de Ciencia y Tecnología de la Universidad Nacional de Tierra del Fuego, Rodolfo Iturraspe, en la Península Mitre está la principal concentración de turberas del país.

Si bien hace más de 17 años que se busca la protección del área, en el contexto actual de crisis climática global, la captura de carbono es una medida clave en la mitigación del desborde de emisiones mundiales de dióxido de carbono y otros gases que contribuyen al efecto invernadero, los principales causantes del calentamiento global.

Por eso, Sin Azul No Hay Verde, el programa marino de la organización ecologista Conservation Land Trust (CLT), lanzó la campaña #MásTurba, que tiene como objetivo conservar la Península Mitre convirtiéndola en Parque Provincial.

Desde 2017, este trabaja en conjunto con el Foro para la Conservación del Mar Patagónico impulsando la creación de Áreas Marinas Protegidas (aprobadas por ley en 2018) y buscando prohibir la salmonicultura en Argentina.

 

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Aspiradoras naturales

El carbono es parte fundamental de la materia orgánica sintetizada por las plantas, que toman el dióxido de carbono y lo fijan como materia orgánica. Ese carbono que se fija en casi todas las plantas, se descompone cuando la planta muere y vuelve a la atmósfera.

Este ciclo es completamente distinto con las plantas de las turberas ya que, en este ecosistema, éstas no se descomponen y el carbono queda atrapado en ellas.

¿Cuáles serían las consecuencias medioambientales si se destruyen las turberas? «La materia orgánica seca se descompondría y, si esto sucede, se liberaría a la atmósfera todo el material que se acumuló a lo largo de miles de años», explica Iturraspe. «Esto generaría el mismo efecto que quemar combustible», agrega.

Además, no solo se liberarían los gases, sino que se perdería gran parte de la biodiversidad y se contaminaría el agua, generando un impacto negativo en las especies acuáticas y marinas.

[Lee más: A contracorriente: ¿la Argentina le abre las puertas a las salmoneras?]

Por estas razones, coinciden los especialistas, es fundamental lograr la sanción de una ley que le otorgue un marco legal de conservación a la Península Mitre como Parque Provincial y evitar así la degradación de estos ecosistemas y la liberación del carbono almacenado en ellas.

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