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Estos cinco emprendedores dejaron de darle la espalda al mar

Historias marinas que inspiran en la Semana Mundial de los Océanos.

6 de junio de 21 . 08:00hs
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María Galarza

El primer plástico que se creó en el mundo fue descartado al mar, y aún sigue ahí. Ya hay 150 millones de toneladas de plástico en el océano y más de 800 especies marinas y costeras en todo el mundo se ven afectados por estos desechos.

Las mismas propiedades que hacen que los plásticos sean tan útiles, como su durabilidad y resistencia, también hacen que sean casi imposible de descomponerse por completo en la naturaleza. Menos de la mitad de los plásticos descartados se recicla y la mayor parte no se degrada por siglos, sino que se fragmentan en trozos más pequeños. Muchos de estos microplásticos, terminan en nuestra comida. 

Los científicos coinciden en que la limpieza de los océanos llevará tiempo, pero que la crisis actual es reversible. El cambio empieza a través de acciones simples como llevar nuestra propia bolsa al supermercado, pero algunos se animan a dar un paso más y hacer de la lucha contra la contaminación un estilo de vida.

En la Semana Mundial de los Océanos, desde ACONCAGUA te acercamos las historias de cinco personas que decidieron dejar de darle la espalda al mar:

[Leé más: “Si no protegemos a los océanos, no vamos a lograr sobrevivir” ]

1­­­_ Martina Álvarez: cuarentena en el océano

Desde que Martina Álvarez buceó por primera vez su fascinación por el océano no paró de crecer. Empezó a leer y a estudiar, y ahí entendió el peligro que corre y lo importante que es preservarlo para nuestra vida– y la del resto de los seres vivos– en la tierra.

Todas sus experiencias las comparte en su blog: almarvoy.com

Su propósito es «ser la voz del océano», dice. Con ello espera que cada vez más personas conozcan la importancia de la vida marina y de qué manera pueden protegerla.

Su primer documental, A Shark Project, revela la importancia de los tiburones en el ecosistema, para generar conciencia sobre este animal, tan perseguido por los pescadores como temido en el imaginario popular. También participó de otros proyectos como una expedición de Tortugas, y una iniciativa para que haya más oportunidades laborales para mujeres viviendo en comunidades costeras.

2_ Solubag: bolsas “plásticas” biodegradables

Del otro lado de la cordillera, una empresa chilena inventó unas bolsas de plástico solubles en agua que no dañan al medioambiente. Solubag es el emprendimiento de Roberto Astete y Cristian Olivares en Chile, que se convirtió en uno de los primeros países en América Latina que prohibió el uso comercial de las bolsas plásticas.

Soulbag

Todo el plástico de los océanos podría cubrir la superficie de la Argentina.

Las bolsas están compuestas de alcohol polivinílico, un material que se desintegra al contacto con el agua sin contaminarla. Astete, director general de Soulbag, asegura que lo único que queda en el agua es carbono, y que este no tiene ningún efecto en el cuerpo humano. De hecho, en las conferencias en que presenta su producto, ¡sus creadores beben frente al público el agua en el que disuelven las bolsas!

Mientras que una bolsa de plástico puede tardar hasta 400 años en disolverse por completo, una bolsa de Soulbag se desintegra en pocos minutos sin dejar rastro.

3_ Gauchos del mar: unir a través del surf

Con una cámara y una tabla, los Gauchos del Mar buscan construir un puente que conecte lugares, culturas y personas alrededor del mundo. Son dos hermanos, Joaquín y Julián Azulay, que filman películas que tienen al surf como hilo conductor. Los destinos varían entre Centro América, las costas de África, o las Islas Malvinas.

El surf como manera de conectar con distintos lugares del mundo.

El proyecto comenzó como un viaje de surf y fue adquiriendo fuerza comunicando temas sociales y ambientales. Los hermanos se comprometieron a interactuar con las culturas a través del surf, aprender de ellas, y transmitir mensajes ambientales a través de sus documentales. “El surf pone a todos en el mismo plano. Seas quien seas, estás en agua a un mismo nivel que el resto, compartiendo la naturaleza”, explica Julián Azulay.

En su último documental van a surfear a las Islas Malvinas, con el objetivo de unir y construir puentes mediante el surf y la naturaleza. Exploraron rincones deshabitados buscando olas a pie, en camioneta, aviones inter-isleños y en velero.

4_ Mona Swimwear: moda desde el fondo del mar

Una red de pesca de plástico desechada que se rescata junto con otros residuos plásticos del mar. Estos se procesan, forman una fibra y luego una tela. El resultado es una fibra de nylon reciclada con la que fabrican los trajes de baño de Mona Swimwear.

Mona Swimwear

Andrea Picasso logró combinar el diseño y la sustentabilidad.

“Quería crear una marca de ropa que representara mi respeto y amor por el planeta”, cuenta a ACONCAGUA la argentina Andrea Picasso, creadora del emprendimiento con base en California, EE. UU.

Andrea pasó muchos años trabajando de instructora de surf en Costa Rica, y fue entonces que empezó a diseñar sus propios trajes de baño. Sus alumnas, chicas de todas partes del mundo, volvían de Costa Rica a su país con una prenda Mona en la mochila, encantadas con sus diseños y con el estilo de vida que representaban: una vida de amor y cuidado por el océano.

[Leé más: ¿Qué hacemos con los reciclables durante la cuarentena?

La marca creció y pasó de ser un emprendimiento local a una start-up con base en California. De pronto, Mona dejó de ser sólo un juego para convertirse en un emprendimiento más ambicioso, que hoy se comercializa online. A su producción le agregó un noble propósito: reducir la basura que queda en el mar. “Desde el diseño hasta el envío elegimos usar productos reciclables con el medio ambiente”, explica Picasso sobre su marca.

5_ Seabin Project: el cesto de basura flotante

Todos los años, 8 millones de toneladas de plástico van a parar al mar. La sobreproducción y mala gestión de los residuos preocupó a dos amantes del mar, Pete Ceglinski y Andrew Turon, que decidieron crear un cesto de basura que recolecte plásticos, aceite, combustible y detergente en el agua.

Los cestos se colocan en áreas costeras, como puertos o marinas.

“Si hay cestos de basura en la tierra, ¿por qué no tenerlos en el mar?”, fue el razonamiento clave para iniciar. Se construyó como alternativa barata y de bajo mantenimiento para recolectar la basura que se acumula de manera alarmante en los océanos. El V5 Seabin está hecho de material reciclable y su funcionamiento cuesta alrededor de tres dólares por día.

Lo fabrican casi todos ellos mismos, y hoy ya cuentan con 860 cestos distribuidos por más de 50 países. Su proyecto es recolectar toda la basura del océano para las futuras generaciones. Llevan la cuenta de 922,694kg de basura recolectada hasta el momento, con un promedio diario de 3,612kg.

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