Las comunidades de energías renovables deberían tener tarifas flexibles.
Así lo afirma un equipo de investigación de la Universidad Libre de Bruselas (ULB) que demostró que, para hacer que las comunidades energéticas sean más eficaces no sólo para los miembros que las constituyen sino también para la red central, deberían recibir tarifas especiales.
Las comunidades de energías renovables (CER) son grupos de ciudadanos que se unen para autoproducir y autoconsumir energía procedente de fuentes renovables. Desde el pasado mes de abril, en nuestro país se pueden solicitar incentivos financiados por el PNRR, que prevén una aportación no reembolsable de hasta el 40% de los costes subvencionables, dirigidos a comunidades cuyas plantas se construyan en municipios de menos de 5.000 habitantes. , y una tarifa de incentivo durante 20 años a la energía renovable producida y compartida en todo el territorio nacional.
Según un estudio reciente publicado en la revista científica Política energéticapara garantizar una mayor protección a los miembros del CER y, por tanto, una amplia difusión de la misma, con los consiguientes mayores beneficios medioambientales, deberían apoyarse en ajustes de las tarifas de red. De hecho, los CER, por su naturaleza, son herramientas de descentralización que ayudan a aumentar la capacidad local y reducir la presión sobre la red. Esta flexibilidad puede contribuir a la mejora del sistema energético.
La investigación aborda dos preguntas en el estudio de caso. En primer lugar, ¿por qué deberían recibir apoyo las comunidades que comparten energía? En segundo lugar, ¿cómo pueden los formuladores de políticas brindar un apoyo que esté alineado con los costos de la red? Este compromiso resalta la necesidad de políticas que brinden apoyo garantizando que las comunidades que comparten energía contribuyan a la transición energética general.
El intercambio de energía establece un sistema en el que la electricidad generada localmente se asigna y factura entre los participantes. Esto les permite pagar un precio reducido por la electricidad que consumen localmente, en lugar del precio minorista estándar. Esto incentiva el autoconsumo y fomenta la integración de unidades locales de generación renovable. A través de esta estructura, las comunidades que comparten energía tienen el potencial de facilitar la gestión de la red. Al responder a las señales de producción y precios locales, los participantes pueden adoptar comportamientos de respuesta a la demanda, como reducir los picos (reducir el nivel máximo de consumo) y desplazar los picos (desviar el consumo pico a períodos no pico), lo que puede aliviar la presión sobre la red. durante los períodos pico.
Por ejemplo, si un condominio ha instalado un sistema fotovoltaico en el techo, la energía producida se divide entre los departamentos en función del consumo de cada uno. Los residentes pagan por la electricidad local a una tarifa más baja que la de la red principal. Durante las horas de mayor producción solar, los vecinos utilizan electrodomésticos como lavadoras o aires acondicionados, desplazando el consumo hacia periodos de alta generación y reduciendo la carga de la red pública.
Este tipo de gestión no supone una carga adicional para la red; De hecho, las comunidades energéticas proporcionan una valiosa contribución al sistema energético. La investigación destaca que implementar ajustes en las tarifas de la red para las comunidades energéticas requeriría necesariamente una tasa de autoconsumo más alta, así como cargas desplazables.
La necesidad de reducir los picos de carga se convertirá en una cuestión cada vez más apremiante a medida que aumente la demanda de electricidad y ejercerá una mayor presión sobre los operadores del sistema, lo que requerirá importantes inversiones en infraestructura de red.