“No somos el vertedero del mundo”: Tailandia dice basta al plástico importado

Tailandia levanta barricadas contra la invasión plástica extranjera. A partir del 8 de enero de 2025 podrán ingresar al país residuos plásticos provenientes del extranjero. Una decisión histórica, fruto de un plan gradual lanzado en 2023, que sitúa a Tailandia a la vanguardia en la lucha mundial contra la contaminación. Pero ¿qué hay detrás de esta elección? ¿Y cuáles serán las consecuencias para el resto del mundo?

Del “vertedero del mundo” al liderazgo ambiental

Durante años, Tailandia ha sido uno de los principales destinos de los residuos plásticos de los países industrializados. Un flujo imparable de contenedores cargados de plástico atracó en los puertos tailandeses, transformando el país en un gigantesco vertedero a cielo abierto.

La situación empeoró en 2018, cuando China decidió cerrar sus puertas a los residuos extranjeros. Tailandia, junto con otros países del sudeste asiático, se ha enfrentado a una enorme cantidad de plástico, con consecuencias desastrosas para el medio ambiente y la salud pública.

Ríos sofocados por los desechos, tierras contaminadas, aire irrespirable: Tailandia ha pagado un alto precio por su «hospitalidad» con los desechos extranjeros. Pero el grito de alarma de los ciudadanos y de las organizaciones ecologistas no pasó desapercibido. El gobierno tailandés ha decidido cambiar de rumbo y prohibir la importación de plástico. Una elección que requirió un considerable compromiso político y social. Pero Tailandia ha demostrado que es posible una alternativa.

Los desafíos de la prohibición: entre el tráfico ilegal y la contaminación interna

La prohibición de las importaciones es un paso importante, pero no resuelve mágicamente el problema del plástico. Como señaló Penchom Sae Tangdirector de Alerta Ecológica y Recuperación-Tailandia (Tierra), “se necesita un monitoreo eficiente y una aplicación rigurosa de la ley para evitar que los desechos plásticos ingresen ilegalmente al país”.

El riesgo de tráfico ilegal es real. Las organizaciones criminales podrían aprovechar la situación para clasificar los residuos plásticos en Tailandia, eludiendo los controles y poniendo en riesgo el medio ambiente y la salud.

Además, Tailandia tiene que lidiar con la contaminación plástica generada internamente. A pesar de la prohibición de importar, el país sigue estando entre los mayores productores de residuos plásticos del mundo. Sólo una pequeña parte de estos residuos se recicla, mientras que el resto acaba en vertederos o en el mar.

Un cambio de ritmo: hacia una economía circular

Para abordar este desafío, Tailandia ha lanzado una serie de iniciativas destinadas a reducir la producción de plástico, promover el reciclaje y concienciar a la ciudadanía sobre la importancia de un estilo de vida más sostenible. Entre las medidas adoptadas destacan incentivos para las empresas que utilicen materiales reciclados, campañas de educación ambiental en las escuelas e inversiones en infraestructura de reciclaje. Pero la verdadera revolución es la cultural. Tailandia promueve un cambio de mentalidadanimando a la ciudadanía a reducir el consumo de plástico, reutilizar objetos y separar los residuos.

¿Un ejemplo para el mundo?

Tailandia ha demostrado que una alternativa a la “cultura del descarte” es posible. La prohibición de las importaciones de plástico es una señal fuerte que podría inspirar a otros países a emprender un camino similar. Pero el mayor desafío es crear un modelo de desarrollo que ponga la protección del medio ambiente y el bienestar de las personas en el centro. Un modelo en el que el plástico ya no sea un problema, sino un recurso.